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Barro, tal vez

05/08/2025
Barro, tal vez

Valeria Ré. Socióloga, doctora en Antropología e investigadora de CONICET.

El imaginario de una ciudad nace de las ideas, emociones y significados que las personas elaboran cuando piensan, sienten y actúan en el lugar donde viven. Desde una perspectiva cultural quiero recuperar relatos que modelan la ciudad vivida. En un pequeño recorrido, propongo considerar algunas historias (lo narrado) y emociones (lo sentido) para comprender ciertas características culturales de Chacabuco. Lo haré desde un doble enfoque temporal: uno histórico y otro biográfico. Todo confluye en contribuciones que dan forma a lo proyectado, ese horizonte común de un posible proyecto bicentenario.

Lo narrado. Para empezar, elijo señalar algunos aspectos de la primera -y única- narración fundante del pueblo de Chacabuco, sistematizada por Oscar Melli. En Geografía del partido de Chacabuco (1975), el origen de la ciudad se explica por motivos político-administrativos y un 'propósito no confesado' de 'calmar el malestar' generado por la movilización de guardias nacionales a la Guerra del Paraguay (1864-1870). Según el autor, esto aleja el origen del relato mítico 'original, de matices felices o pautas afortunadas, reveladoras del genio personal de un fundador inspirado' (Melli, 1975:139). Chacabuco nace 'en una ceremonia sencilla [...] sin la solemnidad de las fundaciones clásicas y con el horizonte ilimitado de la Pampa como único marco. Lejos de las playas de mar, apartado de las márgenes de ríos caudalosos y sin la protección del bosque o selva milenaria'. Aquí, se destaca cómo el texto crea imágenes de lo que la ciudad no es y no tiene, dejando pasar el hecho promisorio de estar implantada en el marco de un "horizonte ilimitado".

Luego, en tiempos del Centenario, dos artistas locales crean el himno de la ciudad con una nueva narrativa que celebra a sus habitantes. 'Canto a Chacabuco' (Elba Porteríe de Benac y Lily Grossi de Fernández, 1965) cuenta una historia que dibuja en el barro un futuro civilizado y esperanzador. Allí, 'hombres abnegados', 'venciendo al desierto, al pajonal y al salvaje', ganan la batalla de sus sueños. En este caso, la tierra aparece como emblema y la temporalidad abraza una idea de futuro que invoca el progreso como bandera.

Ahora, en el camino al Bicentenario, el siglo XXI provoca la necesidad de una nueva narrativa. Encuentro una pista en la muestra 'Lo escrito' de la artista local Viviana Cacciabue (Galería Teatro Italiano, 10/2021). En una performance imprevisible y efímera, la artista escribe con barro en paneles blancos. Gesta una acción que pone el barro en el centro de la ciudad, vinculando poesía y tierra. En una entrevista radial, ella atribuye el recurso a "vivir rodeada de barro'. En sus palabras, el barro se le presenta como materia poética, 'rebelde e indómita': 'el barro estaba vivo'. Su trabajo proyecta el barro como memoria, horizonte ilimitado, futuro y presente rebelde. Sintetiza tiempo y espacio, combinándolos en forma misteriosa, atribuyendo al barro toda la potencia creativa.

Lo sentido. Hay una relación entre biografía y comunidad que expresa un sentimiento latente, que es recurrente y estructurante de la propia configuración sociocultural chacabuquense: la nostalgia. Esta es una forma del afecto que se despliega en la movilidad frecuente, una relación entre la memoria personal y colectiva. Ir y venir en el tiempo y el espacio -hacia ciudades cercanas, centrales, grandes o pequeñas-, con frecuencias variadas, constituye un hábito fundante que hace a su propia geografía humana. Paradójicamente, a pesar del imaginario de quietud, aparece este dato significativo: el movimiento es condición necesaria para su habitabilidad. La nostalgia nace allí, en el duelo por el desplazamiento y la irreversibilidad del tiempo. Produce imágenes de ciudad que se plasman en figuraciones como 'mi pueblo natal', ardid que se vuelve recurso con el paso del tiempo. Referencia que produce una ciudad idílica, a veces melancólica, cuando queda amarrada a experiencias de infancia o juventud. La distancia, el tiempo y los sentimientos de nostalgia y melancolía, expanden una espacialidad donde el pasado se actualiza en el presente y se proyecta en el futuro. Subyace en la nostalgia otra potencia, que más que simple añoranza del pasado, podría volverse una fuerza cultural, política y personal combinando los tiempos.  

Lo proyectado. A modo de síntesis, mi propuesta es recuperar la promesa del horizonte ilimitado, modelar el barro, definir sus bordes y co-crear una forma de vivir juntos. Esta es una oportunidad para que la comunidad de Chacabuco pueda hacerse a sí misma, combinando originalmente los tiempos en el ejercicio de una nostalgia reflexiva que no recaiga en la trama unificadora de la tradición. Componer desde los trozos del tiempo, integrando las memorias de quienes están y de los que se fueron, haciendo de los momentos sencillos, atroces y felices una cultura común, regenerativa del vínculo que permita a la ciudad posible ir más allá de sus propios límites.

 

FOTO: OBRA VIVIANA CACCIABUE

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