'Todos estos años fueron una alegría'

Con 81 años, Nélida 'Chela' Huissi es memoria viva del crecimiento del barrio Las Palmeras. Con más de veinticinco años al frente de la sociedad de fomento y otros tantos como tesorera, narra la historia de la llegada de los servicios básicos, y la construcción de una salita de primeros auxilios para los vecinos, que luego se transformó en un centro de salud. Además, cuenta cómo equilibró su vida personal y el compromiso con la institución y asegura: 'Nos vamos con la frente en alta, todos estos años fueron una alegría'.
Por Martina Dentella
Nélida creció en el barrio Las Flores y, al casarse en los años setenta, se mudó a Las Palmeras. Durante treinta años, trabajó como cocinera para Molino Ríos de La Plata, pero su verdadera vocación siempre estuvo ligada a lo social. "Estuve vinculada con el mundo comunitario desde chica", cuenta en diálogo con este medio. Una herencia familiar que viene de su madre, quien también participó activamente en el crecimiento del barrio Las Flores. Nélida y su marido, con quien compartió esta misión hasta su partida física, fundaron con un grupo de vecinos en 1988 la sociedad de fomento Las Palmeras. En ese momento se ocupó de la tesorería y acompañó en distintos proyectos. Luego de la presidencia de Raúl de Caro, en 1999, la conducción quedó acéfala y hubo varias reuniones en las que se propusieron distintos nombres. Nélida quedó como presidenta interina, hasta que en la segunda o tercera asamblea asumió formalmente como presidenta hasta el día de hoy.
¿Cómo se fue construyendo a lo largo de todos estos años el vínculo entre los vecinos?
-En este barrio faltaban muchísimas cosas. No teníamos servicios básicos, ni cloacas, ni gas, ni hablar de cuadrado de calles, ni la salita de salud.
Los vecinos nos involucramos siempre, porque vamos a hablar con la verdad: antes había otro entusiasmo para colaborar, para poder mejorar nuestros barrios. Y por eso el acompañamiento lo tuve siempre en esta comisión que conformamos diecisiete personas. Algunos, desgraciadamente, se han ido físicamente, como el caso de mi marido. Pero seguimos igual.
-¿Cómo fue el vínculo con los distintos gobiernos?
-La relación siempre fue buena con todas las gestiones. Cuando yo asumí, solamente habían colocado luces normales. Después nosotros trajimos todo. Las cloacas las trajo el doctor Recalde. Después asume Darío Golía. Yo a Darío lo conozco desde siempre, porque estudió con mis hijos, y empezamos a trabajar juntos. También Julián Domínguez aportó un programa del CODESET de promotores comunitarios, donde realizamos un curso de seis meses y al finalizar se nos otorgó un subsidio de 900 pesos. No teníamos un lugar físico, pero necesitábamos poder levantar aunque sea una salidita, para tener una enfermera, porque estábamos muy alejados del hospital. Ahí se hizo una reunión con todas las instituciones de ese tiempo, y desde el programa nos dieron la oportunidad de que si teníamos un lugar para poder levantar la salidita, ese subsidio se nos otorgaba a la Sociedad Fomento. Cuando recibimos el subsidio lo depositamos en una empresa local de materiales y empezamos a concretarlo. La Municipalidad vino a limpiar el terreno, empezamos a construir la salita, hicimos dos consultorios y un bañito, y con eso pudimos tener servicio de salud acá en el barrio. Después vino todo lo demás, seguimos trabajando siempre con lo que es cultura, deporte, obras públicas, seguridad. Hasta que llegó la ampliación del centro de salud con una sala de espera grande, otros dos consultorios más, otro baño y cocina.
