El verdadero motor del cambio: más allá de la fuerza de voluntad

Por Mariano Rato
La fuerza de voluntad suele presentarse como el secreto del éxito en la vida cotidiana. La encontramos en frases motivacionales y promesas de autocontrol, aplicables a áreas como las dietas, los estudios o el ejercicio físico. Sin embargo, ¿qué pasa cuando, después de unos días de esfuerzo, la energía parece agotarse y volvemos a los viejos hábitos? ¿Es realmente la fuerza de voluntad el único factor necesario para el cambio?
Para la mayoría de las personas, la respuesta a esta pregunta parece obvia: sí, la fuerza de voluntad es lo más importante. Sin embargo, estudios en psicología y neurociencia sugieren que este es solo uno de los ingredientes necesarios, y que en realidad, la fuerza de voluntad puede agotarse rápidamente cuando no está sostenida por un sistema que la refuerce.
Pensemos en el caso de quienes intentan dejar de fumar. A menudo, lo hacen únicamente con determinación y gran esfuerzo mental, confiando en que su deseo será suficiente. Sin embargo, sin un ambiente que facilite este cambio, como espacios que desincentivan el hábito o amigos que no fuman, y sin un ajuste en la mentalidad, la fuerza de voluntad termina debilitándose y la persona puede volver al cigarrillo.
El impacto del contexto
Uno de los ejemplos más ilustrativos de cómo el contexto afecta la fuerza de voluntad ocurrió en la década de los setenta, durante la guerra de Vietnam . Más de 500.000 soldados estadounidenses fueron enviados al conflicto y, se estima, alrededor del 20% de ellos desarrollaron adicciones a opioides. Esta estadística alarmante no solo evidencia el problema de consumo, sino también la enorme influencia del entorno en los comportamientos de las personas. En medio de la guerra, el contexto alentaba esta conducta, brindando tanto disponibilidad como una atmósfera de alta presión emocional y estrés, factores que facilitaron el uso y abuso de sustancias.
Sin embargo, al regresar a sus hogares, lejos de ese ambiente, aproximadamente el 95% de estos soldados pudo dejar el consumo sin mayores dificultades. Esto ilustra algo crucial: el cambio y la fuerza de voluntad no dependen únicamente del individuo, sino también de su contexto. En el entorno correcto, algunos comportamientos problemáticos pueden perder su 'poder' y transformarse más fácilmente.
Cómo el contexto puede ser el mejor aliado
El ejemplo de los soldados en Vietnam revela una lección clave: para facilitar un cambio, necesitamos revisar los elementos de nuestro entorno que dificultan o impulsan nuestras acciones. En muchos casos, se trata de modificar ciertos detalles que puedan ser 'disparadores' de un hábito no deseado o bien potenciar aquellos que apoyen lo que queremos lograr.
Un caso muy cercano y común ocurre con la alimentación de los niños en las escuelas. Hasta hace poco, los kioscos escolares ofrecían sobre todo las opciones altas en azúcares y grasas; Sin embargo, el cambio de esta oferta hacia opciones más saludables responde a una estrategia para modificar un hábito a nivel colectivo. Este cambio en el contexto refuerza el desarrollo de elecciones de alimentos más saludables en lugar de dejar la elección exclusivamente en manos de la fuerza de voluntad del niño. De esta manera, los buenos hábitos se ven facilitados y no se sostienen únicamente en la motivación, sino en el entorno.
Marketing y toma de decisiones.
El rol del contexto en nuestras decisiones es conocido también por las empresas, que aprovechan este conocimiento para influir en nuestras elecciones. Por ejemplo, en los supermercados, los productos de impulso se ubican estratégicamente en las góndolas de la caja, buscando atraer la atención en el momento de espera, cuando estamos más susceptibles a la compra rápida e impulsiva. Así, se aprovecha el contexto para influir sobre la decisión, apelando a una respuesta casi automática y menos racional que no requiere de nuestra fuerza de voluntad para cumplirse.
Este concepto, conocido como 'arquitectura de decisiones', es ampliamente utilizado en marketing y ventas, y también puede aplicarse a nuestro favor en el proceso de generar hábitos saludables o sostenibles. Si en lugar de exigirnos que cada decisión dependa de la motivación o el autocontrol, organizamos el entorno para que nos 'guíe' hacia lo que buscamos, la fuerza de voluntad se convierte en solo una herramienta de ayuda, pero no en la base de cada elección.
Más allá de la fuerza de voluntad
Aunque la fuerza de voluntad es una herramienta importante, el cambio verdadero ocurre cuando creamos un sistema de soporte en el que nuestra determinación tiene menos presión y más respaldo. Pensar en el cambio como un motor que necesita más que combustible nos permite replantear la fuerza de voluntad. Imaginemos que esa fuerza es como un motor pequeño que, para funcionar sin desgastarse, necesita de otros factores: un entorno adecuado y una mentalidad de apoyo que alimenten su energía.
Para mantener un hábito como el ejercicio regular, el entorno puede jugar un rol importante: desde colocar ropa deportiva a la vista hasta establecer compromisos con amigos o utilizar espacios recreativos accesibles. En lugar de depender únicamente de la motivación para 'hacer ejercicio', generamos recordatorios y refuerzos que eliminan parte de la carga sobre la fuerza de voluntad.
El verdadero cambio: una combinación de esfuerzos
En definitiva, aunque nos enseñen que la fuerza de voluntad es la clave para lograr cualquier cosa, este 'motor' se sostiene mucho mejor cuando contamos con una estructura y un ambiente que nos ayuden a que esa fuerza inicial se prolongue en el tiempo. El verdadero cambio es una combinación de esfuerzos donde la fuerza de voluntad tiene su papel, pero no carga con toda la responsabilidad.
Al transformar nuestros entornos y replantear la forma en la que entendemos el cambio, es posible conseguir resultados duraderos, evitando la frustración y favoreciendo que el cambio que deseamos se mantenga en el tiempo.
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