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Varias razones para volver unas páginas atrás

03/04/2024
Varias razones para volver unas páginas atrás

Estos días alguien escribió en una red social fundamentaciones incoherentes de las razones por las que hay que dar vuelta la página. Se refería a dar vuelta la página de la Historia. Dejar de leer el Golpe de Estado Cívico Militar era su propuesta para uno de los miembros de la comisión de Memoria y Justicia de Chacabuco, quien había alentado a un Concejal a ejercer la memoria permanente respecto al último Golpe de Estado. 

Una de las fundamentaciones que leí en la red intentaba una teoría de la lectura muy ridícula y desprovista de asidero teórico: dar vuelta la página de un libro (parafraseo) significa que el lector ya se ha apropiado del significado de lo leído. Esta concepción lineal y dirigida de manera apresurada hacia las palabras y frases que se encuentran a posteriori en un texto poco y nada tiene que ver con el acto superlativamente más complejo de la lectura. Cuando leemos, me remonto al crítico, teórico literario, semiólogo y filósofo Roland Barthes (quienes no lo hayan leído pueden ir a cualquiera de sus libros), nunca lo hacemos de forma pasiva, nunca alcanzamos lo que el autor quiso decir. Siempre en la lectura se juega aquello que el texto dice y lo que el lector trae consigo: su enciclopedia, lecturas anteriores, la propia cultura, etc. Leer es siempre un acto de reescritura. Leer es negar el carácter definitivo de lo dado. Leer es siempre un juego, un juego entre el texto y el lector que abren y reabren nuevas posibilidades cada vez que se produce la lectura. Nadie lee nunca el mismo texto dos veces. De hecho, quienes leemos o trabajamos de leer o nos hemos formado académicamente como lectores sabemos que la lectura de un nuevo texto implica no solo el juego de reescritura del texto que estamos leyendo sino que indefectiblemente conlleva una modificación de las lecturas previas que hemos realizado de otros textos. Y esto cabe no solo para los textos literarios. Basta pensar en la cantidad de veces que volvemos una y otra vez sobre los textos (escritos u orales), que  releemos o reescuchamos un WhatsApp, que volvemos a ver una película (o vemos una nueva y reconsideramos la escena de una película que vimos hace tiempo), las innumerables veces que volvemos a leer un mapa (incluso el de Google Maps) para ir a una dirección en la que ya hemos estado antes, la cantidad de veces que andamos por algún lugar y volvemos a leer sentidos, detalles, aspectos del paisaje que antes no habíamos considerado, las veces que repetimos frases que escuchamos en algún lugar y las ponemos a funcionar en otro texto o tarareamos parte de una canción en medio de una charla porque traemos nuestras lecturas al momento para incorporarlas a otros textos y adjudicarles nuevos sentidos. El lector no da vuelta la página. Suma sí páginas y páginas, suma textos, les otorga nuevos sentidos y en ese juego reescribe adjudicando nuevos sentidos. Nadie lee apropiándose de lo que no le era propio. El mismo acto de leer implica poner en juego lo propio. Nadie lee dejando atrás. Trae y vuelve sobre lo leído. Y esto vale para los hechos históricos. También leemos la Historia. Deshacernos de la historia o de parte de ella ('dar vuelta la página porque nos hemos apropiado de los sentidos') implicaría dar por terminado al lector, al sujeto que lee los hechos históricos actuales con la enciclopedia propia con la que ha aprendido la historia argentina. Y esta lectura no es homogénea. Nunca leeremos lo mismo ninguno de nosotros. Porque en la lectura se juega justamente el sujeto activo, ni apropiador, ni acumulador de sentidos. Constructor de sentidos sí. 

Volvamos a las páginas. Volvamos a releer los libros. Veamos qué habíamos subrayado entonces, qué lectura habíamos hecho. Preguntémosnos si subrayaríamos lo mismo o agregaríamos más. Veamos si la estantería de nuestra biblioteca está vacía o si ni siquiera tenemos biblioteca. Esto es sólo una aproximación teórica sobre la lectura y es una invitación para que nos jactemos a lo Borges, no de las barrabasadas escritas en las redes sociales sino enorgullecidos de lo que hemos leído. Aunque él lo dijo así: 'Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído'.

 

Juliana Chacón

02.04.24

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