Buceando en el corazón de Chacabuco. Historia de la Casa de la Cultura
Por Sonia Elisabeth Rubino
Chacabuco palpita. No es sólo un pedazo de tierra, un lugar en el mapa, un nombre.
Es un hogar que tiene su historia donde habitan todas esas historias que fueron y son las que llegan cada domingo a nosotros.
Ha crecido y aquellos que tenemos algo de memoria nos podemos remitir a las calles de tierra, las grandes tiendas ya desaparecidas, el sonido del heladero, el viejo correo y la estación de colectivos que se mudaron hasta llegar a su lugar definitivo y pensado para el bienestar común.
Y vamos para el centro de la ciudad buscando bajo cada baldosa algo que nos cuente mas y mas.
Hace mucho tiempo atrás recuerdo estar en un lugar emblemático de Chacabuco. Ya sea trabajando, buscando libros, disfrutando exposiciones de artista locales y siempre que entro me invade una sensación de placer, admiración por su infraestructura, esa impronta en cada sala, un cielorraso que te envuelve pensando quién y para que fue captada cada imagen y plasmada de manera perfecta, como si ángeles hubieran volado hasta allí para dejar el testimonio de su visita.
A través de mi deseo de saber la historia de esta bella casa erguida en el corazón de nuestra ciudad es que trato de contactar a sus antiguos dueños, en este caso descendiente directo de quienes una vez desembarcaron en nuestro país, se radicaron en Chacabuco y desde allí pusieron en marcha una maquinaria que no creo poder plasmar en su totalidad porque hay cosas que nunca vamos a saber, secretos de familia, amores y vivencias que fueron a parar justo ahí, donde descansan sus restos.
Por eso digo que Chacabuco late. Y desde ese lugar voy a intentar ser objetiva y precisa para desmadejar este ovillo de historias de vida que cada árbol genealógico tiene. Esa pasión de un pasado que se guarda y se protege porque nada ni nadie tiene derecho a desenterrar pero sí tal vez conocer aunque sea una pequeña parte para que, cada vez que entremos allí pensemos que no es un inmueble más. Alguien lo pensó para su vida, alguien hizo los planos, mucha gente estuvo largo tiempo trabajando allí y aunque nadie de ellos nos puede contar detalles, tenemos la palabra de Mario Fadel ,descendiente directo que lo pensó mucho antes de darme una entrevista, pero creo que al pasar los minutos fue desandando, recordando y disfrutando de una tarde de noviembre, un noviembre que daba sus primeros pasos y trajo con él aroma a jazmines y un libro de fotos que cuentan su historia.
¿Quiénes son tus bisabuelos?
Bautista Callone y Emilia Balestrini.'
¿Dónde nacieron?
'Bautista era nacido en Origgio, provincia de Milán, Italia. Y Emilia nació en Sabona, también provincia de Milán.'
¿Viajaron solos?
'No, por un lado viajaba Bautista con sus padres, Bautista Amadeo Consuelo Callone y Julia Monti. Y con ellos desembarcan también los padres de Emilia, Pedro Balestrini y Clementina Corbela. En esa época llegaba a Chacabuco y al país mucha gente desde Italia. Inmigrantes que si bien vivían en villas no significan lo mismo que para nosotros. Cuando hablamos de villas nos remitimos a un lugar humilde pero allá las villas son lugares residenciales '
¿Cuándo llegan ?
'Viajaron antes de 1889 y el 21 de septiembre de ese mismo año se casa en Chacabuco Bautista Callone con Emilia Ballestrini.'
¿Y comienzan a formar una familia?
'De esa unión nacen mis abuelos Bautista e Ida Emilia. Eran muchos hermanos, una familia numerosa, algunos se casaron y otros no y fallecieron solterones.'
¿Dónde estaba ubicado su hogar?
'Ellos tenían la casa original donde ahora están los colegios secundarios. Una casa grande donde tenían las caballerizas porque en esa época se usaban los carros al estilo de lo que era la Cochería Grossi.'
¿Cuál era su actividad?
"Bautista, el padre de todos ellos, con un socio que tenía campo en General Villegas se asocian y se dedican a la actividad rural. Pero algo que desconozco pasó y perdieron el campo.
