'Debemos pensar nuestro voto para encontrar el camino de salida'

A cuatro días de la realización del balotaje que definirá el próximo presidente de la Argentina, el histórico dirigente peronista Rony Garello, analizó el contexto político nacional, revivió los consensos democráticos post dictadura, las charlas con Osvaldo Rodrigo, las responsabilidades que nos dejan al borde del abismo y confesó los motivos de su retiro. 'Las ganas son a fondo, cuando hice política lo hice durante veinticuatro horas sin parar, no había otra cosa que me interesara. La política te come, se te mete en los huesos, es como si fuera una enfermedad', asegura el exdiputado en diálogo con Frecuencia Electoral (FM Radio Ultra 98.9). Además, al candidato Sergio Massa le reconoce 'ser un buen piloto de tormenta, muy hábil, muy inteligente, para poder ser parte de un gobierno que te bloquea las posibilidades de que la gente tenga ganas de escucharte y Massa, sin embargo, superó esa instancia'.
-¿Cómo analizás el contexto político?
-Son tiempos que evidentemente nos provocan el desafío de tener que utilizar muy bien el pensamiento y la razón para ver desde qué lugar vamos a intentar avanzar para tratar de superar esta situación. Es una situación políticamente inestable y socialmente preocupante. Atento al panorama que se presente hay que pensar cuáles son las posibilidades de salir de este fondo en el que hemos caído durante tantos años. No cualquier cosa va a dar lo mismo el domingo que viene. Los argentinos lo hemos pasado muchas veces y hay que hacer funcionar las neuronas para saber cuál es el camino de salida y cuál es el que no tiene retorno si no razonamos bien el voto.
-Fuiste legislador y militante en un momento en que había otros consensos y diálogos entre distintos sectores políticos. Incluso el intendente radical Osvaldo Rodrigo te recibía en su despacho. Sergio Massa convocó a un gobierno de unidad nacional, ¿es imposible en este contexto?
-Se puede. Con Osvaldo Rodrigo, que era más grande que yo y tenía más experiencia, no nos sentamos por casualidad en una mesa. Fuimos conversando a través del tiempo y evaluando la gravedad de lo que estaba ocurriendo, sobre todo en la época del menemismo, cuando se entregó el país y quedamos atados de pies y manos. Lo insuficiente que resultaba que cada uno por su lado hiciera algo para salir adelante y analizábamos de qué manera se podía confluir aprovechando las coincidencias, que las había y muchas, y postergando las diferencias para discutir en otro momento, cuando no se discutiera el todo o nada, que es lo que sucede en este momento.
Lo que propone Massa no es original, es absolutamente necesario. Sé que con muchos vecinos de Chacabuco hemos tenido diferencias profundas pero hay puntos que nos unen, anhelos que nos igualan. Massa dio en la tecla cuando propone -dentro del sistema democrático e institucional- pelear un poco menos y coordinar un poco más.
-Hay una gran parte del electorado que era reacio a la figura de Massa, ¿cómo ves a este Sergio Massa que se puso al frente de la campaña?
-Me amigué con Sergio Massa. Estaba enojado con él, no le creía realmente. Tal vez no lo conocía demasiado como ahora, que está expuesto y explica las cosas a través de la razón y la lógica y poniéndose la mochila al hombro como pocas veces he visto. Porque cuando las cosas van fáciles es muy sencillo ponerse al frente, hacerse el General Perón. Massa empezó a remontar, se comprometió con el objetivo de tratar de rescatar a nuestros militantes, adherentes, que estábamos decepcionados con el gobierno de Alberto Fernández. Y tenés que ser un piloto de tormenta muy hábil, muy inteligente, para poder ser parte de un gobierno que te bloquea las posibilidades de que la gente tenga ganas de escucharte, no de entenderte. Y sin embargo superó esa instancia. Convocó a todos, nos sumamos todos aportando lo que se puede para no caer en el inicio de una noche trágica si ganara Milei.
-En el 83 eras un jóven militante de la reciente democracia, ¿qué nos paso para estar -cuarenta años después- en las puertas del abismo?
