Las primeras escuelas de Chacabuco y lo que costó ponerlas en marcha

La fundación de Chacabuco fue dispuesta a través de un decreto emitido el 5 de agosto de 1865, el 7 de enero de 1866 fueron puestas en funciones las autoridades del nuevo partido y menos de un mes después, el 5 de febrero, comenzaron las tareas de mensura del pueblo Guardia Nacional.
Pasó muy poco tiempo de aquello para que en esa comunidad naciente se comenzara a trabajar en un servicio de educación pública. En efecto, en una reunión realizada el 6 de noviembre de 1867 la Comisión Municipal del partido decidió propiciar la fundación de tres escuelas. La primera tendría como zona de influencia a los cuarteles I y VI, la segunda atendería a alumnos del Cuartel IV y la tercera estaría en el Cuartel V.
Escribió el profesor Oscar Melli que la iniciativa fue transmitida al Ministerio de Gobierno de la provincia de Buenos Aires por el juez de Paz interino, Manuel Lescano, a través de una nota en la que destacaba la ayuda desinteresada ofrecida por Francisco Duberty y José María Varaona, integrantes de la Comisión Municipal.
'Debo participar a V.S. que el señor Duberty ha ofrecido construir por su cuenta una casa de ladrillos con dos habitaciones y demás en el campo de su propiedad que sirva para ese objeto, y ayudar con sus vecinos al sostén y sueldo del preceptor; y que don José María Varaona, en unión con el vecindario de los cuarteles IV y V, se compromete a dar casa, manutención y sueldo a cada uno de los preceptores', escribió Lescano en la carta enviada al ministro de Gobierno, que era Nicolás Avellaneda.
Además, el juez de Paz informaba que el Municipio se ofrecía a subvencionar a cada preceptor con una mensualidad de 300 pesos para cada uno. La nota finalizaba solicitando autorización para avanzar con el proyecto, así como la provisión de útiles y libros para las escuelas.
La misiva enviada desde Chacabuco llegó al Departamento de Escuelas de la Provincia, cuyo titular se llamaba Luis de la Peña. Desde allí se emitió un informe que era altamente elogioso hacia las autoridades de Chacabuco. 'Es el único ejemplo que se presenta de esta clase en toda la provincia', se expresaba.
El informe favorable del Departamento de Escuelas hizo que el gobernador Valentín Alsina autorizara el funcionamiento de las escuelas y dispusiera la provisión de libros y útiles. Sin embargo, las cosas no siempre son tan rápidas y la población de Chacabuco debió esperar unos años más para ver en funcionamiento los establecimientos educativos.
No se sabe bien qué pasó, pero lo cierto es que el tiempo pasaba y los útiles y la bibliografía no llegaban. La Comisión Municipal se tomó un tiempo prudencial para insistir en el tema y recién en agosto de 1870 se dirigió al gobierno provincial para solicitarle 'la entrega de útiles necesarios para la planeación de tres escuelas que acordó la Corporación Municipal el 6 de noviembre de 1867 y para dos escuelas más' que se habían proyectado.
Ante la falta de una respuesta rápida, y para tratar de acelerar los tiempos, el secretario de la Comisión, Enrique Thougnon, fue enviado a Buenos Aires por dos semanas, con un viático de 200 pesos diarios. En la Capital Thougnon se entrevistó con funcionarios del Ministerio de Gobierno y del Departamento de Escuelas, y regresó a Chacabuco con el compromiso de que pronto llegaría todo el material que hacía falta.
Sin embargo, como ya había sucedido, en los meses siguientes no pasó nada y recién el 22 de septiembre de 1871, durante una sesión de la Comisión Municipal, Varaona anunció que efectivamente comenzarían a funcionar dos escuelas, una de varones y otra de niñas, destinadas a alumnos de los cuarteles I, III, IV y VI.
Para la dirección de la escuela de niñas fue designada María Bordenave de Cacho, mientras que la de varones estaría a cargo de don Juan Ceuninck. En esa época no se les llamaba maestros, sino preceptores, y los sueldos que se les asignaban eran de 600 pesos moneda corriente. Con el tiempo, iniciaron sus actividades otros establecimientos educativos.
La Comisión decidió que si por motivos de fuerza mayor, sobre todo de índole económica, la Municipalidad no podía cumplir con el pago de los salarios, las escuelas podrían continuar funcionando como establecimientos particulares. De hecho, poco tiempo después las dos únicas escuelas de niñas que tenía el pueblo funcionaban a través de los pagos que hacían los padres de las alumnas.
Relacionadas
