El Club Español de Chacabuco

Si bien no se cuenta con demasiados datos sobre su historia, se sabe que en Chacabuco funcionó un Club Español. Al parecer, la existencia de la institución se desarrolló en dos períodos. Sobre el primero se conoce menos, pero igualmente se sabe que hacia finales del siglo 19 existía en el pueblo un club integrado por inmigrantes españoles que, según el periódico El Mentor, a fines de 1899 agrupaba a 200 socios. Seguramente, habría sido puesto en marcha como una especie de apéndice de la Sociedad Española de Socorros Mutuos, cuyo surgimiento fue en 1882.
Avanzando un par de décadas, el 12 de mayo de 1918, en una reunión realizada en un local situado en avenida Alsina 28, 36 españoles residentes en Chacabuco junto a los hijos de algunos de ellos decidieron constituir el Centro Cultural Español. La entidad conservó ese nombre sólo en sus primeros tiempos, pues en una asamblea realizada el 21 de septiembre de 1921 se resolvió denominarla Club Español de Chacabuco.
La primera comisión directiva de la institución tuvo como presidente a Emeterio Alcalde, acompañado por José Palá como vice, Isidro Cerqueiro en la secretaría, Constancio Cerrolaza como prosecretario, y Pascual López y Jacobo Ponte como tesorero y protesorero. Una vez conformado el Club, se recibió la propuesta de la Sociedad Española de realizar las reuniones de comisión en la secretaría de la institución.
Al parecer, el Club Español tuvo su período de mayor actividad entre 1918 y 1928. Cuenta el profesor Oscar Melli que en esa etapa la entidad 'desarrolló actividades sociales, culturales y recreativas, constituyéndose en un interesante elemento de sociabilidad'. Con el tiempo llegó a contar con una sede que contaba con servicio de cantina, mesas de billar, ajedrez y una biblioteca.
En una de las primeras reuniones, se decidió crear una Sección de Arte, a cargo de la cual se designó a don Antonio Cereceda. En tanto, la Biblioteca del Club tuvo como primer responsable a Juan Rusiñol y luego a Isidro Cerqueiro. Lo que generaba mayor interés entre los socios eran las noticias, por lo que se recibían numerosas publicaciones, como los diarios La Prensa, El Diario Español y La Nación, y las revistas El Hogar, Caras y Caretas y Nuevo Mundo, a las que años después se sumaron los diarios La Razón de Buenos Aires y La Verdad de Junín, así como los periódicos locales Chacabuco y El Municipio.
El Club también estuvo atento a los adelantos tecnológicos. En ese sentido, en septiembre de 1918 instaló un teléfono en su sede y en 1923 adquirió un receptor radiotelefónico, lo cual, escribió Melli, en ese tiempo era 'una maravilla de comunicación social' que 'apasionaba al público'.
Sin embargo, más que representar un adelanto y una nueva atracción para ofrecerle a sus socios, la llegada del aparato radiofónico fue un problema para el Club. Para empezar, debido a su escasa potencia, hubo que aumentar al doble los 600 pesos moneda nacional que se había estimado que costaría su instalación. Una vez en funcionamiento, el receptor dejaba mucho que desear. A eso hay que sumarle que con frecuencia tenía desperfectos que los técnicos que había en el pueblo no podían reparar.
Finalmente, hartos de renegar con el aparato y de invertir cuantiosas sumas de dinero que no arrojaban una solución, los directivos de la institución decidieron deshacerse de él y lo pusieron a la venta por la módica suma de 100 pesos. El comprador fue un comerciante local generoso, que decidió abonarlo 150.
Yendo a otros temas, durante su existencia el Club tuvo activa participación en los carnavales y romerías que se hacían en Chacabuco. También en las celebraciones que se realizaban el 12 de octubre en el Prado Español para conmemorar el Día de la Raza.
Además, allá por 1927, un grupo de jóvenes vinculados a la institución, imitando el ejemplo del Círculo Italiano y el Club Social, decidieron formar un equipo de 'foot-ball'. La comisión adhirió fervientemente a la propuesta e invirtió 24 pesos en la adquisición de casacas.
El profesor Melli finaliza su semblanza sobre el Club Español de Chacabuco mencionando que si bien las disputas de índole política o religiosa eran ajenas a la institución, periódicamente se suscitaba alguna polémica. El historiador menciona como ejemplo el caso de un socio llamado Francisco Brilloni, que el 5 de enero de 1921 presentó su renuncia a la entidad alegando que había sido atacado 'por sus ideas de creyente católico'. Si bien la dimisión no le fue aceptada, todo indica que los incidentes continuaron, pues dos años después el mismo Brilloni reiteraba sus quejas por el tema.
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