La esquina de Capellano

En la intersección de avenida Saavedra y calle 9 de Julio están demoliendo una vieja construcción, después de estar varios años desocupada. Ya quitaron los techos, están a punto de tirar abajo las paredes y, cuando terminen con eso, van a sacar los pisos hasta que sólo quede la tierra. Esa esquina es un sitio con historia, donde a principios de 1930 solía haber una concesionaria Ford, y después, a comienzos de los años cuarenta, pasó a haber un almacén de ramos generales a cargo de los hermanos Capellano.
Raúl Salvatierra, perito mercantil, hace 60 años que está en la avenida Saavedra, a metros de la esquina de los Capellano, desde febrero de 1964, en un estudio contable. Se recibió en 1963 del comercial diurno, en noviembre, cuando se produjo el asesinato de Kennedy (presidente de Estados Unidos), y en febrero de 1964 empezó a trabajar en la misma oficina en la que está ahora, con el contador Hugo Zanlungo.
Se suele decir que en la esquina de Capellano, ahí en la intersección de avenida Saavedra y calle 9 de Julio, había un corralón, pero en realidad era otra cosa; sabemos por Salvatierra que, más bien, era un almacén de ramos generales: vendían cosas de almacén, de ferretería, materiales de corralón, de todo. Era el famoso almacén de ramos generales, tipo de proveeduría y lugar de encuentro para paisanos y viajeros de las localidades rurales. Esos lugares habían surgido a fines del 1800, principios del 1900, en el contexto de los cambios dentro del sistema productivo capitalista, y relacionado al aumento de población y la expansión de las necesidades sociales; había un cambio en la cadena de producción, distribución y consumo, que culminó precisamente con la aparición del almacén de ramos generales. En esos lugares, se proveía a la gente de víveres, enseres, herramientas, ropa, combustible, semillas, animales domésticos, animales de laboreo y de tiro, carretas, e incluso alguna medicina de uso libre. Y dentro de todo eso, los Capellano también tenían un corralón con materiales de construcción, con unos terrenos que estaban ahí mismo en la esquina, y además en otro terreno que estaba en el frente, sobre la calle 9 de Julio. Entre la esquina y el terreno de enfrente, tenían lo del corralón, con mucha arena y muchas piedras; y en la parte de ramos generales se vendía ferretería, cosas de almacén, herramientas para el campo, lo que hubiere.
Salvatierra nos cuenta que 'yo cuando vine acá, el almacén de ramos generales de los Capellano ya estaba, es decir que por lo menos al iniciarse la década de 1960 ya estaban ahí; cuando yo llego, el almacén ya era viejo. Por ese entonces, en 1964, el más grande de ellos era un señor que se llamaba Hildo Capellano, que era el de más edad, y era el más conocido. Estaba su hermano también, y eran ellos dos. Después vinieron los hijos. Cuando yo llego en 1964, ellos serían hombres de aproximadamente cincuenta años o más, yo tenía diecisiete años, y para mí ellos eran gente grande. En aquella época era distinto, uno los veía viejos a personas de cincuenta años. Los Capellano eran muy buena gente, han hecho tantas cosas buenas por el pueblo … eran excelentes personas, buenos comerciantes, favorecían a los vecinos. En aquella época era muy común que la gente pagara a los tres, cuatro o cinco meses… estaba la libreta, las personas llevaban las cosas que compraban y los Capellano se lo anotaban en la libreta, y después cuando podían lo pagaban. Se anotaba en la libreta. Por esos días, me acuerdo que vinieron los famosos bonos del 'empréstito 9 de Julio', de Alsogaray, y los Capellano eran uno de los pocos que le aceptaban a la gente esos bonos al valor nominal, se los cambiaban al valor nominal, es decir, no le hacían quita, porque la gente sólo tenía ese bono, no tenía dinero en efectivo, entonces, eran personas de trabajo que iban a los comercios con ese bono, y en general, los comercios les hacían una quita importante por esos bonos, pero me acuerdo muy bien que los Capellano no les restaban ni un solo peso a la gente. En aquella época, los empleados públicos, principalmente me acuerdo que maestros y policías, cobraban todo en bonos, a lo mejor alguien más también, y claro, tenían que ir a comprar con los bonos, porque únicamente tenían eso. Y los Capellano se manejaron muy bien con los vecinos, no especulaban; eran muy buena gente, los que los conocieron tienen el mejor recuerdo de los Capellano'.
Sobre este mismo tema, Oscar Cane, próximo a cumplir cien años de edad este 25 de Mayo de 2024, confirma que los Capellano eran muy buena gente, personas muy honestas: 'Hildo Capellano, el que jugaba a la paleta, era excelente persona, jugaba a cancha cerrada en el Club Social' refiere Oscar Cane, y afirma que la concesionaria Ford pertenecía a 'los Manini', y que ya estaba cuando él tenía seis o siete años, es decir, para 1930.
La señora Amelia Blaiotta de Capellano, esposa de Miguel Capellano, nos facilita la fotografía de la concesionaria Ford que acompaña esta nota.
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