'Hay cada vez más dificultades para resolver problemas de la vida cotidiana'

Mientras las sociedades pediátricas del mundo se debaten respecto a la edad recomendable para exponer a niños y niñas a las pantallas, en la provincia de Buenos Aires un proyecto de ley busca prohibir el uso de dispositivos en todas las escuelas primarias, públicas y privadas. El Lic. Lucas Casella, subsecretario de Salud Mental, da cuenta de cómo el uso excesivo a temprana edad dificulta el desarrollo y las habilidades sociales. Además asegura que 'aunque todavía no se ve cómo un problema, definitivamente cuando uno le enseña a su cerebro esa rapidez, esa inmediatez, ese no aburrimiento, ese exceso de luz, de sonido, después vienen los problemas que sí pueden estar asociados a problemáticas relativas a menor tolerancia a la frustración e incluso al consumo'.
-Hay un proyecto de Ley de Prohibición de Celulares en Escuelas Primarias que ya tiene media sanción en el senado provincial, ¿cuál es tu opinión sobre este tema teniendo en cuenta la salud mental de los chicos y chicas en edad escolar?
-Yo estoy a favor del no uso de la pantalla. No digo que no la usen, pero al menos en el ámbito escolar evitarla y por supuesto atender a la singularidad de siempre.
La vida es lo que tenemos delante, las pantallas están, sí, pero el problema no es el uso en sí, sino el uso excesivo. Si yo lo puedo hacer en equilibrio, eso va bien, ahora es difícil porque tiene un componente adictivo, no es adictivo, sobre todo porque se empieza a consumir desde muy temprano, tenemos bebés que están mirando un celular. Si se genera ese hábito, esa búsqueda, esa naturalización, ese lenguaje materno, por así decirlo, aparecen las dificultades para resolver problemas en la vida cotidiana. Por eso después creemos que todos tenemos que ir a la terapia, y la verdad es que no todos tenemos que ir a terapia, todos tenemos que aprender a tener una buena vida, una vida valiosa, y eso requiere de tener vínculos, requiere entender que estoy en un ecosistema junto con otros seres humanos porque mi organismo no termina con mi piel, ese es mi cuerpo, pero yo vivo junto con otros, entonces tengo una responsabilidad, tengo el tiempo libre donde me desarrollo culturalmente, políticamente, deportivamente, socialmente. Eso es lo que promovemos desde la Subsecretaría de Salud Mental: promoción, prevención, tratamiento, seguimiento.
-¿Qué pasa con los menores de seis años?
-Hay una preocupación general y creo que está bien fundada. Distintas entidades pediátricas indicaban restringir a cero el uso de pantalla hasta los tres años. La Sociedad de Pediatría de España estableció esa edad a partir de los seis años. Yo creo que se va a ir estirando, y viendo todo lo que sucede es muy difícil ser taxativo con esto. La pantalla tiene movimiento, tiene luces, tiene sonido, que es lo que el cerebro más chiquitito busca enseguida, lo que llama la atención rápidamente a un bebé, lo cual dificulta el desarrollo de otras habilidades y otras necesidades que son más de largo plazo.
En algún momento creímos que lo podíamos regular en el ámbito escolar y lo que vemos es que no, que los chicos se aburren y rápidamente quieren agarrar la pantalla. Y la realidad es que cuando se aburren aparece la posibilidad de volverse creativos. La pantalla te hace creer que las cosas son rápidas como la inteligencia artificial, pero hay sectores del cerebro que dejan de estimularse, y eso trae grandes pérdidas.
-¿Cuántos casos les llegan al área vinculados a la problemática de exceso de pantallas?¿Qué tan vinculado está al retiro de los adultos en el acompañamiento de esos niños?
-Directamente vinculado al uso de pantalla no, porque lamentablemente es algo que todavía no se ve como un problema. Y definitivamente cuando uno le enseña de algún modo a su cerebrito esa rapidez, esa inmediatez, ese no aburrimiento, ese exceso de luz, de sonido, después vienen los problemas que sí pueden estar asociados a otras cuestiones, porque hay menos tolerancia a la frustración. E incluso podría traer aparejado problemáticas relativas al consumo.
Es el último grito de la moda, por así decirlo. Y tiene una gran dificultad, que es que todos contamos con un dispositivo, si no dos, a mano.
-¿Cuál es la situación respecto a la problemática del juego? ¿cómo lo abordan con las familias?
-Hay muchas consultas respecto a los dispositivos para juegos online. Hay adicción al juego y tiene una vinculación muy grande con la falta de vincularse con el otro.
Sabemos que para el ser humano es fundamental la relación con el otro. Y la promoción de la salud tiene que ver con encontrarse con otros, con jugar, con hacer actividad física, con crear cosas.
Respecto a cómo se aborda con la familia la cuestión de las adicciones, lo primero es reconocerlo, es el primer paso. Aceptarlo y decir que uno no puede solo y que necesita ayuda. Una de las primeras cosas que se hace es alejar la sustancia, o en este caso el dispositivo, y para eso es muy importante trabajar con la familia. Nosotros contamos con tres grupos, el grupo Te Abrazo, el grupo Narcóticos Anónimos, el grupo Primer Paso y el grupo de Alcohólicos Anónimos, que son para pacientes con adicciones. Después hay dos grupos, que es para trabajar con la familia.
Siempre es más probable que el tratamiento que se lleve adelante tenga éxito cuando la familia se involucra, porque muchas veces se habla de los co-dependientes, los co-adictos, y en realidad es el contexto que está reforzando un comportamiento.
Por eso los espacios grupales psicoeducativos para ver qué está reforzando la familia, qué conducta tiene.
-¿Qué efectos cognitivos tiene el uso excesivo?
-Así como uno tiene un lenguaje materno como el castellano, pero de grande quiero hablar alemán me va a costar muchísimo, sucede algo parecido con las pantallas porque son hábitos. Cuando uno es chico, el cerebro tiene millones de neuronas y de circuitos y de posibilidades, es todo plástico. A medida que uno va creciendo hay un momento, sobre todo en la adolescencia, que hay una poda neuronal. Y quedan los circuitos que uno utiliza y los que no utiliza. Y si yo no uso demasiada parte de mi cerebro, sobre todo, insisto, en la función ejecutiva, en la corteza prefrontal, se empieza a quedar pobre para la resolución de problemas.
Y la verdad que tenemos un montón de trastornos asociados al déficit en la resolución de problemas, personas poco creativas para resolver cuestiones sencillas. Lo podemos ver en trastornos como la depresión: se vuelve a caer en una resolución que no resuelve, sino que lo mantiene. Y un hábito es muy difícil de modificar.
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