'Los chicos con dispositivos alternativos muy raramente vuelvan al sistema penal'

El sistema penitenciario enfrenta una crisis estructural. La sobrepoblación en las cárceles argentinas es un problema que se agrava por una política criminal que prioriza el encarcelamiento. Más de cien mil personas privadas de la libertad viven en condiciones de vida inhumanas: no tienen acceso a salud, educación ni trabajo. Así lo manifiesta en esta entrevista con Cuatro Palabras Josefina Ignacio, Lic. en Ciencias Políticas e integrante del Comité Nacional para la Prevención de la Tortura. Además, se refiere al debate sobre la baja edad de punibilidad que el Gobierno reaviva, a pesar de que las estadísticas demuestran que el delito cometido por menores es ínfimo y que encarcelar a adolescentes no solo agrava sus problemas sino que dificulta su reinserción social.
Por Martina Dentella
-¿Cuál es el principal objetivo del Comité Nacional para la Prevención de la Tortura?
-El objetivo es coordinar un sistema que está integrado por el Comité y los mecanismos locales de prevención de la tortura, de cada provincia, que tiene que tener su propio organismo de control, e integrado por todos los organismos públicos que de alguna manera trabajan en la temática, como las fiscalías de violencia instittuciaonla, secretarias de derechos humanos, defensorías del pueblo, y también organizaciones sociales que trabajan la agenda de derechos humanos sobre todo vinculado a las personas privadas de la libertad. Este sistema nacional de prevención de la tortura tiene el objetivo de velar y promover los derechos de las personas privadas de la libertad, ya sea por causas penales como por otro tipo de causas, porque también trabajamos en instituciones de salud mental, en hogares de chicos y chicas, en comunidades terapéuticas, geriátricos, en cada lugar donde una persona no puede salir o entrar por su propia voluntad. La ley da muchas herramientas para poder cumplir el objetivo, entre ellas las visitas de inspección, pero también diseñar y recomendar a las autoridades competentes políticas públicas para prevenir la tortura.
-Está claro que en cada provincia la situación es distinta, pero si tuvieras que hacer una evaluación federal del sistema penitenciario, ¿cuál es la situación?, ¿cuáles son las problemáticas más comunes y los desafíos?
-Cada jurisdicción tiene su propio servicio penitenciario, sus propias leyes y normativas y es muy difícil hablar en términos generales de un sistema penitenciario argentino por las singularidades de cada uno de ellos. Además tenemos el sistema federal que se ocupa de determinados delitos y está distribuido por todo el país, hay cárceles federales en cada provincia. Pero podríamos decir cuál es el problema común, o que abarca a la mayoría de las jurisdicciones, y es la sobrepoblación y en algunos casos el hacinamiento, y esto tiene que ver con una política criminal de prisionización masiva, cada vez se encierra más gente y se genera un embudo, porque a la vez sale menos gente. Tiene que ver con la política criminal que no es responsabilidad del sistema penitenciario sino del Poder Judicial, Legislativo y también del Ejecutivo que es el que persigue a las personas para encarcelarlas. El mayor desafío es ver qué hacemos con esa cantidad de gente que tenemos encerrada, y a quiénes seguimos encerrando. El desafío es revisar la política criminal para ver qué capacidad tiene el sistema penitenciario argentino para alojar gente, y cuando tengamos resuelto eso -aunque es difícil- es ver qué hacemos con la gente que encarcelamos: para qué la encarcelamos, con qué objetivo. Hay más de cien mil personas encerradas en Argentina por temas penales, hay que ver cómo hacemos para que la manda constitucional y todos los tratados que la Argentina tiene firmados puedan cumplirse, generar oportunidades de trabajo y educación para que puedan armar un proyecto de vida para que cuando recuperen la libertad tomen un camino que no los vuelva a llevar a la cárcel.
-¿Cuáles son los principales tipos de tortura que se sufren en las cárceles del país?¿qué cambió en el último año?
-Uno primero se imagina que la tortura es el maltrato físico, pero también el no acceso a derechos básicos. Lo elemental, tener salud y educación para no morirse. También, para no pensar en los extremos, un trato indigno, una pena cruel. Y eso ocurre a la mayoría de las personas privadas de la libertad, muchas veces debido a esa gran cantidad de gente encerrada que hay, y porque los sistemas penitenciarios no están preparados y no tienen la manera de velar por los derechos de todos. A veces hay desidia y mala voluntad. Pero otras resulta imposible por la cantidad de gente alojada y los escasos recursos que se disponen.
