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Ganó el dólar barato

27/10/2025
Ganó el dólar barato

El triunfo de Milei, la matemática del miedo y el pragmatismo del atraso cambiario. La ciudadanía patea la agonía económica hacia adelante, optando por un liderazgo carismático que reedita la alianza interclasista de los 90. El resultado consagra a LLA sin necesidad de coaliciones, mientras que el peronismo se consolida aún en la derrota como única oposición. Sin embargo, debe resolver la disputa entre liderazgos trabados y generar urgentemente una idea de futuro. 

POR MANUEL BARRIENTOS

 

El voto decisivo es siempre el de la expectativa económica. La situación en la Argentina está mal, pero la matemática del miedo fue contundente: si Milei perdía, surgía la profecía de una devaluación colosal y una catástrofe inmediata. El efecto temor actuó como un combustible. Y Donald Trump y Scott Bessent pusieron la promesa de los verdes crocantes en el asador. Ahora hay una certeza incómoda: la situación va a estar peor, sí, pero no mañana sino en un plazo más largo. La ciudadanía, con un pragmatismo doloroso, sigue empujando para adelante la crisis que siempre genera un tipo de cambio atrasado. El drama de patear la agonía.

Pero la lógica es la lógica. En un país que funciona por ventanas breves de dólar barato, la pulsión de seguir aprovechando un poco más es inercial. El fenómeno es más amplio que los viajes al exterior o la acumulación módica de billetes cara grande para el ahorro de las clases medias acomodadas y los sectores altos. Son también millones de personas comprando importaciones chinas con un solo clic. Así que, como decía un árbitro en los noventa, 'siga, siga'. Después, se verá.

En muchos sectores, el deterioro evidente de la situación se disfraza todavía de esperanza de que esto va a mejorar. El componente del voto violeta sigue siendo robusto, interclasista, con algunas similitudes a la alianza que supo consolidar Carlos Menem en los 90: sectores altos y medios acomodados, pero también una fuerte presencia entre los jóvenes y aquellos con menor nivel educativo. Liderazgo carismático y dólar barato.

No hay margen para la discusión: el gran ganador de la elección es Javier Milei. Y su hermana Karina. La victoria le dio una legitimidad rotunda, no tienen que ceder un ápice a nadie. El gabinete de coalición era una necesidad del derrotado, no del vencedor. Equipo que gana no se toca: sigue con Karina, Toto Caputo, Francos, Pareja, Lule y Martín Menem. En la sala espera -y sin turnos a la vista- todos los sectores que soñaban con copar lugares en un gobierno que creían derrotado.

El amplio triunfo del peronismo en las elecciones desdobladas de septiembre no hizo más que alimentar la polarización, y la polarización fue el viento de cola de La Libertad Avanza. Y es que, hoy por hoy, el antikirchnerismo es mayor al antimileísmo. Las listas violetas se llevaron enteritos todos los votos de Somos y de Hechos y un poco más. Es contrafáctico saber cuál hubiera sido el resultado de octubre si las elecciones se realizaban de forma conjunta. Hay que recordar que antes del 7S, las encuestas daban un panorama aún más favorable para el Gobierno nacional que el que se observó este domingo.

Pese a la derrota, el peronismo queda, por decantación, como la principal fuerza opositora clara. Si bien retrocedió en el Senado, en Diputados renovó las bancas que ponía en juego, consolidándose como el bloque más importante frente al oficialismo. Al mismo tiempo, se hundió el nuevo intento de 'avenida del medio', el Grito Federal, la liga tibia de gobernadores: Provincias Unidas, con el santafesino Maximiliano Pullaro y Juan Schiaretti, sufrieron derrotas muy duras. Y el radicalismo se desvanece. 

Hoy el 2027 es Milei o peronismo. 

La elección del domingo fue polarizada, y de acá en adelante todo indica que esa tendencia se acentuará. Esta lógica binaria inevitablemente llevará a que, cuando Milei entre en una nueva fase de turbulencias, la gente mire al peronismo. Simplemente, porque no hay otra alternativa. El tema es qué tiene hoy el peronismo para ofrecer. Y lo que se encuentra es un rompecabezas mal encastrado de tensiones internas que ya fracasó en el gobierno de Alberto Fernández. La candidatura de Jorge Taiana, un candidato que no era de nadie ni molestaba demasiado a nadie, fue la escenificación de ese tapón fabricado para que no creciera otro presidenciable. El peronismo hoy es un laberinto de liderazgos que se traban entre sí. Y los liderazgos no se ceden, se tienen que ganar en la calle y en las urnas.

Hay posibilidades, por supuesto, para que aparezca algún gobernador de la periferia o intendente bonaerense que se anime a romper este esquema de vetos e imposibilidades cruzados. También que surja alguien desde los márgenes del peronismo. En cualquiera de estas alternativas, tienen que mostrar capacidad de gestión y horizonte de futuro. Y un discurso basado en políticas públicas concretas que modifiquen la vida cotidiana. No se trata de renegar acá de las ideologías, que como el sol siempre están (y vaya si están presentes en Milei); pero ese anclaje debe desprenderse de las propuestas de gestión y no de la literalidad del discurso.

Hay un amplio electorado en disputa, al que hay que ir a buscar. Pero es imposible hacerlo proponiendo volver atrás. El peronismo tiene la obligación de generar una idea de futuro. Queda un hecho como marca: La Libertad Avanza triunfó en las provincias con las economías más dinámicas o con la promesa de tenerlas (el centro del país, Jujuy y la Patagonia norte ligada al petróleo). Encontrar un nuevo discurso que sea atractivo para esos sectores, con una mirada federal y desde abajo, parece ser una clave para disputar el poder en 2027.

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