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Los primeros pasos de Raúl Garello detrás del 'sublime sonido' del bandoneón

24/02/2024
Los primeros pasos de Raúl Garello detrás del 'sublime sonido' del bandoneón

Cuando tenía 9 años, Raúl Garello se hallaba con amigos parado en una esquina de Chacabuco cuando vio venir en bicicleta a otro amigo, Obdulio San Martín, que traía en el portaequipajes un estuche negro de madera. Todos le preguntaron qué traía y cuándo les dijo que llevaba un bandoneón le pidieron que se los muestre, pues muchos no sabían de qué se trataba. A media cuadra de esa esquina estaba la carpintería de un tío de Raúl. Hacia allí fueron y cuando San Martín abrió el estuche, todos se sorprendieron al ver y oír el instrumento. Ese, diría luego Garello, fue su primer acercamiento al 'sublime sonido del bandoneón', del que quedó prendado por el resto de su vida.

Igual, deberían pasar un par de años para que empuñara un fueye. Ello sucedió a partir de que empezó a tomar clases con un vecino del barrio, Salvador Criscuolo. 'Era un italiano que también era luthier, porque arreglaba violines y guitarras. Aparte, tenía una carpintería y criaba canarios', recordó el maestro, que en ese momento tenía 11 años.

'Después pasé al centro', agregó, en referencia a que comenzó a tomar clases con don Héctor Marsiletti, pianista y director de una conocida orquesta de la época, que tenía su academia en la zona céntrica de la ciudad. A partir de ese momento, Raúl comenzó a ensayar basándose en arreglos y orquestaciones de compositores importantes de ese tiempo.

'Para mí eso era un placer, porque podía tocar lo que se escuchaba después en la radio', contaba.

Lo que le restaba de adolescencia lo pasó con el maestro Marsiletti, hasta su posterior partida a Buenos Aires en busca de un futuro musical. Antes de despedirse de Chacabuco, Garello compuso y estrenó su primer tango, cuyo título, premonitorio, fue 'Para que vayan sabiendo'. Para realizar la creación contó con la ayuda en los arreglos de un violinista y trompetista que era compañero de orquesta, Francisco Legnazzi.

Su llegada a la Capital fue en 1954, cuando tenía 18 años. El objetivo era estudiar Derecho, pero 'fue debut y despedida', bromeó años después, en relación a su fugaz paso por los claustros universitarios. En realidad, lo que le interesaba era la música.

'Me fui a Buenos Aires porque necesitaba aclararme algunas cosas y que me contestaran algunas preguntas que se podía hacer un mocito que está escribiendo', diría después. Así fue cómo, a poco de haberse instalado en la Reina del Plata, se enteró de que el maestro Roberto Firpo estaba probando bandoneonistas, y no dudó en presentarse. Así recordaba esa situación.

'Yo en ese momento estaba parando en Montevideo y Cangallo, y el maestro vivía en la calle Callao. No tenía laburo ni nada, así que llamé a lo de Firpo y me citaron para que vaya a Callao, que estaba a dos cuadras de donde vivía. Así que fui con el bandoneón y el primero que me atendió fue el hijo, que también se llamaba Roberto Firpo'.

'En ese lugar había dos pianos, uno a la par del otro, y en el medio puso un atril, sin música, y fue a los bifes de entrada. Me dijo que saque el bandoneón y trajo un Istonio, que eran unos cuadernos gordos de papel pentagramado en los que se escribían los temas. Abrí la primera hoja y aparecía un tango que se llamaba 'Estoy penando'. En realidad, estábamos penando los dos: el tango y yo (risas)'.

'Eso fue en un mes de diciembre y hacía como 40 grados y ellos estaban probando bandoneones para ir a tocar a Uruguay a fin de año a hacer dos o tres conciertos. Entonces, cuando yo estaba por empezar a tocar, apareció don Roberto,el viejo, el prócer, en calzoncillos, porque hacía un calor bárbaro, y se sentó en el otro piano y me dijo: 'Vamos, pibe'. Así empezamos, los dos pianos y yo. Tocamos la primera parte y cuando terminamos la segunda y estábamos por volver a la primera don Roberto se levanta, baja la tapa del piano, y le dice al hijo: 'Para mí está, seguí vos'. Ahí terminó la audición. Y mi primer laburo fue el 31 de diciembre de ese año, 1954, en Paysandú, Uruguay con el cuarteto de Roberto Firpo'.

Raúl Garello formó parte de la orquesta de Firpo hasta finales de 1955.

Años después, y recordando sus comienzos en Buenos Aires, y especialmente al primer tango que compuso, 'Para que vayan sabiendo', el maestro decía: 'El título era algo presuntuoso y premonitorio de algo que uno no sabía ni en sueños que iba a pasar. ¿Qué quiere decir eso? Este comentario que hago sería sobre todo para los jóvenes: hay que saber sentir, aprender a sentir y no tener miedo de ambicionar todo. Eso sí: estudiando y laburando. Si uno sueña y acompaña los sueños con trabajo y con estudio, puede tener una chance en la repartija'.

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