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Buscando errores en la Matrix: pistas para detectar la simulación

05/05/2025
Buscando errores en la Matrix: pistas para detectar la simulación

Artículo 3: ¿Vivimos en una simulación?

Tercera entrega de la serie '¿Vivimos en una simulación?', donde desarmamos esta hipótesis paso a paso.

 

(*)Por Leonardo Amet 


En el artículo anterior hablamos de simulaciones reales: desde el Juego de la Vida de Conway hasta modelos de inteligencia artificial, economía o evolución. Vimos cómo sistemas complejos pueden surgir a partir de reglas simples, y cómo ya creamos mundos virtuales increíblemente detallados.

Pero si estuviéramos en uno de esos mundos… ¿cómo lo sabríamos? ¿Qué señales delatarían que esto no es tan real como creemos?

Imaginá que todo lo que conocés —la materia, el espacio, el tiempo— está corriendo sobre un sistema que no podés ver, como un videojuego que jamás te muestra su menú de opciones. ¿Sería posible descubrirlo? ¿Cómo se detecta una simulación desde adentro?

Varios científicos y filósofos han intentado responder esta pregunta, con teorías que oscilan entre lo fascinante y lo imposible.

Una de las ideas más discutidas proviene del físico Silas Beane, quien sugirió que si nuestro universo fuera una simulación basada en una red discreta —una red de puntos en el espacio, como un andamio invisible— entonces ciertas limitaciones fundamentales, como la velocidad de la luz, podrían ser una pista. Sería como encontrar píxeles en la realidad.

Otros ponen la lupa en la física cuántica, donde pasan cosas bastante raras. Por ejemplo, hay partículas que no parecen 'decidir' su estado hasta que alguien las observa. O dos que están conectadas aunque estén a años luz de distancia.
Suena más a un sistema que renderiza solo lo que necesitás ver —como en los videojuegos, para no sobrecargar la máquina— que a leyes naturales, tal como las entendemos (al menos intuitivamente).

Incluso hay quienes se preguntan si ciertas constantes del universo —como la constante de Planck, que marca el límite más pequeño con el que se puede medir el tiempo o el espacio— no son en realidad parámetros arbitrarios de una simulación. Como si alguien hubiera seteado, desde afuera, los valores base del sistema. Del mismo modo que, en un videojuego, definís la gravedad o el nivel de daño que hace una espada.

Pero el problema es este: no hay forma definitiva de comprobarlo sin acceder a un nivel superior. Si todo está contenido dentro del sistema, incluso nuestras ideas sobre 'evidencia' podrían estar condicionadas por las reglas del juego.

¿Y si los errores, los déjà vu, las coincidencias imposibles, fueran glitches? (Pequeñas fallas, como las que se ven en los videojuegos). ¿Y si las experiencias místicas o las abducciones fueran momentos en los que, por un segundo, algo se desincroniza?

Claro, también puede ser que todo esto sea producto de nuestra necesidad de buscar patrones, de darle sentido a lo incomprensible. Pero incluso eso —la conciencia que busca entenderse a sí misma— es parte del misterio.

Y entonces volvemos a la pregunta original:
¿Cómo saber si todo esto es real?

Quizás nunca podamos. Pero tal vez no se trate de saberlo, sino de imaginarlo… y preguntarnos:
¿cómo cambiaría nuestra forma de vivir si supiéramos que estamos dentro de algo más grande?

En la próxima y última entrega: qué cambia (o no) si esto es una simulación, y cómo esta idea puede transformarnos más allá de la física y la lógica.

(*)Dr. por la Universidad de Cergy-Pontoise (Francia), Ing. en Electrónica por la Universidad Nacional de La Plata. Actualmente dirige las Ingenierías Electromecánica y Electrónica y es investigador del Instituto de Tecnología (INTEC) de UADE.

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