¿Elegimos lo que vemos o el algoritmo elige por nosotros?

Por Mariano Rato
Todos los días usamos internet para buscar algo, mirar una serie, leer una noticia o ver qué están haciendo los demás. Pero lo que muchas veces no notamos es que no somos nosotros quienes elegimos qué ver, sino que hay un sistema detrás que lo hace por nosotros: el algoritmo.
¿Y qué es un algoritmo? Básicamente, es un conjunto de pasos que una computadora sigue para resolver algo. Pero en el mundo digital actual, los algoritmos ya no solo resuelven problemas: también predicen, seleccionan, organizan y moldean. Son los que deciden qué contenido aparece primero cuando abrimos Instagram, qué video nos sugiere TikTok, o qué noticia nos muestra Google.
El divulgador Joan Cwaik, que viene estudiando estos temas, dice que los algoritmos se han convertido en una nueva forma de poder. No los vemos, pero están en todos lados. Y lo más preocupante: toman decisiones por nosotros.
¿Por qué nos influyen tanto? Porque están diseñados para aprovechar cómo funciona nuestro cerebro. Desde lo evolutivo, nuestra mente busca repetir lo que ya conoce, lo que le da placer y le ahorra esfuerzo. Los algoritmos lo saben y nos muestran más de lo mismo: si mirás un video sobre dietas, en pocos minutos te aparecerán más videos sobre cuerpos, salud, comida… y así, sin darte cuenta, vas entrando en un túnel sin salida.
Ese túnel no solo afecta lo que consumimos, también afecta cómo pensamos, cómo sentimos y cómo nos vemos a nosotros mismos. Muchas personas hoy construyen su identidad en función de lo que consumen online: lo que comparten, lo que opinan, lo que siguen. Pero si todo eso está moldeado por un sistema invisible que busca mantenernos conectados el mayor tiempo posible, ¿qué tan libres somos?
Además, hay que entender que los algoritmos no son neutrales. No están pensados para nuestro bienestar. Están pensados para que no soltemos el teléfono. Su objetivo no es que aprendamos, descansemos o pensemos, sino que sigamos ahí, mirando, cliqueando, consumiendo. Como dice Cwaik: 'La comodidad es el caballo de Troya del control'.
El impacto también se nota en nuestra salud mental. Cada vez más nos cuesta concentrarnos, aburrirnos, estar en silencio. Antes usábamos internet para desconectarnos de la realidad. Hoy necesitamos la realidad para desconectarnos de internet.
¿Y entonces qué hacemos? ¿Nos aislamos? ¿Tiramos el celular? No. La idea no es rechazar la tecnología, sino usarla con conciencia. Elegir a qué le damos clic, qué dejamos de seguir, qué contenido queremos que nos encuentre. Porque sí: nosotros también podemos entrenar al algoritmo. Si cambiamos lo que buscamos, también cambia lo que se nos ofrece.
El gran desafío es volver a conocernos. Recuperar cierta pausa. Volver a ser protagonistas de nuestras elecciones. Porque el problema no es que los algoritmos nos conozcan demasiado. El problema es que nosotros cada vez nos conocemos menos. Y ahí, en ese desbalance, es donde más vulnerables somos.
*facebook/instagram: marianoratopsicologo
Relacionadas
