Comer: cada vez más caro
La mesa familiar en Chacabuco enfrenta un nuevo golpe. Los informes recientes sobre la evolución de los precios de los alimentos en lo que va de octubre no son alentadores, mostrando una aceleración de las remarcaciones, que castiga el poder adquisitivo de nuestros vecinos. Alimentos esenciales como los lácteos y los huevos lideran las subas, seguidos de cerca por bebidas e infusiones. El pan y las carnes también empujan el promedio hacia arriba. Si bien se registraron algunas bajas puntuales en rubros como el azúcar o las verduras, no alcanzan a compensar el impacto generalizado que sufren las familias al momento de hacer las compras. Esta realidad se traduce en restricciones cotidianas. Cada vez más, las familias se ven obligadas a redefinir su dieta, a estirar al máximo el presupuesto y a buscar alternativas más económicas, a menudo a costa de la calidad o la variedad nutricional. La necesidad de garantizar un plato de comida nutritivo se vuelve una carrera contra los precios, una batalla diaria que desgasta la economía doméstica. La creciente dificultad para llenar la heladera se convierte en un tema central que atraviesa las charlas entre los vecinos de Chacabuco. La persistencia de esta aceleración en el costo de los alimentos cuestiona la efectividad de las medidas para contener la inflación. Es necesario que las políticas económicas miren hacia la mesa de los argentinos. La suba sostenida en los alimentos no es solo un indicador macroeconómico, es una problemática social que requiere una respuesta urgente y contundente para proteger el derecho fundamental a la alimentación.
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