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La lluvia, el calor y el viento en el camino al Bicentenario

05/08/2025
La lluvia, el calor y el viento en el camino al Bicentenario

Las grandes ciudades del mundo se encuentran cada vez más amenazadas por diversos fenómenos meteorológicos, producto del cambio climático global y la rápida urbanización. Esto afecta a sus habitantes, quienes, con distintos grados de vulnerabilidad, están expuestos con mayor frecuencia a eventos extremos. Sin embargo, esta problemática no es exclusiva de los grandes conglomerados urbanos: las recientes lluvias extremas e inundaciones en Bahía Blanca y Zárate, en la provincia de Buenos Aires, y en Vera, en Santa Fe, así lo demuestran.

En este contexto, las ciudades más pequeñas enfrentan mayores dificultades para acceder a datos e investigaciones sobre el tiempo y el clima, lo que complica tanto la evaluación de la peligrosidad de estas amenazas como la implementación de medidas específicas. En cambio, en esta escala, existen mayores posibilidades de participación transversal, lo cual representa una oportunidad valiosa.

Para comprender y mitigar este tipo de riesgos, no solo es necesario identificarlos y priorizarlos, sino también integrar diversas capacidades. Por un lado, resulta clave incorporar herramientas tecnológicas avanzadas, como sistemas de alerta temprana de alta resolución y precisión, modelos computacionales basados en física e inteligencia artificial, y observaciones de campo. Por otro lado, es fundamental considerar las experiencias vividas, las percepciones y los niveles de sensibilización de la población, así como las prácticas, planes y estrategias de comunicación de los gestores del riesgo hidrometeorológico.

Las proyecciones climáticas no son muy alentadoras. Los modelos y las predicciones son cada vez mejores, por lo que habrá mucha más y mejor información para comunicar. Pero la última milla, la llegada, dependerá enteramente de la ciudad. El partido determinante se jugará en el territorio. Por eso, hay que prepararse

Para abordar esta agenda en camino al Bicentenario, Chacabuco debería pensarse como una ciudad intermedia, con áreas urbanas diversas tanto en lo socioeconómico como en lo ambiental. Es necesario adoptar una mirada más amplia, que permita anticipar y mitigar los impactos. Si ya se vivió el agua entrando en las casas, el calor que no afloja durante la noche o el viento volando chapas, ¿por qué no pensarse de nuevo en esa, pero en una ciudad más grande y más compleja?

No se trata de empezar de cero. Existen múltiples experiencias y esfuerzos que vale la pena recuperar y sintetizar. Pero, si el desafío es proyectar hacia el futuro, entonces es necesario clavar una estaca. ¿Por dónde avanzar? ¿Qué se puede hacer desde hoy? Mucho: observar, medir, cuantificar; concebir el problema desde el paradigma del antes, durante y después del evento extremo; apostar por la formación de capacidades locales; pensar la intersección entre lo urbano y lo rural, entre otras acciones. Si se avanza en esta línea, la próxima estaca podrá clavarse varios pasos más adelante.

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