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Parir carne de cañón

01/07/2025
Parir carne de cañón

CONTRATAPA / Por Marcelo Chata García 

A comienzos de los '90, el entonces presidente Carlos Saúl Menem recibió como obsequio de su par norteamericano, George W. Bush, un libro de Thomas Malthus; era el inicio de las 'relaciones carnales'.  Malthus consiguió prestigio en la teoría económica a partir de la publicación de An Essay on the Principle of Population, en 1798.  Allí advertía que la humanidad iba a un callejón sin salida pues el aumento de la población llegaría en algún momento a superar la incorporación de tierras para el cultivo y, por lo tanto, la posibilidad de producir alimentos.  Por aquella época, la población europea ya había generado un salto demográfico, en parte por la incorporación de cultivos americanos a fines del siglo XVI.  Ese crecimiento poblacional y la conquista de territorios en el resto de los continentes, llevó a la preeminencia de los europeos en el mundo.

Cuenta Charles Mann que cinco años antes de la aparición del libro de Malthus en Gran Bretaña, un inspector de educación de la dinastía Quing, Hong Liangji, llegaba a una conclusión similar en China, también frente a una expansión demográfica causada en el imperio asiático a partir de la introducción de cultivos americanos como el boniato, la papa y el maíz, que permitieron expandir la superficie cultivable a zonas no aptas para el arroz.  Es cierto –comenta Mann- que a mediados del siglo pasado la Revolución Verde, al combinar cultivos mejorados, fertilizantes potentes y plaguicidas artificiales, permitió aumentar la producción de alimentos.  Sin embargo, la cuestión ecológica mostró ser más compleja.  La incógnita es si un sistema de producción industrial a escala, guiado por la búsqueda individual de beneficios y destinado a la acumulación de riquezas logrará sortear la trampa malthusiana a pesar de la degradación de los suelos, la pérdida de biodiversidad, el agotamiento del agua dulce, el cambio climático y la acumulación de basura.

Aquel regalo de Bush no era inocente.  El neoliberalismo fue neomalthusiano, consideraba que la sociedad mundial había crecido demasiado y que ciertos sectores marginales se habían vuelto una carga para las clases productivas.  La culpa la había tenido el keynesianismo de posguerra que alentó un crecimiento artificial de las clases medias y del consumo mediante la intervención del Estado en la economía, distorsionando la evolución natural que hubiera realizado el libre mercado.  Garantizar derechos a los pobres indujo a una reproducción irresponsable de familias incapaces de sostener por sí mismas a sus hijos.  Algo así como tirar migas continuamente en un jardín estimulando el crecimiento de las hormigas.  La maternidad/paternidad comenzó a ser vista como un privilegio de las clases económicamente solventes.  Paradójicamente, esos jóvenes de las sociedades opulentas comenzaron a tener otras prioridades.

La extrema derecha actual difunde una perspectiva diferente.  Mira con horror el envejecimiento de las sociedades occidentales y la caída de la natalidad.  Aboga por el regreso de la mujer al hogar y a la maternidad como objetivo de realización.  Hasta China, que por mucho tiempo prohibió a su población tener más de un hijo, aumentó el permiso a dos y en la actualidad se muestra preocupada por el bajo interés de sus jóvenes a procrear en familia.  No obstante, el aumento de las desigualdades y la precarización de los trabajadores en el liberalismo actual tampoco ofrecen estímulos para ampliar la familia.

El analista francés, Emmanuel Todd, calcula en La Derrota de Occidente (2024), que Rusia tiene 5 años para ganar la guerra de Ucrania, y que tiene que hacerlo con la menor pérdida de efectivos posible.  Asegura, también, que a pesar del temor europeo del expansionismo ruso, el gobierno de Vladimir Putín no tiene ninguna intención de expandir sus fronteras más allá del sector rusoparlante que actualmente controla.  Y eso por la falta de población para sostener la ocupación de territorios extranjeros.  Todo parece indicar que las potencias ahora están preocupadas por el aumento poblacional, necesitan reservas humanas jóvenes.  La exigencia del presidente norteamericano Donald Trump a los países de la OTAN para ampliar sus gastos militares, indica que los líderes del mundo no apuestan a un acuerdo de la comunidad de naciones para enfrentar las restricciones naturales, más bien auguran una lucha por los recursos.  Y la tecnología puede fabricar armas sumamente destructivas; pero todavía necesita manos jóvenes que las sostengan.

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