'Los Intendentes que tienen hospitales públicos son héroes'

Lo aseguró el contador Roberto Dalmazzo en el regreso de Arrancamos Tarde (FM Radio Ultra 98.9). Dalmazzo tiene una extensa trayectoria en la administración hospitalaria pública y privada: estuvo al frente del Hospital Garrahan, y de la superintendencia de Salud de la Nación. Actualmente es Director Profesional de Asistencia de la Universidad Nacional de Luján. 'En Argentina el Estado nacional abandonó los hospitales. Las provincias tienen tal desarrollo poblacional que a veces no llegan a todos los distritos y ahí salen los Intendentes a sostener el sistema público de salud' dijo y remarcó que 'es probable que el Estado abandone el rol de prestador, y puede abandonar el rol de financiador, pero es muy difícil que pueda abandonar el rol de regulación porque la salud es un derecho constitucional'.
-¿Es útil recorrer las ciudades del interior como funcionario?
- Muchos no saben que existe el otro lado de la General Paz, la Argentina tiene un tema aún no resuelto de la situación portuaria- interior. Desde la m atriz de la toma de decisión. Es muy difícil interpretar lo que uno no conoce, es un gran déficit para las gestiones. Hay gente con buenas intenciones y formación, pero que desconocen la realidad argentina. Creen que aquello que se puede interpretar dentro de esa gran urbe es reproducible más allá de esa Av. Gral Paz. De hecho, Paz era un general unitario, creó la Liga Unitaria, es toda una premonición.
-¿Dónde estamos parados respecto al sistema de salud público y privado en este momento?
-Hay dos problemas fundamentales que son la fragmentación y el financiamiento. Son los ejes fundamentales de todos los conflictos, la madre de todas las batallas. Y como tal, hay opiniones muy diversas. Hay un sector público prestador, un sector público financiador como son las obras sociales (PAMI) y los sectores privados como clínicas, sanatorios y de financiamiento, las prepagas. Es muy difícil ante cuestiones tan disímiles la lógica del Estado cubriendo las necesidades y la lógica de las empresas en la salud.
Por otra parte, la mayor expectativa de vida en la gente y los avances tecnológicos tienen un costo que hoy ni el bolsillo de la gente lo puede afrontar ni la recaudación por medio del impuesto al salario que sería lo que mantiene a las obras sociales sindicales. Tampoco es fácil para los presupuestos provinciales y municipales. Recordemos que después de los años noventa, los hospitales fueron transferidos a las provincias y a los municipios, sin la misma partida de financiamiento.
Por eso hace tiempo que estamos en crisis, y el sistema debe resolver si puede cubrir todo y quién debe financiarlo. Y las fórmulas son muy distintas, cada gobierno ensaya una fórmula de solución que a veces tiene algunas victorias y otras, grandes derrotas.
Hay que revisar cuál es el rol de cada uno, hay que ver si el aparato puede financiar la prestación, si lo tiene que hacer el Estado, o la gente. Hay roles que son indiscutibles.
-¿Qué pasa cuando el Estado deja de intervenir?
-El derecho a la salud es un derecho constitucional, por lo que es una responsabilidad del Estado. No importa quién ejerza la prestación o con qué método se financie. Le va a ser muy difícil al Estado separarse de ser el garante de un derecho constitucional. Es probable que el Estado abandone el rol de prestador, puede abandonar el rol de financiador, pero es muy difícil que pueda abandonar el rol de regulación. El ejemplo más actual es el que pasó con la medicina prepaga. No es un debate ideológico. Si alguien cree que el mercado puede regular una situación tan disímil como la que hay entre una empresa de salud y un enfermo, queda demostrado que el Estado debe retomar su rol e interceder. Quedó demostrado que el mercado no pudo. Hay que corregir esas asimetrías.
-Cada gobierno llega con su librito, ¿cuánto afecta al sistema de salud ese vaivén?
