Miercoles . 08 Octubre . 2025

Escucha en Vivo:

'Quería salir a trabajar, tener mi rutina, tener mi sueldo, soy más que una silla de ruedas'

08/10/2025
'Quería salir a trabajar, tener mi rutina, tener mi sueldo, soy más que una silla de ruedas'

Mariana Araya tiene una lesión medular adquirida producto de un accidente de tránsito que vivió hace ocho años y que le afectó la columna, por eso hoy necesita una silla de ruedas para movilizarse. A primera hora de la mañana había ido a tomar un cargo al Consejo Escolar como portera, como auxiliar, y no lo tomó, entonces volvía a su casa. Lloviznaba, estaba bastante oscuro, y no había nadie en la calle. Iba en su moto, despacio, en el momento en que un auto la atropella y cae. A partir de ese momento solo ve una luz blanca, y cuando recupera el conocimiento ya no sentía la mitad del cuerpo. Así empezó una nueva etapa en su vida. Julián Trippano y Jesus López la entrevistaron en Un pueblo de Marte (FM Radio Ultra 98.9).

 

-¿Ese es todo el recuerdo que tenés del accidente? 

-No, en mi cabeza yo tenía un vehículo, y la realidad era otra. Me comentaron que eso puede suceder en los accidentes. Yo vi una especie de camioneta, y en realidad era un camión, había una moto 110 también, que venían a toda velocidad. 

-¿Pero te chocaron los dos?

-No sé bien cómo fue. Mi recuerdo es ver la luz blanca, que pensé que era la luz del camión. Yo iba por San Lorenzo, y ellos venían por Alem, en esa esquina, y en el momento fue instantáneo, dejé de sentir las piernas, entonces lo único que pedía era que me levanten, quería caminar. Y la gente me decía, bueno, ¿será el frío? Yo recuerdo estar de la mano de un chico que no le veía la cara porque yo quedé boca abajo, y él me tenía la mano y me decía, 'ya llamamos a la ambulancia, quédate tranquila'. Y no era el frío, era la médula.

- ¿Y cuándo te enteraste?

-Me trasladan, me llevan hasta el hospital, me ponen una vía central para empezar a pasar los medicamentos, y me derivan directamente a La Plata el mismo día.  Pero antes pasé por Chivilcoy para hacer una resonancia.  El siete, al otro día, me suben al sector de terapia intensiva, donde paso exactamente un mes, porque el siete de agosto me bajan y estoy quince días más en lo que es sala común hasta que me dan el alta, para volver a mi casa.

Durante mi estadía en terapia intensiva se barajan muchas posibilidades. Nada era concreto, era toda incertidumbre. Yo mucho no preguntaba, porque seguía el shock o no sé, no me interesaba saber. Yo solamente sabía que estaba sin sentir la mitad del cuerpo. No quería ahondar mucho en el tema, porque sinceramente era algo que no sé si quería escuchar. Después de la cirugía, ya había pasado todo el mes, y estaba en sala común, y le pregunté a un kinesiólogo, y en realidad no quiso, o no pudo garantizar nada, ni el sí, ni el no, de volver a recuperar el sentir, o el caminar, o el movimiento.

No me lo quiso garantizar, se lo pregunté delante de mi mamá y mi papá, y no me garantizó nada. Porque el médico que me operó tenía un panorama cuando llegué y cuando abrió, se encontró con otro que aparentemente era más favorable de lo que se esperaba encontrar.

Hasta el día de hoy son ocho años y sigo igual.

-¿Seguís viviendo con incertidumbre? 

-No sé si con incertidumbre, pero sigo sin querer saber. Me dediqué a vivir el momento. No sé si mañana me despierto y empiezo a sentir, o no, no lo sé. Prefiero enfocarme en otras cosas. De hecho, me enfoqué en otras cosas para sobrellevar el accidente. 

-¿Y cómo reaccionó tu entorno, no solo el familiar, el de amigos, el de amor, etcétera? 

-Yo no tengo palabras para ellos, de amor, de gratitud. Soy muy afortunada de tener la familia que tengo, los amigos. Hay quienes lo han asumido, hay quienes todavía no, pero siempre firme, acompañando.

-¿Cómo llegó el momento del estudio?

-Yo estaba haciendo el profesorado de Educación Primaria antes del accidente, la había suspendido para hacer cursos y empezar a trabajar como auxiliar. Una noche salí a la calle, a la puerta de mi casa. Fue todo un tema, porque nosotros no teníamos la economía para comprar una silla, entonces pedíamos prestadas, y las sillas que me traían no me daban la seguridad de poder sentarme, imaginate que yo de la cintura para arriba no sentía, entonces era una sensación como de estar en el aire, y no sabía si me iba a caer. Iba de a poco, cuando no había nadie, cuando nadie me veía, hasta que después empecé a salir más tiempo de día a la casa de mi tía, a ir y volver, y así, y después no me paró nadie. 

