La agroecología como alternativa transformadora

Bernarda Roldán. Ingeniera agrónoma.
'Uno tiene el edificio imaginado antes de que esté realizado el plano.
Y en la pintura es lo mismo: cuando uno tiene una idea, tiene el cuadro hecho'
Clorindo Testa
Existen diversas formas de hacer agricultura, que fueron cambiando a través del tiempo. El incremento de la producción agrícola transformó nuestra civilización, aceleró el crecimiento poblacional, extendió la urbanización y permitió que una parte de la humanidad trabaje en la producción de alimentos y otra se dedique a actividades diferentes, entre ellas, la ciencia, el arte, la industria, el comercio y la tecnología.
Esta división del trabajo que impulsó la revolución agrícola posibilitó que gran parte de la humanidad dejara de dedicarse a la agricultura para poder alimentarse, incrementó la productividad a través del trabajo especializado, disminuyó los costos de producción industrial y favoreció el desarrollo tecnológico, dando lugar al inicio del modelo capitalista, en el que los alimentos se convirtieron en una mercancía más. Comprender esta simplificación cronológica de eventos y conceptos proporciona las bases para analizar cómo fue el desarrollo en nuestro país, cuestionar el presente y proyectar el futuro.
Desde mediados de los noventa, la agricultura argentina se ha basado en la sucesión de monocultivos orientados al mercado de exportación. La desaparición de establecimientos productivos pequeños y medianos, el éxodo rural, una mayor concentración en la tenencia de la tierra, daños ambientales y sanitarios por el uso de agroquímicos son algunas de las externalidades de este modelo. En este contexto, la agroecología -entendida como ciencia y disciplina- aparece como una alternativa potencialmente transformadora que plantea una propuesta integral para una agricultura socialmente más justa, económicamente viable y ecológicamente apropiada.
Una de las cosas más atractivas de la naturaleza, de los entornos y de la vida en sí es el cambio. En este aniversario 160 de nuestro Chacabuco camino al bicentenario vamos a pensarlo y proyectarlo siguiendo algunos de los principios de la agroecología:
- Diversidad y bienestar: consiste en mantener e incrementar la diversidad de especies, la diversidad funcional y la diversidad de los recursos genéticos. Surge aquí la necesidad de aplicar técnicas y recursos no sólo en las unidades de producción (a través de políticas que lo fomenten), sino también en espacios y pulmones verdes en el entorno urbano. Recuperar el cinturón frutihortícola que caracterizaba las quintas en la zona periurbana. Generar espacios de recreación y pistas de salud como estrategias de salud pública. También proyectar barreras forestales que filtren el aire proveniente de las emisiones fabriles y zonas de deposición de residuos urbanos.
- Sinergias y eficiencia: implica conocer y comprender las interacciones entre los componentes del sistema productivo y del territorio. Se deben sincronizar las diversas actividades productivas e integrar, asociar, complementar y cooperar entre distintos actores; como por ejemplo, escuelas, institutos de formación técnica y profesional, universidades, asociaciones en el estudio y desarrollo de zonas de compensación ecológica rurales y urbanas.
- Reciclaje: minimizar el impacto ambiental de la generación de residuos, promoviendo su gestión adecuada y la valorización de materiales y nutrientes, el ahorro del agua, el uso de energías renovables. Apelar al deseo de una sociedad más consciente de sus necesidades reales.
- Resiliencia: término aplicado en relación a una mayor capacidad de recuperación luego de perturbaciones como fenómenos meteorológicos extremos, plagas y enfermedades o cambios de mercado. La resiliencia socioeconómica se fortalece con la organización social, la gestión de infraestructura adecuada y la diversificación y la integración productiva.
- Creación conjunta de conocimientos y diálogo de saberes: la transdisciplina es clave para generar innovaciones socio tecnológicas adecuadas a las demandas locales.
- Enfoque territorial e integración al paisaje: tomando en consideración el escenario de una continuidad en la disminución de la tasa de crecimiento y reposición demográfica a nivel mundial y nacional, sumado a posibles desplazamientos poblacionales, es factible imaginar una reconfiguración territorial mucho más profunda. Se basa en los siguientes puntos: su organización, es decir, una nueva jerarquización de funciones urbanas (valor del capital suelo, revalorización de espacios urbanos, áreas fabriles, áreas de esparcimiento, edificaciones de tipo vertical y aumento de asentamientos periféricos) trayendo consigo una absorción de habitantes de las localidades del partido hacia la ciudad cabecera; y la creación de grandes anillos productivos y turísticos (turismo rural) que unan ya no localidades sino parajes rurales. Estos anillos productivos serán indispensables para la salubridad ambiental de la ciudad.
No hay que olvidar que la tecnología se impondrá aún más que en la actualidad sobre las formas de producción agropecuaria. Alta precisión, robotización y automatización de la producción crecerán fuertemente, haciendo desaparecer la dicotomía entre lo moderno/innovador y lo tradicional/arcaico. Ante este escenario resulta imprescindible el trabajo sobre el fomento de valores como la cooperación, el respeto mutuo y a la identidad cultural y la solidaridad para establecer relaciones sociales justas en el desarrollo urbano, la producción agropecuaria, recolección, pesca, elaboración y comercialización.
Imagen: Federico Speziale
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