-Está bien que tengamos este debate. De los 44 millones de argentinos solo un millón y medio tiene medicina prepaga, y seis millones tiene doble cobertura, seguridad social más medicina prepaga. Quizás hay un paso intermedio para debatir, porque el Estado también se corrió de la regulación del sistema de medicamentos, y el impacto en los bolsillos de los 44 millones fue bestial. Hoy se están abandonado tratamientos y generando situaciones terribles. Muchos eligen qué medicamento llevar, y dejan otros. Nadie puede concebir un Estado ausente. Son cuestiones básicas.
-La otra pata son los laboratorios, ¿son reales los números de algunos fármacos?
-El costeo de laboratorio se generó con la ley de marcas, o patentes. La investigación es cara, y eso siempre es prorrateable en el tiempo en el costo del medicamento. Pero no tiene lógica que en el último tiempo el Ibuprofeno haya superado ampliamente el nivel de inflación, es un medicamento que tiene la patente recontraamortizada. Estamos hablando de gente que no puede llevar los medicamentos para controlar la presión o la diabetes. No pueden tener esos costos. Pero la industria farmacéutica tiene una posición dominante en el mundo, y la ejerce.
-¿Cuál es tu rol en la Universidad Nacional de Luján?
-La Universidad tiene una dirección de asistencia médica integral que maneja la salud del cuerpo docente y no docente y me toca la responsabilidad de ser el director profesional. Es un desafío hermoso porque soy hijo de la escuela y universidad pública. Y soy vecino de Luján. Es un privilegio y un orgullo.
-De los 135 distritos de la provincia de Buenos Aires, hay muchos que tienen a su cargo el sistema público de salud, ¿qué les espera en estos tiempos?
-Soy férreo defensor porque siempre es el álamo, la última línea de defensa. Es ahí donde cualquiera de nosotros vamos a tratar de solucionar nuestro problema de salud: cuando perdimos el empleo, cuando no podemos pagar una medicina prepaga, el Hospital siempre está. En estas circunstancia va a tener dos complicaciones centrales, la estimación es que con la caída del empleo y del poder adquisitivo muchas coberturas de salud complementaria se van a caer. El Hospital va a ver reforzada la cantidad de gente que va a acudir como única solución. El segundo de los problemas es que cualquier recorte de gasto público, en donde más va a impactar es en la salud pública. Los Intendentes que tienen hospitales públicos son héroes. En un sistema lógico, el Municipio debería ser responsable de la Atención Primaria de la Salud, el segundo nivel siempre deberían tener responsabilidad los Estados provinciales, y el tercer nivel de la alta complejidad debería ser de los Estados federales. En Argentina el Estado nacional abandonó los hospitales. Las provincias tienen tal desarrollo poblacional que a veces no llegan a todos los distritos y ahí salen los Intendentes a sostener el sistema público de salud. Van a tener un futuro complejo. Ya no responde el Estado nacional cuando el paciente no tiene obra social. Y no es que la provincia va a recortar la coparticipación, es que la coparticipación depende de la recaudación y con menos actividad económica, cae la recaudación.
En las crisis más profundas, la gente que trabaja en el sistema público de salud se pone la diez y redobla esfuerzos. Y aquello que no se puede conseguir, la gente le mete pilas. En Argentina la salud pública va a ser un baluarte como ha sido siempre.
-Desde que asumió el Gobierno de Milei la más importante fue en defensa de la educación pública, ¿si no se revé la cuestión de la salud pública y privada puede ser un disparador para que la sociedad se movilice?
-A la salud la gente la ve menos directa. Pero cuando la salud se ve restringida la crisis toca su fin. No sé si los tiempos están dados para que la gente lo considere una prioridad de agenda. Pero con la desaparición de programas de discapacidad o medicamentos, o alta complejidad, se va a sentir. Algún viejo político me dijo que con la salud no se ganan elecciones pero sí se pierden. Es una situación de corte cuando no se toma en serio que en el ADN argentino la salud y la educación pública están marcadas a fuego.
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