Valor por hectárea

Si el negocio inmobiliario atraviesa uno de los momentos más difíciles de las últimas décadas en todo el país, en particular ese impacto tiene más notoriedad en aquellos centros urbanos donde hay una fuerte dependencia de la actividad agropecuaria, en particular como resultado de la cosecha gruesa. Luego de que el ciclo 2023 registró la peor sequía de los últimos 30 años, el pasado mes de diciembre, parecía augurar la gran revancha. Si bien el clima hizo su mejor aporte, incluso acompañado sin lluvias para el momento de recolección, las demás variantes que impactan en la actividad, no hicieron posible que se reflejen los pronósticos previos. Mientras el precio internacional de la soja se desplomó a los peores valores de los últimos años, y el Gobierno decidió mantener la escala de aranceles por derecho de exportación, esto empujó a que los productores solo vendan en la medida de sus necesidades mínimas o para salir del endeudamiento de arrastre. Esta ecuación tuvo un impacto directo en las expectativas del mercado inmobiliario local, en el que creció exponencialmente la oferta de inmuebles a la venta y donde solo se realizan algunas pocas operaciones con precios promedios muy debajo de los valores de tasación. Si a este sombrío panorama, se suman las proyecciones de escasez de agua para los próximos meses y pronósticos de merma en la humedad en toda la zona núcleo, seguramente en poco tiempo, el precio de la hectárea de campo y el valor de los arriendos se desplomarán como los inmuebles urbanos.