Marcas registradas

En los últimos años se han multiplicado las ofertas turísticas en todo el interior de la provincia de Buenos Aires. Para quienes nacimos en el siglo pasado fue difícil entender que se puede pensar en turismo más allá de la playa, el río o la montaña. Por cierto y por suerte, esto ya definitivamente se ha modificado en el imaginario colectivo y desde hace largo rato abundan propuestas para planificar salidas en el día o aprovechar fines de semana tradicionales o largos. En ese contexto, la actual gestión municipal ha comenzado a hablar mucho del fomento del turismo y sin dudas es necesario agudizar el ingenio para gestionar y ampliar una oferta que pueda ser atractiva. No puede dejar de considerarse que este tipo de iniciativa es una herramienta para darle impulso a la economía doméstica de los chacabuquenses. Solo a modo de disparador, a riesgo de un enunciado no taxativo, vale recordar que en nuestra cabecera del partido tenemos la laguna de rocha, una exclusiva cancha de golf de 18 hoyos, un circuito de karting, la pista de ciclismo y una sala de teatro como muy pocas ciudades a la redonda pueden ofrecer. Pensando en los atractivos que puede ofrecer Chacabuco, de inmediato se nos viene a la mente 'marcas registradas' de helados, chacinados, pastas, molinos harineros cuyos productos están en las principales góndolas del país, alfajores, galletitas y mucho más. La tendencia, en otros lugares, en otras provincias históricamente identificadas con el turismo, es concentrar todas esas propuestas en un paseo público al que puedan llegar quienes decidan visitarnos. Es un círculo virtuoso, un desafío, una apuesta posible para recrear la esperanza.