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Marcelo T. de Alvear y algunas anécdotas de su paso por Chacabuco

22/11/2023
 Marcelo T. de Alvear y algunas anécdotas de su paso por Chacabuco

Tres décadas antes de ser presidente, cuando aún era un veinteañero, a Marcelo Torcuato de Alvear se lo solía ver de tanto en tanto recorriendo las calles de Chacabuco. Es que en la zona norte del partido, por donde hoy se encuentra Los Ángeles, su familia tenía una enorme estancia. El campo, llamado Siete Lagunas, había sido heredado por su madre, Elvira Pacheco, que era hija del general Ángel Pacheco.

Y como ocurrió con su padre, Torcuato de Alvear, que inició su carrera política en nuestro distrito, Marcelo también tuvo participación en las lides electorales lugareñas, donde existía un fuerte partido radical.

En una de esas ocasiones, allá por 1892, al futuro presidente le tocó intervenir en la que se anticipaba como una brava elección en la cual se pergeñaba un fraude. Puesto al tanto de lo que se preparaba, no se anduvo con medias tintas y acudió presuroso a la comisaría local. Una vez dentro de la seccional, encaró al comisario y le advirtió cortante: 'En algunos corralones del pueblo y extramuros tengo amigos fieles, bien armados y mejor montados. Si se impide votar a los radicales verá hasta dónde son capaces y la responsabilidad por lo que suceda será solo suya. La mía consistirá en dar las órdenes, y estoy dispuesto'.

El audaz aviso parece haber tenido efecto, pues las elecciones se hicieron con normalidad y la Unión Cívica Radical obtuvo un amplio triunfo.

Pero la política no era la única pasión del joven Marcelo Torcuato. También le gustaba la diversión y eran motivos de muchos comentarios las fiestas que se hacían en la estancia de sus padres. Las 'malas lenguas', que nunca faltan, contaban además que los invitados e invitadas a esas reuniones llegaban desde Buenos Aires en tren, tomando el recaudo, para evitar chismes, que las señoritas se bajaran en la Estación Rawson y desde allí se las trasladaba en carruaje a la estancia. En tanto, Marcelo y sus amigos descendían en la estación de Chacabuco.

En una publicación dedicada a la historia del radicalismo local, el exintendente Osvaldo Rodrigo recordaba la historia de un criollo de apellido Baligán, que fue uno de los hombres con los que contó Alvear para enfrentar el fraude en Chacabuco.

Baligán vivía en una quinta cercana a Cucha Cucha y tenía fama de ser buen guitarrero. Marcelo T. solía visitarlo con frecuencia y era uno de los invitados a las veladas que se hacían en la estancia.

Lógicamente, al llegar Alvear a la presidencia de la Nación, ese trato frecuente se interrumpió. Sin embargo, cuando en esos años Baligán tuvo la desgracia de recibir una condena por ser desertor del Ejército, las puertas de la Casa Rosada le fueron abiertas al viejo amigo y de la mano del mandatario salió la firma que dispuso un indulto salvador.

Alvear asumió como presidente en 1922, cuando tenía 54 años. Antes de llegar a la primera magistratura, había sido embajador en Francia durante los seis años del gobierno de Hipólito Yrigoyen. Al finalizar su mandato presidencial, volvió a radicarse en tierras francesas, para regresar al país pocos años después, con el fin de reunificar su partido e intentar acceder por segunda vez a la presidencia en 1931. Pero su candidatura fue prohibida por el régimen militar de José Félix Uriburu.

El 23 de marzo de 1941, a raíz de una crisis cardíaca, falleció en su casa de Don Torcuato al lado de su esposa, Regina Pacini.

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