Parecía una buena IDEA
Por Marcelo Chata García
Del 15 al 17 de octubre, se realizó en Mar del Plata el Coloquio de IDEA (Instituto para el Desarrollo Empresarial Argentino), un evento que reúne empresarios y directores corporativos de las empresas más importantes de Argentina. Su 61° edición llevó por rutilante título: 'Juega Argentina, a competir, producir, innovar'. Mientras Trump nos da por muertos, los CEOs se coachean para salir a la cancha. Aunque el slogan parece ocultar un 'siempre y cuando...' En definitiva, se trata del punto de vista de sus intereses expresados como si fueran intereses de las mayorías.
Hace un año entusiastas de Milei, hoy salen a marcar la cancha frente a la pérdida de iniciativa del gobierno. Se sabe que todo nuevo gobierno tiene un periodo de gracia donde le es fácil realizar cambios. Sin embargo, La Libertad Avanza gastó su cheque en blanco destruyendo al Estado, incluso aquello que el empresariado argentino precisa para competir, producir e innovar: infraestructura, institutos de investigación, sistema universitario. Las dos grandes solicitudes corporativa: las reformas tributaria y laboral quedaron en el tintero mientras Milei mostraba su desprecio a la sociedad, castigando el sistema de salud y de asistencia a la discapacidad, licuando vertiginosamente su legitimidad electoral.
Las disonancias no terminan allí, 'el centro de gravedad del crecimiento global se ha trasladado del Atlántico Norte a Asia', sostuvo Valentín de Miguel (Accenture-Growth Markets), aconsejando una 'aproximación adecuada'. El comercio internacional se despliega en el Pacífico, y eso requiere una nueva logística; demasiado para una fuerza política que presume de no meterse en planificaciones territoriales. Y también requiere cintura diplomática. Lo que no ha mostrado Argentina que pasó de rechazar el ingreso a los BRICS+ a hincar de rodillas a su presidente frente al mandatario norteamericano.
Incluso un informe tan elogioso como el presentado por Esteban Domecq (Docente UCEMA) muestra el tristísimo puesto 73°, entre 139 países, de nuestro costo logístico y redes de transporte. También muestra la permanencia del costo burocrático y la dificultad de acceder a crédito interno y externo como frenos a la competitividad.
Para los entusiastas de la reforma laboral hubo incluso espacio para la advertencia del Dr. Manel Muñiz (Rector Internacional de IE University) sobre los riesgos de implosión de las democracias por el aumento de la desigualdad, la caída del peso de los salarios en la economía y el creciente descontento social. Los cambios en el mercado laboral -sostiene- están empujados actualmente por la transformación tecnológica y la Inteligencia Artificial, impactando sobre la capacidad de los trabajadores para negociar sus condiciones laborales. Eso favorece líderes políticos disruptivos, polarización social e incertidumbre política, lo que tampoco beneficia la organización económica.
Sobre la cuestión impositiva, el orador principal fue Matías Surt (Docente UBA-UCEMA) quien marco la relación entre gasto público y carga impositiva. Está claro que el reclamo empresario apunta a que el elevado gasto público incrementa la carga impositiva, y eso desalienta la inversión, encarece los precios internos y dificulta la exportación. Sin embargo, al no detenerse a estudiar la composición del gasto y la necesaria inversión pública, los números en bruto presentados por Surt ocultan la precarización social.
Otro reclamo fue la evasión impositiva, que recarga los aportes en quienes están en regla. Pero el foco estuvo en el IVA, el más recesivo de todos (ni se nombro ganancias o bienes personales). Y la distorsión creada por los impuestos provinciales como Ingresos Brutos, sin meterse en la desfinanciación de las provincias, y la falta de relación entre cargas impositivas y desarrollo provincial.
¿Si se bajan los impuestos, bajan los precios de los productos? ¿Si se abarata el costo laboral, el excedente de capital, vuelve como inversión o alimenta la fuga de capitales? ¿Mejora la calidad de vida o aumenta la desigualdad? Si observamos la estructura social en países latinoamericanos con salarios e impuestos más bajos, la simple ecuación empresaria deja de ser tan convincente.
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