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La misma nueva historia

21/12/2023
La misma nueva historia

Por Marcelo Chata García

No, no es la peor crisis de la historia, ni el fruto de 70 años de esto o 40 de lo otro. No es algo nuevo y entonces hay que darle una oportunidad a ver qué pasa. Ni es que no haya más remedio que pasar por un periodo de ajuste difícil y luego vendrá la prosperidad. Todo eso ya lo han dicho en distintos momentos históricos Alsogaray, Krieger Vasena, Martínez de Hoz o Domingo Cavallo. No es más que un recurso retórico para justificar paquetes de medidas de ajuste que agravan la situación de la mayoría de la población. Tampoco fuimos la primera potencia mundial en el 1900 ni probablemente lo seamos dentro de 35 años yendo por un camino que destruye nuestra industria y extranjeriza nuestros recursos.

La escuela podría revisar y poner a consideración la repetición de este tipo de medidas que lleva adelante el actual gobierno. Sin embargo, se produjo una operación crucial: la deslegitimación de la enseñanza de las ciencias sociales acusando a todo docente que lo hiciera de 'adoctrinamiento'. Como resultado, la formación del ciudadano quedó en manos de los medios de comunicación concentrados y de los intereses económicos que manejan los algoritmos en las redes sociales. Se atacó la formación en la pluralidad del sistema educativo. Las fallidas políticas en educación de los gobiernos anteriores mantuvieron bajas las competencias en lecto-escritura, ciencias y matemáticas, lo que tampoco favorece la reflexión sobre temas complejos y promueve la aceptación de fórmulas sencillas y del pensamiento mesiánico.

No niego que estemos en crisis. Los elevados índices de pobreza e indigencia, la inflación, la caída del salario o el estancamiento del PBI lo evidencian. El origen de la crisis debiera buscarse en la restricción externa, que no es la primera vez que la padecemos (1890-1930-1952-1988 por dar algunos ejemplos), y que es común en países agroexportadores y semidesarrollados como Argentina. La restricción externa es la falta de divisas internacionales (dólares) que precisa su país para hacer funcionar su economía. 

Varios son los motivos que agravan la restricción externa en nuestro país: la caída de los precios internacionales de los productos primarios, la sequía, una abultada deuda externa y la imposibilidad de acudir a más crédito internacional, el déficit energético… Frente a la falta de divisas, la presión de los grupos sociales por apropiarse de los pocos dólares que hay hace que la moneda suba arrastrando a los precios. Las corporaciones internacionales precisan dólares para remitir a sus casas matrices, el sector financiero los reclama para cancelar deuda, los sectores con capacidad de capitalizarse para remitirlos al exterior, los sectores industriales para comprar insumos o bienes de capital, las clases medias para consumo (viajes al exterior, bienes importados) y para ahorro. Los sectores exportadores no están dispuestos a liquidarlos si no es al mejor postor.

Frente a la restricción externa, para mantener el nivel de actividad, el gobierno anterior no hizo una política distributiva -que sería cobrar impuestos a los que más tienen para reingresarlos en otros sectores-, sino una política expansiva: aumentar el circulante en pesos; lo que agravó la presión sobre el dólar. El actual gobierno, en cambio, aprovecha la crisis para beneficiar al capital más concentrado: el financiero, el trasnacional y el agroexportador. Sus medidas de ajuste no reducen la pobreza –más bien todo lo contrario-; atacan lo que parecen ver como un exceso de clases medias. Van por esos dólares que las clases medias tienen ahorrados y que deberán gastar para pasar el ajuste hasta la llegada del paraíso prometido. Como si te sacudieran de los tobillos al grito de 'vos no sos un argentino de bien' hasta que se te caiga el último billete de tus ahorros. Ya lo hicieron con la devaluación, con la baja de la tasa de interés de los plazos fijo, como en otro tiempo lo hicieron con el corralito o el plan bonex (si no es que vuelven).

En el horizonte a mediano plazo, nuestro país va a superar la restricción externa: mejores cosechas, litio, minería, Vaca Muerta. Pero siguiendo las medidas de gobierno, para entonces –como resultó de tantas otras crisis- la economía va a estar más primarizada y extractivista (destrucción de sectores industriales), más extranjerizada (pérdida de soberanía sobre territorios y recursos), con mayor dependencia (interrupción de los avances científico-tecnológicos nacionales en rubros estratégicos), más concentrada (liquidación de las empresas públicas), con un Estado más débil (menos capacidad de control en el cuidado del medio ambiente y la biodiversidad), más desigual.

A algunos les va a ir bien, van a conseguir instalarse en los pocos rubros que se aventajan; a muchos mal. Deseo que no sea necesario que te vaya mal para darte cuenta de lo injusto de las medidas y la corrosión que hacen al país.

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