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La semiótica del león

13/11/2023
La semiótica del león

(*) Por Marcelo Chata García 

La estrategia semiótica tiene dos aspectos importantes. Lo que con Wittgenstein podemos llamar el 'juego del lenguaje' donde se inserta la comunicación; es decir, las formas del hablar que resultan familiares. Y, siguiendo la teoría de la enunciación de Benveniste, el destinatario modelo, aquel espectador promedio al quien se dirige el discurso.

Si analizamos la estrategia utilizada por Javier Milei en el debate presidencial, su postura, sus gestos y las fórmulas discursivas utilizadas remiten a las redes sociales: risita sarcástica, comentario irónico, generalizaciones vacías… Hablar de los 100 años de historia argentina es apuntar al desconocimiento de esa misma historia y de que en el transcurso de la misma se han implementados muchas políticas económicas, incluso algunas de las que propone hoy Milei; o de que siempre se habló de crisis y elecciones 'más importantes de la historia'. Ni hablar de los '8 países del mundo que son ricos porque aplicaron las políticas liberales'. No queda claro ni qué países, ni qué políticas, pues menos se conoce la historia de otras naciones.

En las redes sociales las discusiones políticas se limitan a lo que comúnmente se llama 'chicana'. Las chicanas reducen un tema complejo a una fórmula que busca ser efectiva más que cierta, sencilla de entender y de asumir como válida desde los prejuicios o el sentido común ya instalados. Suelen enunciar algo que parece tan evidente que no admite objeción. El truco de la chicana es que desentrañar el reduccionismo que la hace efectiva obliga al otro a entrar en un terreno de explicaciones complejas para las cuales ni las redes sociales ni los medios masivos son soportes adecuados.

Fórmulas sencillas como la distinción tajante entre los buenos y los malos también es típica del universo de sentido de las redes sociales, o de las películas infantiles de héroes y villanos. La corrupción se vuelve así posible de identificar con un partido, o grupo político en lugar de comprenderlo como un fenómeno transversal. Y de erguirse uno mismo como impoluta personificación de la moral.

En todo caso son estrategias, retóricas que apuntan a ingresar a un juego de lenguajes, de códigos, de formas de pensar la realidad que se supone es la que tiene la mayoría de los espectadores. Por cierto, Massa también se prendió en ese intercambio donde lo que se buscaba es el efecto en las redes.  Sin embargo, en la postura, en la explicación de los programas políticos, en la forma de mirar a la cámara y de interpelar al televidente, Massa le habló al 'ciudadano', a alguien que está sopesando plataformas políticas.

No por nada, en una entrevista muy difundida en los últimos tiempos Milei hablaba del éxito de un dibujo donde un león abrazaba a un pato y a un gato. Es evidente que le da mucha importancia a las redes y al éxito que tiene infantilizar la discusión política. 

Recuerdo que Durán Barba cuando asesoraba a Macri en 2015 decía que el electorado actuaba como simio. Del debate actual se deduce que Milei asume que el electorado no razona más allá de un meme; en cambio Massa confió en el razonamiento del ciudadano.  El tema será ver quién acertó más su 'destinatario modelo' al destinatario real que estaba siguiendo el debate.

(*) Contrarreloj, al cierre de la redacción, el Lic. en Comunicación Social (UBA) y docente universitario, Marcelo Chata García, analiza los discursos de Javier Milei en el debate presidencial, a una semana del balotaje que define dos modelos antagónicos de país. 

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