Los viajes a Europa de la alta sociedad de Chacabuco

En su libro 'Chacabuco en los años '30', el profesor Rodolfo Rodríguez cuenta que en los primeros años del siglo pasado las familias de alta alcurnia de la Argentina y Chacabuco tenían como destino de sus vacaciones a Europa, mientras que los sectores medios y bajos no solían tomarse días de descanso. Sin embargo, desde los años '20 comenzó a difundirse con más fuerza el turismo dentro del país.
Por esos años, los principales destinos nacionales para ir a vacacionar comenzaron a ser Mar del Plata y las sierras de Córdoba, que no sólo contaban con playas y ríos, sino también con espacios de recreación y encuentro como clubes, casinos y cines en los que podían verse películas de reciente estreno que tardaban largos meses en llegar a las ciudades del interior.
Igualmente, la alta sociedad de Chacabuco siguió realizando frecuentes viajes a Europa. El libro de Rodríguez menciona como ejemplo una recorrida que el empresario Mateo Muro realizó por distintas ciudades del viejo continente entre 1934 y 1935. Las crónicas de su viaje quedaron retratadas en mensajes semanales que enviaba para su publicación al periódico Chacabuco, los cuales reunió luego en un libro titulado 'Cruzando la civilización'.
Señala Rodríguez que la agudeza de las observaciones de Muro se pueden advertir en una de las notas, cuando refiriéndose al panorama que veía en la Alemania de 1934 advierte la existencia de 'hombres, mujeres y niños con trajes civiles hitleristas en formación de cuerpos', los cuales 'marchan por las calles cantando y haciendo ejercicios'. Para el cronista, 'marca esto la impresión más completa de estar en vísperas de otra guerra'.
Por esos tiempos también paseaba por Europa la familia Sanz, que desde España enviaba notas y postales al director del bisemanario Chacabuco.
El libro acude además a la revista 'Vida y sport', que se publicaba en esos años y contenía muchas notas sociales que se referían, no sin cierta sorna, a la vida y los viajes de las familias de Chacabuco. Una de ellas alude a 'las chicas de Callone', las cuales, expresa, en un viaje por Europa habrían conquistado a dos italianos 'cultos y elegantes' que prometieron visitar la Argentina y Chacabuco.
'Ese viaje por el Viejo Mundo -escribió Rodríguez- fue, según la tradición, lo que llevó al padre de las acaudaladas señoritas Callone a construir un petit-hotel de estilo italiano para agasajar a aquellos e impresionarlos, pues uno de los italianos pensaba venir a Chacabuco y desposar a una de sus hijas. En verdad, el europeo no arribó nunca, pero quedó como testimonio de arquitectura italiana la señorial residencia sobre la calle Moreno, que se distingue todavía sobre esa arteria de la ciudad. Un refinado mobiliario, mármoles, arañas boiserie, pinturas y los frescos de plafond evidencian el nivel social de la familia que pasaba largas temporadas de vacaciones en Europa'.
Volviendo al turismo nacional, escribió el historiador que la posibilidad de tomarse vacaciones se vio impulsada en las clases media y baja a partir de la sanción, en 1934, del sábado inglés, así como las vacaciones pagas, que desde 1932 beneficiaron a los afiliados al Sindicato de Comercio.
Por aquellos tiempos, en los medios gráficos locales el Expreso Villalonga publicitaba viajes a Mar del Plata con estadía en hoteles de 'cinco categorías y una especial'. A su vez, propietarios cordobeses de casas o residenciales ofrecían sus inmuebles en alquiler en localidades como Alta Gracia, La Falda o La Cumbre. En defensa de hacer turismo en la Argentina, un medio de la época, la revista El Hogar, señalaba en una de sus ediciones que 'el viaje a Europa debe dejar de constituir el objetivo de los ricos y el ideal de los pobres que aspiran a un mejor estado de fortuna para alcanzarlo'.
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