-¿Y qué descubriste estando en una silla?

-Yo creo que la parte fea es el impedimento de la sociedad, que no está preparada a nivel físico, y a nivel cultural para tratar con un usuario de silla. Falta un poco de empatía con el otro. Y lo bueno, es que después de todo, sos una persona más, y que estás en silla de ruedas, y que después no te para nadie, siempre que tengas ganas, no hay quien te impida hacer lo que quieras.

-¿Y cómo siguió tu vida, seguiste estudiando, terminaste tu carrera?

-Terminé la carrera. Hace tres años me recibí de profesora de educación primaria. Pedí trabajo también porque no quería quedarme en casa recibiendo una pensión, quería sentirme útil. Quería salir a trabajar, tener mi rutina, tener mi sueldo y demostrar que solamente no puedo caminar. Tengo un montón de capacidades que la gente que camina a lo mejor le falta. Soy más que una silla de ruedas. Hoy soy parte de la escuela paralímpica. Vicky Cuozzo me fue a buscar a mi trabajo para invitarme, yo estaba negada. Y cuando llegué me di cuenta que sí yo estaba para eso, porque el deporte es salud. Me encontré con un montón de gente que no sabía que estaba en silla, con muchos pares. Me encontré con familias como la mía, que apoyan, que acompañan, que aman.

 

-¿Cómo hiciste para adecuarte a tu nueva normalidad?

La verdad, súper acompañada. Fue difícil porque yo hacía todo en una cama: desde la alimentación, la higiene, todo. Me costó mucho salir, fue todo un proceso, de a poquito fueron sucediendo ciertas cosas, hasta que salí.

-¿Necesitaste ayuda? 

-Sí, pasaron 15 días, 20 días y fui a una entrevista a la clínica rehabilitación Junín, que está sobre la ruta, y ahí estuve 10 meses internada. Ahí es donde me enseñaron a usar la silla, a intentar tener una vida normal, pero sentada.

-¿Cuáles eran tus sensaciones?

-Un dolor que hasta el día de hoy se me quiebra la voz. 

-¿Sentiste el rechazo en algunos sectores de la sociedad? 

-No sé si rechazo, porque siempre me sentí muy acompañada, o por ahí soy yo la que se lleva bien con la sociedad. Sí me he encontrado con momentos en los que no podía creer lo que estaba escuchando. El otro día, en la puerta de un banco donde cobro mi sueldo (porque trabajo) había una cola larga hasta la esquina, y yo la estaba haciendo, porque a mí no me molesta esperar. No voy chapeando con la silla. Y hubo gente que sí me daba el acceso a la prioridad y por otra parte una señora se enojó, y me empezó a hablar mal, y me preguntaba por qué no tenía un apoderado que fuera a cobrar por mí, que ya tendría que tener la tarjeta en la mano, que qué estaba haciendo ahí, y todo de manera despectiva, hablando mal. Y en ese momento me largué a llorar y le dije que me encantaría hacer una cola de diez horas, pero de pie, pero que estoy sentada en una silla y vine a cobrar mi sueldo. Son cosas que puedo comprender.

-¿Y en el día a día se te hace difícil transitar? 

-A veces la gente no se da cuenta y tira cosas en la calle. La caca de los perros, los chicles, y otras cosas. Eso siempre te lo vas a encontrar. Vas esquivando pozos y obstáculos. Pero en mi caso estoy muy acompañada. A mí no me dejan sola en ningún momento. Tengo a mi papá que me lleva y me trae al trabajo. Tengo una amiga que se compró un auto exclusivo para poder cargar mi silla de ruedas, Maylene Carboni. 

-Si tuvieras la posibilidad de viajar en el tiempo, encontrarte con Mariana ese mismo día del accidente y también tenés la posibilidad de encontrarte dentro de diez años, veinte años, treinta años, ¿qué le dirías?

-En ese momento yo me diría 'No vayas'. Supongo, para poder evitar esto. Entiendo que las cosas suceden por algo o para algo. Hoy en día no me doy cuenta todavía ni para qué o por qué me pasó esto. En ese momento mi mamá y mi papá me estaban por decir que me quede. Mi mamá se quedó con el mensaje de decirme 'no te levantes, no vayas, mira que feo está el tiempo'. Y mi papá se quedó con el grito. Porque cuando él sale afuera a decirme, 'che, yo te llevo', yo ya doblaba la esquina de mi casa y él no me pudo llamar.  Pero fui y acá estoy. 

Y  creo que en diez años, no sé. No pienso mucho en el futuro, no sé dónde voy a estar mañana. Sí te digo cómo me gustaría verme, más realizada que ahora. Me gustaría poder ser mamá, me gustaría poder tener mi casa propia, un transporte propio. Soy consciente de que a nivel personal me faltan un montón de cosas, sanar muchas cosas. Pero trato de pensar más en el presente. 

feature-top