También trajimos en el 2008 el servicio de gas bajo la gestión de Darío Golía, una obra grandísima que nos costó seis años de trámites, de viajar a Buenos Aires, integrar un consorcio en el barrio, que los vecinos estuvieran de acuerdo, y tener el dinero para poder hacer el contrato con la empresa. Ahora, con el programa del Presupuesto Participativo se solicitaron muchísimas obras para este barrio, que son obviamente el mejoramiento o la accesibilidad porque tenemos instituciones importantes. Pero por otra parte se inauguraron las luces led en cuatro manzanas, con el programa de Escuelas Seguras.
-¿Las nuevas generaciones se suman a este trabajo comunitario?
-Ahora las cosas son muy distintas, la gente no se quiere involucrar, o será que no dispone del tiempo necesario como antes. Particularmente, siempre fui independiente, mi marido fue independiente, pero igual teníamos tiempo para ir a las uniones, para ir a solicitar cosas, para todo lo que nos involucraba en un compromiso que uno asume como presidente. Obviamente hay días que no paro, voy de un lado para el otro y concurro a varias uniones. Vemos cómo la juventud no se quiere involucrar, o personas de mediana edad, tampoco. Yo ya lo comuniqué, dejo la sociedad de fomento, porque a la edad mía, ya hemos cumplido con el compromiso, de corazón.
No hay muchas personas hoy que quieran trabajar sin tener un sueldo, ad honorem, pero no perdamos la esperanza, invitamos a que participen porque las mejoras son para el barrio, hay que comprometerse.
-¿Cómo hicieron para balancear entre la vida personal, tener tres hijos, tener un trabajo y darle tanto tiempo de sus vidas a la sociedad de fomento?
-Eso es lo que me preguntan todos. Me dicen que no me van a poder igualar (risas). Yo puedo tener un cumpleaños de un familiar, soy abuela, soy bisabuela de mi nieta de 22 años, y viajo mucho pero siempre intercambiando con la sociedad de fomento. Siempre he manejado mis tiempos, me he organizado bien sin dejar lo que es mi vida privada, la crianza de mis hijos, la educación de mis hijos. Uno es abogado, el otro es bailarín, que se jubiló hace poco del Teatro Argentino de la Plata, después de 25 años y mi hija que es independiente.
Y participó en la colonia de los adultos mayores, en distintos torneos, jugué siempre al tejo, participé en todos lados, viajé a Uruguay en campeonato porque estaba en el club Junín del Campito, me gustó siempre cantar.
-¿Te puedo preguntar, Nelida, qué edad tenés?
-Tengo 81 años, cumplí en octubre del año pasado. Y tengo un grupo de amigas muy grande, porque como he participado en tantas cosas, en juegos de cartas, en gimnasia, en todo que lo que ha sido posible he participado. Ahora estamos integrando el coro de Pablo Heredia, de la Escuela de Actividades Culturales, más allá de no dejar descuidada la sociedad de fomento. También tenemos una oficina de gestión donde se da ayuda a todos los vecinos que van a solicitar sus distintas cosas y se están entregando los bolsines una vez por mes. Yo voy, abro, después cierro, estoy permanentemente en actividad.
-La sociedad de fomento, ¿te dio más alegrías o dolores de cabeza?
-No, yo tengo que agradecer. Cuando nos involucramos en esto, tenemos que saber que no es fácil estar frente a la institución. Pero si no hubiese logrado conseguir tantos servicios al barrio Las Palmeras, yo me hubiese retirado mucho antes. Pero al poder lograr y tener respuesta, es como que siento una satisfacción junto con los integrantes que me acompañaron y me siguen acompañando, nos vamos con la frente en alta, porque hemos podido llegar a concretar los servicios tan valorados para nuestro barrio. Todos estos años para mi fueron una alegría, me dieron además la oportunidad de conocer seres maravillosos: fomentistas, músicos, deportistas, funcionarios, intendentes. El fomentismo es mi vida, muchos me dicen, 'Chela, deja ya y retirate, porque tenés tantas obligaciones'. Cuando me retire quizás lo voy a hacer con mucha nostalgia, pero agradeciendo.
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