El médico de los pobres

Decir que lo conocí porque compartí con él algo más de seis años de trabajo en una fábrica en el Dique III en el puerto de Bs.as., podría darle a esta nota mayor viso de verosimilitud. Pero no sería cierto, recién comencé a conocerlo cuando lo despedí de la empresa.
Esto puede parecer una contradicción, pero no lo es. Y hoy a casi a casi 48 años de la última vez que nos vimos, recién lo comprendo en plenitud.
En realidad lo despidió la empresa, a mí únicamente me tocó ser la voz que se lo transmitía y puedo asegurar que traté de hacerlo del mejor modo posible . De un modo impreciso yo lo apreciaba, porque lo sentía íntegro en su forma de pensar y de obrar,más allá de algunas discrepancias circunstanciales.
Días después de este hecho, me llamó por teléfono y me invitó a comer un asado con mi familia a su casa, en un lugar del Gran Buenos Aires que no logro recordar.
Me sorprendió, pero concurrimos con cierto grado de aprehensión .La pasamos muy bien, en un encuentro más que agradable y nos despedimos. Fué la última vez que lo ví.
Mientras compartimos el trabajo, era el enfermero y yo su jefe. Sabía que estaba estudiando medicina, luego me enteré que en 1.980 se recibió de médico, su vocación.
Me reencontré con él, leyendo los medios periodísticos nacionales, que daban cuenta acerca de su intervención en un sonado caso. Esto ocurrió durante el gobierno de Menem y se correspondió con el crimen del soldado Carrasco en Zapala, Pcia. de Neuquén, donde se había afincado . Le tocó ser el médico legista en la autopsia.
Mi vida siguió por otros rumbos y regresé a Chacabuco. Pero en varias oportunidades traté de ubicarlo y finalmente supe que se había instalado definitivamente en Andalgalá, Catamarca, su terruño.
Hace pocos días atrás, tomé la decisión de contactar con él y ubicarlo al menos telefónicamente para conversar luego de 48 años.Era uno de los hechos en mi vida que quería cerrar también del mejor modo y debe haber sido además algún presentimiento.
Me sorprendí con los titulares de los diarios catamarqueños que comentaban su reciente muerte a los 81 años de edad. Recién ahí terminé de conocerlo totalmente pues hablaban de su lucha a favor de la salud de los mineros, y su desinterés por el dinero con el que se había ganado un masivo reconocimiento como Médico de los Pobres.
Una total coherencia de vida la suya. No puedo agregar otra cosa más que esta respetuosa nota de despedida.
Jorge E, Chari
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