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MIENTRAS SE VIVE

11/12/2025
MIENTRAS SE VIVE

Por Juliana Chacón

 

Un día como hoy, hace 105 años, nacía la más grande escritora de la literatura moderna brasileña: Clarice Lispector. Su singularidad reconocida póstumamente, entre otras cuestiones, por su falta de respeto a los límites de los géneros, el desborde de lo periodístico y ficcional, la porosidad de los ensayos y relatos memorísticos, sus cuentos, sus novelas, su poesía permeándolo casi todo, pueden leerse en Cerca del corazón salvaje (1943), Lazos de familia (1960), La legión extranjera (1964), Felicidad clandestina (1971), Dónde estuviste de noche (1974), El viacrucis del cuerpo (1974), Agua viva (1974), La ciudad sitiada (1949), Un soplo de vida (1978), La araña (1946), La hora de la estrella (1977), La manzana en lo oscuro (1961), La pasión según G.H. (1964), Un aprendizaje o el libro de los placeres (1969), los artículos y notas publicados en distintos periódicos que aparecen reunidos en Revelación de un mundo (1984) y Descubrimientos (1984).

La llegada de Clarice a mis lecturas vino de la mano de la profesora de Didáctica de la Enseñanza. No había casi traducciones al español. Ya entonces algo de su escritura me llamó la atención, su forma de comprender (no comprender, diría ella) el mundo, su lenguaje, su música. Intenté leerla en portugués pero fue inútil.

Muchos escritores y muchas escritoras realmente logran conmover a los lectores, son admirados, interpelan, emocionan, más allá de sus dotes eruditas o intelectualoides. Confieso: solamente leí llorando a Clarice. Hay algo en ella que me atraviesa. Me fascina su voz. Invito una y otra vez, casi obsesivamente a leerla. Creo que los lectores tenemos también ese tipo de presentaciones: Soy quien lee a X o a Z. Yo confieso: Yo soy la que leyó a Clarice llorando, la que la lee desde que la descubrió, la que corrió a buscar sus libros cada vez que salía uno nuevo en nuestro idioma. La leo, la releo, la subrayo, porque dice de mí lo que no puedo.

Ya hace 105 años que nacía esta mujer ucraniana que luchó por su ciudadanía brasileña inclusive cuando ya había publicado en esa lengua. Una escritora enigmática, que rechazó los círculos literarios, que asistió en cambio a encuentros de brujas, que escribió para sobrevivir en la pobreza, que decidió dejar la trivial vida diplomática y a su marido para volver a Brasil, que salía a caminar y se encerraba en el cuarto de algún hotel de mala muerte a escribir.

Clarice, la que nació de parto propio, a la que invoco cada vez que necesito, la que siempre me recuerda que 'El vivir tiene esas cosas: uno de vez en cuando se queda en cero. Y todo eso es mientras tanto. Mientras se vive'. Un millón de citas más van intercalando mi vida, como si fuera una amiga que me dice algo, el pulso de la literatura que se va metiendo en el devenir propio de la vida, que permite poner palabras cuando no se las tiene, la que está detrás de la propia escritura. La que siempre dice:

'Lo que te estoy escribiendo no es para leer, es para ser'.

 

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