En el último año, en términos generales, las cárceles se han puesto más restrictivas en cuanto a las posibilidades de que ingresen organismos de derechos humanos o otras personas. Pero depende de las jurisdicciones, en otras se sigue trabajando con una mirada de respetar los derechos.
-Hoy vuelve a encenderse el debate sobre la baja de edad de punibilidad en Argentina, ¿por qué vuelve a instalarse una y otra vez?
-Se instala el debate porque es un tema al Gobierno le reditúa electoralmente. La estadística muestra que el delito de los menores es ínfimo, hay datos de la realidad para tener en cuenta para decir que no tiene ningún sentido que demos está discusión, más bien trabajemos con los chicos y chicas que hoy están cerrados para que no terminen en una cárcel de adultos, para que no vuelvan a delinquir, y para que tengan sus derechos garantizados. Los chicos que son tomados por el sistema penal, son adolescentes que han tenido derechos vulnerados en su pequeña trayectoria de vida, y eso también está demostrado. Es más útil y más humano trabajar con las personas jóvenes vulnerables, que trabajar en meter presos a más chicos. No hay ningún beneficio ni para esos chicos ni para los que hoy están privados de la libertad. En la Provincia de Buenos Aires hay más chicos bajo medidas alternativas territoriales que privados de la libertad. Esos chicos con dispositivos alternativos muy raramente vuelvan al sistema penal, mientras que aquellos que transcurren el encierro muy probablemente terminen en una cárcel de adultos.
-¿Qué pasa con los jóvenes o adolescentes que atraviesan un encarcelamiento?
-Con esos jóvenes pasa lo peor, los sacás del entorno familiar, de sus amigos, viven encerrados, con una estructura similar a la cárcel, tienen problemas vinculados a su salud mental, emocional, porque es una edad de desarrollo y vivir el encierro es muy traumático, muy fuerte. Además en muchos lugares no están a cargo de personal capacitado. Solo tratan de que no 'hagan lío', no piensan en el tratamiento.
-¿Cuál es el rol de la sociedad civil (y su mirada e implicancia) en la prevención de la tortura?
-Yo pertenezco a una organización que es Pensamiento Penal que trabaja en prevención de la tortura en todo el territorio nacional, hay integrantes en varios mecanismos locales, presidimos el mecanismo de Neuquén, integramos el de CABA, el de Chubut. Esta organización busca y promueve que el sistema penal no duela tanto, trabajamos en lo académico, entre otras actividades. Es importante el rol de la sociedad civil porque trae otra mirada, otra trayectoria que la que pueden traer operadores del sistema judicial, funcionarios de la justicia.
-En una publicación comentaste sobre el poder transformador del deporte, particularmente sobre el rugby en las cárceles, ¿cuántas instituciones lo aplican? ¿de qué manera influye el deporte?
-Puede ser cualquier deporte, claro que influye. Genera un empoderamiento en las personas, empiezan a cuidar su cuerpo, su mente, descansan distinto, se alimentan mejor, adquiere buenos hábitos. También hay un sistema de valores en el deporte en equipo, tanto para el compañero como para el adversario. Todo eso para quienes hemos tenido otras oportunidades en la vida, es sencillo, común, es fácil de entender, y lo experimentamos naturalmente, hay personas que nunca tuvieron está oportunidad y llegan a la cárcel con un 'yo' destrozado. Sintiéndose parias totales. La posibilidad de ser parte de un equipo, de ser útil para los otros, que necesiten que vayas a entrar porque tenes un rol que cumplir, es un montón para una persona que nunca tuvo un reconocimiento, y la posibilidad de sentir que hace un bien. Muchas son personas con historias de vida muy crueles, y el deporte les cambia la cabeza.
-¿Cuál es tu posición sobre los recortes y despidos en la secretaría de DD HH?
-Siempre para mí un despido es tremendo, nunca lo voy a celebrar. Ni siquiera cuando hay una justificación. Me parece tremendo que un trabajador y por lo tanto una familia quede en la calle. Sospecho que en la secretaría de DD HH hay una cuestión ideológica. Pensar un país solo en términos económicos es bastante cruel.
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