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Una recorrida por Castilla

09/03/2024
Una recorrida por Castilla

Las vías del ferrocarril Buenos Aires al Pacífico llegaron a Castilla el 11 de noviembre de 1883 y el tránsito del material rodante quedó habilitado el 15 de diciembre de 1884. Pocos meses después, el 1 de marzo de 1885, fue inaugurada la Estación de Trenes del pueblo. Como en el caso de otras localidades del partido, esa es la fecha que se toma como la de fundación del pueblo.

El nombre de la estación se debe a que las tierras en las que se levantó fueron donadas por un terrateniente de la zona, don Manuel Castilla, que era propietario de una estancia llamada La Esperanza.

En uno de sus libros, el profesor Oscar Melli cuenta que hacia 1891 en los derredores de la estación de Castilla había edificadas unas diez viviendas y dos casas de comercio, y el pequeño paraje tenía unos 70 habitantes. Los comercios que había en ese entonces eran un pequeño almacén, tienda y ferretería cuyo dueño se llamaba Miguel Pérez, y un negocio de ramos generales cuyos dueños eran de apellido Gervaix y Soubrié. Este último había llegado de Francia, donde había nacido en 1853.

En una visita realizada al pueblo unos pocos años después, el periodista del periódico El Mentor, Francisco Olidén, no sólo daba cuenta de las importantes dimensiones del establecimiento de Gervaix y Soubrié sino también, y especialmente, del hecho de que Castilla se hallaba ubicada en el deslinde de cuatro partidos.

'Será en el futuro un pueblo formado por varios padres: ¿qué irá a salir de allí?', se preguntaba el cronista, y agregaba: 'Calcule el lector que en esa misma estación deslindan Chacabuco, Chivilcoy, Carmen de Areco y Suipacha, la esquina de cuatro partidos limítrofes, de los que resultará una republiqueta menor que la de San Marino y Andorra'.

La pequeña localidad tuvo en sus primeras décadas varios precursores, entre ellos los inmigrantes irlandeses Miguel Allen y Patricio Keating. En el campo de la familia del primero de ellos fue construida la primera capilla que tuvo el pueblo, a un kilómetro y medio del lugar donde años después se construiría la estación de Castilla. Por su parte, Keating donó el hospital, que fue inaugurado en 1929.

Un paso anterior en el crecimiento de Castilla se había dado el 13 de febrero de 1900, cuando fue inaugurada la Escuela N° 13, construida por Augusto Soubrié. Para 1903, la población de Castilla ya era de 700 habitantes y la actividad giraba en torno a la estación del ferrocarril y a la producción agrícola y ganadera.

La ONG Responde, que años atrás hizo un proyecto referido a la localidad, recuerda que el 15 de octubre de 1920 el Poder Ejecutivo de la provincia de Buenos Aires autorizó el trabajo de elaboración de los planos catastrales de Castilla y a partir de estos se elaboró un plan de urbanización. Para ello, la Municipalidad de Chacabuco dispuso de importantes donaciones de tierras para ser destinadas a la plaza, la delegación -que se construyó en 1937-, la iglesia y el cementerio.

A finales de 1939 se dio otro paso adelante con la inauguración del servicio de iluminación eléctrica. En un principio, la electricidad era generada por una usina y había luz desde el anochecer hasta la medianoche. Si a la madrugada alguien despertaba y había luz era porque algún vecino del pueblo había muerto.

Castilla -que durante muchos años fue conocida como Tomás Keating- tuvo sus tiempos de mayor plenitud entre la década de 1930 y finales de los '60. Durante esos tiempos, en los alrededores de la localidad funcionaban más de 40 tambos, la mayoría de los cuales abastecían a dos fábricas de queso y una de dulce de leche. Vecinos que vivieron esos tiempos recuerdan con emoción que diariamente llegaban al pueblo a descargar la mercadería unos 500 carros lecheros.

Otro período señalado como de gran prosperidad fue el de los años en que funcionó cerca de Castilla, pero en el partido de Suipacha, un frigorífico cuyo propietario era Cesar Marozzi. El establecimiento, que funcionó hasta 1983 y tuvo un frustrado intento de reapertura a comienzos de este siglo, empleaba a unas cien personas, en su mayoría habitantes del pueblo.

En esas épocas, Castilla disponía de un colectivo diario a Chacabuco, también a Arrecifes, y cuatro servicios de trenes por día. También había un matadero municipal, estación de servicios, hotel, banco, oficina de correos y una mayor oferta de comercios entre los que se contaban dos almacenes de ramos generales, una sodería, una farmacia y panaderías.

El cierre de los tambos y otras fuentes de trabajo hicieron que la localidad, que en sus tiempos de esplendor llegó a tener más de 2.000 habitantes, viera abruptamente reducida su población. Pero siguió y sigue adelante, y este fin de semana celebrará su 139º aniversario.

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