Ponen entonces una destilería en la calle Almafuerte cerca de donde estaba la escuela 75, ahora escuela 45. Creo que se llamaba Barrio Obrero. Por allí vivía mucha gente y allí pusieron la destilería de maíz con la cual hacían alcohol. De hecho esta casa fue construida pensando en la destilería pero nunca se la habilitaron.
Además tenían horno de ladrillos. Hay muchas cosas que los que éramos chicos no sabemos. Los grandes no hablaban mucho delante de los chicos. Creo que le vendieron ladrillos para construir el Banco Nación y el Banco Provincia y con todo eso empezaron a hacer la fábrica.
Ellos eran distribuidores porque un cuñado, mi tío Nino, tenía bodegas en Mendoza entonces hacían vino y lo vendían en la esquina de Zarcovich y además tenían la representación de la cerveza Quilmes y Bills, bebidas antiguas como la Indian Tonic.
También vendían la malta que era utilizada, entre otras cosas como alimento para fortalecer el cuerpo humano.
Por eso Bautista decía que su oficio era el de cervecero. Estamos hablando de 120, 130 años atrás y en Argentina no había nada. Yo siempre digo que todavía estaban los malones.'
¿Hubo un viaje a Italia para visitar a los que quedaron allá?
'Si, mi abuela Ida con su madre y mi tía Yolanda viajaron a ver a la familia en el año 1929 hasta 1930. Allá quedó una parte de ellos y viajaron en el Vapor 'Giulio Cesare" muy famoso en esa época por ser tan grande e imponente.
Estando allá recibieron la bendición papal de Pio XI y al volver ya estaba casi terminada la casa."
¿Alguien más vino con ellas?
'Vino Nino Clériche, que al llegar a Chacabuco se casa con mi tía Yolanda. En realidad eran primos hermanos, la madre de Nino era de apellido Balestrini. De esa manera no perdían la élite pero no tuvieron hijos.
¿En qué año se hace la casa?
"No se sabe bien pero creo que se comienza aproximadamente en 1926 y se finaliza en cuatro o cinco años, más o menos. Hay que tener en cuenta que los viajes en barco que trasladaban los materiales tardaban meses en hacer el trayecto hasta Italia de donde se traían. Pocos eran de acá. Se usaron marmoles de Carrara, cristales de Baccarat y los pintores que se encargaron de pintar toda la casa vinieron exclusivamente para eso desde Italia.
El constructor fue Rebolini y hay una casa similar frente a la plaza, en calle San Martín donde estaba el escribano Giribaldi.
En el fin de año de 1930 se inaugura la casa, vinieron los primos de Italia a conocerla y queda registrado en esta imagen'
Hablar con Mario nos transporta derecho y sin escalas a un pasado que parece lejano pero al caminar a través de fotos y sus palabras parece estar a la vuelta de la esquina.
Si buscamos datos duros en el sitio Google podemos leer que: "El inmueble fue construido en 1929 por un arquitecto italiano de renombre y era una residencia privada.
Su estilo es renacentista con características que la distinguen como mármoles, pisos de madera, detalles de bronce, grandes arañas de luces, techos decorados y glorietas con jardines.' (Google)
Cuando le pregunto a Mario si recuerda disfrutar de una casa soñada, distinguida y con tanto glamour me dice que era para él una casa, su casa, como cualquier casa donde uno vive.
Porque en realidad los datos duros no pueden saber cada uno de los días en qué una familia de inmigrantes se radica y se instala como una más, tal vez soñando con volver a ver a quienes quedaron o jugando con la idea que un barco les traiga un día a sus amores lejanos.
Como nos dice nuestro entrevistado era un pedazo más de Chacabuco, pero por sobre todas las cosas, era un hogar.
Y la vida quiso que pase a ser parte de la historia de nuestra ciudad.
En otra entrega vamos a desandar los pasos ya de los antepasados más cercanos en el árbol genealógico de Mario y sus hermanos.
Les puedo asegurar que hay mucha tela para cortar y tal vez más de uno se pregunta si hace falta.
Tal vez sí, tal vez no. Pero a quienes nos gusta la historia es casi mágico encontrar la paleta con todas sus gamas y darle color a fotos en blanco y negro. Contar como se inicia el tronco desde dónde nace un lugar emblemático como es la Casa de la Cultura y destacar su impronta y carisma en cada ambiente que nos atraviesa.
¡Gracias Mario!
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