'Un plato de comida en China cuesta entre uno y dos dólares'

Mientras estaba terminando su carrera como Traductora de Inglés en La Plata, Cecilia Catacata sintió que su destino era otro. Arrancó por estudiar un nuevo idioma: chino mandarín. Eso la llevó a interesarse por la cultura, participar en eventos de estudiantes, hasta que se presentó en un concurso de canto que organizaba la Embajada China en Argentina. Lo ganó y recibió una beca para estudiar un año y medio en el país asiático. 'Lo mío fue kamikaze puro', dice en el comienzo de una extensa charla con Arrancamos Tarde (FM Radio Ultra 98.8) en la que cuenta cómo vive su día a día en Beijing.
Al comienzo de la nota, Catacata cuenta cómo tras terminar la carrera de Comercio Internacional, abrió su compañía. Se animó a renunciar a su trabajo en la Embajada Argentina en donde estuvo tres años, y el boom de las compras en China la conectó con clientes argentinos que hoy importan masivamente. Por eso tiene una jornada de doble horario: el horario laboral de China y el argentino.
-¿Cómo viviste el choque cultural, desde lo tecnológico a lo social?
-Me costó al principio acostumbrarme. El ritmo de vida en la capital es muy rápido y muy masivo. Es una ciudad de 22 millones de habitantes. Y el tema de la tecnología acá, vuela. Se usa mucho para lo que es la comodidad del día a día. Desde las compras del supermercado, a donde hace siglos que no voy, hasta cualquier producto. Me puedo probar una zapatilla de un negocio que está en el sur de China a través del celular con un efecto 3D, con la cámara.
Y cuando volví a la Argentina, tuve el choque de ya no tener esa comodidad de tener todo al alcance de la mano, con el celular.
-¿Se redujo la atención al público?
-Sí, muchísimo. Las ventas continuaban, pero las grandes cadenas se dieron cuenta que se vendía más online y movieron todo su modelo de negocio, cerrando un montón de tiendas y ahora actualmente venden en un 80%, 85% online.
-¿Qué pasa con toda esa gente que quedó sin laburo?
-No. Algo que me alucina mucho de China es que todos tienen trabajo. Por ahí hay tiendas que cierran, pero automáticamente hay otra cosa para hacer. Esto también fue un choque para mí. Había ciertos trabajos que hasta me resultaban raros. Hay una persona que en la calle junta colillas de cigarrillo, y otra persona cuando entras al subte te hace un escáner para corroborar que no lleves ningún cuchillo ni nada que pueda afectar al viaje. Al principio dije, 'qué inútiles estos trabajos', y cuando pasó el tiempo me lo empecé a plantear de otra manera. Es una ciudad donde hay 22 millones de habitantes, donde el porcentaje de pobreza es súper bajo. No hay inseguridad en la calle, no hay nadie que te venga a robar. Ahí está la clave. O sea, todo el mundo acá tiene un trabajo, por mínimo que sea, es honrado para la persona y nunca va a tocar algo que no es suyo.
-¿Cuál es el costo de vida y cuánto es un salario mínimo?
-Ahí entran dos cosas en cuestión. En China es muy difícil pensar en un salario mínimo porque la situación, la realidad de cada ciudad es diferente. En las ciudades más grandes el costo de vida por ahí es un poco más alto y también otra cuestión a analizar es qué estilo de vida vas a vivir. Si vivís al estilo de un chino el costo de vida es súper barato porque la comida para los chinos es baratísima. Un plato de comida chino te puede salir un dólar o dos dólares y abundante.
Lo más caro en China por una cuestión lógica también por la cantidad de personas que somos es el tema del alquiler, la vivienda.
-¿Tus amigos son chinos?
-Sí. Yo debo admitir también que desde el primer momento que me mudé acá venía como muy, nada, buscando de esa forma de armarme mi lugarcito. Determinante a aprender el idioma, a hacer mis amigos y ganarme ese lugar. A veces pasa mucho que se generan estas comunidades en el extranjero y no se muestran permeables a ese mundo diferente que les rodea. Yo tengo todos amigos chinos, me muevo con ellos para todos lados y esa es la forma en la que pude aprender el idioma. Gracias a eso hace ocho años que vivo acá y lo sigo eligiendo porque si no, se hace muy difícil.
-¿Vos pensás en chino o pensás en español y lo traducís?
-En chino. Me pasa algo loco porque, por momentos, me olvido las palabras en español.
Ya lo tengo como bastante incorporado.
-¿Cuál es la diferencia más grande entre los chinos y nosotros?
-Somos muy distintos. Los chinos son más distantes por ahí. Pero son un poco más reservados y son y de tener marcada la diferencia de los círculos: los de la familia y los amigos. Entonces es muy raro que un chino te invite a su casa. Para el argentino es más natural, enseguida conocés a alguien y vas a tomar unos mates, hacemos un asado, eso no suele pasar. Mi casa es mi casa y soy tu amigo y contame tus problemas y lo que sea, pero de las puertas de mi casa para afuera. No existe lo espontáneo del argentino de improvisar. El chino todo lo tiene muy planificado todo el tiempo.
-¿Qué los identifica?
-Son generosos, respetuosos, amistosos. Yo creo que mis amigos valoran mucho mi esfuerzo por haber aprendido el idioma y por interesarme por la cultura de ellos.
-¿Qué extrañas de la Argentina?
-La comida. Yo puedo tener a China como mi segunda casa que amo y me encanta, pero la comida, eso no lo superé nunca. El asado, la carne buena, acá no existe. China viene de ser un pueblo pobre, que no tenía para comer y eso transmitió mucho a la alimentación. No por nada hoy en día los platos en China tienen la base del plato es arroz, fideos, son comidas que sirven para llenar la panza. La carne es una comida es algo que se tira por arriba. Trocitos de carne en un plato enorme de fideos o un plato enorme de arroz.
Y por muy lindo que sea el país al que vas, siempre va a haber matices, no todo es color de rosa y la casa de uno siempre se extraña, la familia siempre se extraña y siempre vas a perder momentos valiosos.
Perdí casi toda la niñez de mis sobrinas, a mi mamá la extraño un montón, mis amigos, pero en la balanza de la vida, hasta ahora China me ha dado cosas buenas y sigue tirando, la sigo eligiendo.
-¿Cuál es el medio de transporte más común que puedes utilizar en China?
-Cualquier transporte en Beijing funciona de maravilla. El subte, por ejemplo, tiene 28 líneas. Con lo cual, cualquier estación te deja cerca de lo que quieras. Es un lujo y además tenés por las pantallas enseguida cuándo va a pasar el próximo subte. Y después, uno que me gusta mucho usar a mí es la bicicleta pública que hay por todos lados, escaneas con el teléfono para abrirla, la usás, la dejás donde sea, la cerrás y a lo tuyo. Hay bicisendas, el tránsito es caótico pero se hace llevadero.
-¿Qué común denominador entendés que el otro a vos te dice, mirá vos sos tal o de tal manera, o sea, que sos diferente a ellos en qué?
-De Argentina saben muy poco: nombran el fútbol, a Maradona, a Messi. Y después, en menor medida, el tango, el vino, y tienen muy presente también que Argentina es literalmente el país que queda más lejos de China. En ese sentido lo que más admiran mis amigos es que yo me vine sola para acá, el haberme ganado el lugarcito y el haber aprendido el idioma.
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