Milei quiso anclar expectativas, pero las fijará el FMI

Por Julián Ramundo 

Hasta comienzos de año, euforia en la bolsa mediante, al Fondo Monetario lo mirábamos de costado. El Gobierno estaba fuerte en varios sentidos, pero bastante en el plan financiero o de deuda externa. La posición argentina era: 'Después de las elecciones lo que quieras, pero ahora sigo pisando el dólar para bajar la inflación es que es lo único que me importa para ganar la elección legislativa'

Diez días antes de que asuma Trump empezó el cambio de tendencia, producto de que crecía la incertidumbre sobre la guerra comercial mundial anticipada por el mismo presidente de la economía más poderosa de la tierra y por las crecientes dudas sobre la bicicleta financiera que tomaba dimensiones peligrosas (Carry Trade). Por si fuera poco, se deprimía el precio de la soja y los argentinos reventaban la tarjeta de crédito en Brasil. 

Muchos analistas lo comentaban, Argentina estaba fuerte para adentro, pero ante cualquier evento internacional estaba desnuda. ¿Por qué? Porque le faltaban reservas. ¿Y por qué no pudo acumularlas si Vaca Muerta está más viva que nunca? Porque el Gobierno eligio el doble-cepo que implicó que además de fijar el tipo de cambio oficial, también se acomodase el libre (MEP, Contado con Liqui y BLUE) vendiendo en la bolsa parte de los dólares de las exportaciones. 'Completo, pan y manteca', decía mi viejo. 

Marzo 2025, el mundo cambió y para mal. Estados Unidos tiene un problema de deuda gigante que, básicamente, le hace ser menos competitivo que China. Los inversores financieros de los bonos y acciones argentinas se asustaron por Trump y se fueron a los botes comprando oro, plata y acciones chinas. Esto impidió que el Riesgo País de Argentina siga bajando y para renovar la deuda externa por si solos (sin FMI) tenemos que esperar a que pase la tormenta mundial. Pero lo que no puede o quiere el Gobierno es llegar así a las elecciones y que el mercado le clave una devaluación. 

Por eso, volvemos al Fondo, donde si llegás con la lengua afuera, los que se frotan las manos, son ellos.