La cuestión de las delegaciones municipales

Recientemente, el escritor, articulista, e investigador Luis Gotte ha publicado un texto titulado 'Crisis del régimen de las Delegaciones Municipales bonaerenses'. Allí, el autor plantea cuestiones como el origen, el funcionamiento, el financiamiento y la autonomía de estas entidades. fogoneando un debate que, aunque no urgente, es necesario dar en nuestra Provincia.
'Las Delegaciones Municipales en la provincia de Buenos Aires son concebidas como entidades destinadas a representar al Intendente en las distintas localidades de un Partido-municipio. Estos espacios de descentralización están a cargo de un Delegado Municipal, que son funcionarios públicos que representan al Intendente, su función es gestionar los asuntos locales, coordinar con las autoridades municipales y atender las demandas de los vecinos. No forman parte de la Municipalidad, sino que dependen directamente del Intendente, quien los designa y remueve libremente', comienza planteando Gotte.
El origen
El escritor, coautor de "Buenos Ayres Humana, la hora de tu comunidad" Ediciones Fabro, 2022 y "Buenos Ayres Humana II, la hora de tus Intendentes" (en preparación) describe el surgimiento de estas entidades: La figura del Delegado tiene su origen en la época Virreinal, cuando los Cabildos de Buenos Aires y Luján, asignaban funcionarios judiciales llamados Alcaldes de la Santa Hermandad y Jueces Comisionados para administrar los intereses de la población local en los partidos de la campaña con competencias en materia de seguridad, justicia, hacienda y obras públicas. Con la Independencia, la supresión de los Cabildos y la organización nacional, se irá consolidando el régimen de Partidos-municipios, y se establecen las figuras de los jueces de paz y comisionados municipales. Estos últimos serán designados por el gobernador, con funciones similares a los funcionarios virreinales, pero con mayor dependencia del poder central'.
Primera Ley Orgánica
Gotte continúa con el desarrollo de las delegaciones una vez consolidado el Estado nacional: 'En 1884, se sancionó la primera Ley Orgánica de las Municipalidades, estableciendo la autarquía municipal y la división de poderes entre el Intendente y el Concejo Deliberante. Sin que se contemple la situación de las localidades que integran los municipios, dejando a criterio de cada intendente la forma de administrarlas. Así, surgirá una modalidad de gestión local denominada Delegaciones Municipales que se regirán por la Ley mencionada y una Ordenanza Municipal, estableciendo sus funciones, competencias, recursos y formas de elección del Delegado, que será de competencia indelegable del Intendente. Aunque en la década de 1990 se darán algunas experiencias donde se reconocerá el derecho a la elección del propio delegado a través de un voto no vinculante. Fue un verdadero triunfo para estas localidades que, muchas veces, no contaban con un representante dentro del Concejo Deliberante, por lo tanto, necesitan de una representación, y un Delegado electo supliría esta necesidad que es un derecho'.
Autonomía y representatividad
'Uno de los mayores obstáculos de este régimen es la nula autonomía y falta de recursos con la que operan las Delegaciones', opina el escritor, y agrega: 'Ellas dependen de las decisiones y fondos asignados por el Intendente, lo que limita su capacidad de respuesta ante las demandas locales. Además, la centralización del poder en manos del Ejecutivo dificulta la implementación de políticas acordes a las particularidades de cada localidad, impactando directamente en la agilidad y eficiencia de la gestión local'.
Además, Gotte ve como otro problema crucial 'la ausencia de participación vecinal y control en la administración de las Delegaciones. La designación y remoción del Delegado, según el aún vigente Decreto-Ley Orgánica de las Municipalidades 6769 de 1958, recae exclusivamente en el Intendente, sin intervención del Concejo Deliberante ni consulta a la población. Esta normativa, heredada de la dictadura militar del General Aramburu y del Contralmirante Rojas, genera desconfianza y descontento entre los vecinos al percibirse como un mecanismo que limita la representatividad y la transparencia en la gestión'.
En este sentido, el autor del artículo propone: 'La elección directa de los Delegados por parte de los pueblos emerge como una propuesta de cambio, buscando subsanar las deficiencias del régimen actual. Sin embargo, esta iniciativa enfrenta resistencias considerables. Por un lado, los intendentes temen la pérdida de poder y recursos que podría derivarse de una descentralización efectiva. Por otro lado, la legislatura provincial, encargada de aprobar reformas legales, muestra reticencia ante modificaciones que podrían alterar el status quo político'. Gotte profundiza en la cuestión: 'La propuesta electiva no solo aborda la necesidad de fortalecer la representatividad y legitimidad de los Delegados Municipales, sino que también se alinea con principios fundamentales de la democracia participativa y la soberanía de los pueblos. Permitir que los vecinos elijan a sus autoridades locales no solo mejoraría la relación entre gobierno y comunidad, sino que también fomentaría la rendición de cuentas y la transparencia en la gestión municipal y mejoraría la calidad de los servicios públicos.
Sin embargo, el escritor también ve que se presentan algunos desafíos y limitaciones, tales como: La falta de una normativa provincial que regule la elección de los delegados municipales; la falta de una definición clara del rol y las atribuciones de los delegados municipales, y de los mecanismos de control y rendición de cuentas de su gestión; la falta de recursos económicos, humanos y materiales para el desempeño de las funciones del Delegado, y para el desarrollo de las localidades que representan; la falta de coordinación y articulación entre el Delegado y el Ejecutivo municipal y provincial, para la resolución de los problemas comunes y la implementación de políticas públicas integrales; la falta de representatividad y pluralismo de los delegados municipales, que en muchos casos responden a intereses partidarios o personales, y no a las necesidades y demandas de los vecinos.
Finalmente y a modo de conclusión, Gotte afirma: 'las delegaciones municipales son una instancia clave para el desarrollo local y la calidad de vida de los vecinos, pero también son una fuente de conflictos y desafíos que requieren de cambios normativos e institucionales. La elección del Delegado por el intendente o por el pueblo es una cuestión que debe debatirse y que involucra a todos por igual'.
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