-La dirigencia política, sindical, social, empresarial, somos todos responsables de que aparezca un Milei en Argentina. No es solo la culpa de Milei. No nace de un repollo. Es producto de la falta de respuestas políticas, sociales y económicas durante tantísimo tiempo al pueblo argentino. Podría haber aparecido otra cosa. Evidentemente tampoco sabemos encontrar un camino frente a un atolladero, porque la lógica diría que lo que tenemos que elegir es lo que proponga algo mejor, no volver al pasado, reivindicar la dictadura. Es volver a las épocas de las cavernas, Milei es un cavernícola que nos quiere llevar ahí. Acompañado de otra cavernícola que es la candidata a vicepresidenta, que es la más peligrosa de todas, porque -aunque no le cueste mucho- es más inteligente que Milei y quiere volver al pasado: quiere indultos, reivindicación de la dictadura militar. Algo habremos hecho mal para que aparezcan los Milei. Espero que aprendamos, si es que de esta zafamos. Desde el primer día tenemos que pensar que esta historia no se puede repetir, la de no darle respuestas al pueblo y después preocuparnos porque aparecen personajes nefastos.
-¿Por qué en los lugares de representación no hay personas de cincuenta o sesenta años y sí menores de esa edad?
-Creo que en la política no hay que pedir permiso para participar y no existe la prohibición para que puedas estar o no. Evidentemente, descubrirlo de grande es como aprender a andar en bicicleta a los sesenta años, te va a costar un montón. Lo mejor es empezar con los compromisos sociales y políticos lo más joven posible. Después surge la dirigencia que toca de oído y hace una aparición esporádica, molesta bastante, le va mal y se vuelve a su casa, a su oficina o su campo. O peor, le va bien en una elección y cuando llega al gobierno no sabe qué hacer.
-Insisto, ¿por qué no hay gente de tu generación en política?
-Estamos en cuarteles de invierno (risas). Es cierto. Tal vez nos retiramos un poco jóvenes, no es un retiro definitivo pero dejamos de tener protagonismo, no sé por qué. La juventud está en las ideas, en la ideología que uno sostiene. Yo conozco chicos de veinte años que parecen viejos, porque tienen una idea conservadora y troglodita de la política. Y otros que han pasado los ochenta tienen una coherencia intelectual e ideológica sorprendente. Cristina es joven, Lula es joven. La ideología popular te mantiene joven.
-¿Por qué te retiraste?
-No lo sé muy bien. Una de las razones, fue que de a poco me fui quedando sin ganas. Y no sé si tenía derecho a estar obstaculizando y aparentando que tenía ganas con compañeros que confiaban en uno. Las ganas son a fondo, cuando hice política lo hice durante veinticuatro horas sin parar, no había otra cosa que me interesara. Eso me bloqueó. Mi familia lo sabe muy bien. La política te come, se te mete en los huesos, es como si fuera una enfermedad. Lo honesto, es que cuando no tenés ganas de estar veinticuatro horas a fondo -sobre todo poniendo el cogote- des un paso.
-En estos ocho años hubo un retroceso enorme respecto a la comunicación entre distintos sectores de la política.
-Los conservadores equivocaron el mensaje del pueblo, no se les dio un cheque en blanco. Si había diferencias profundas, se profundizaron aún más. Hoy tenemos en el despacho del poder Ejecutivo un intendente que cree que es un monarca y que los demás están para hablar y perder el tiempo. Es un monarca sin trono. Anuló el debate y la convivencia política. De esa manera, no se puede. Es innecesario. Hay que ser coherente con la ideología política, si decís que sos de un partido popular, que defiende la justicia social, que el país tiene que ser independiente y soberano, discutamos qué se puede hacer en la ciudad en pos de eso.
-Hasta el 22 de octubre insistían en que había que exterminar a un sector de la política…
-Es que vinieron a eso. El pueblo no los votó por eso, aunque el antiperonismo es fuerte y cualquier colectivo lo deja en la puerta. Eso los convoca, porque son sectores que no han podido superar el odio que tienen por las cosas buenas que hizo el peronismo, no por las cosas malas.
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