"Ya tengo 101 años y se pone difícil. Es parte de la vida enfrentar la partida de la gente que se ama"

Historias de vida / Por Sonia Rubino
Corría el año 1924 cuando ruiditos de cuna celeste alegraban el hogar de Angela Juana Sotani y Valentín Cane. Precisamente un domingo 25 de mayo, llega al mundo Oscar, primogénito e hijo único, y hoy a sus 101 años nos cuenta algo de sus vivencias en un Chacabuco incipiente y de cara al progreso.
-¿Cómo es tu vida hoy Oscar?
-La cuestión es que ahora ya tengo 101. Sí, fulera la mano. Necesitas ayuda de todos lados, necesitas ayuda para esto, para aquello, para lo otro, ¿Qué le va a hacer?, me las aguanto. Se van los amigos, la familia , es parte de la vida enfrentar la partida de la gente que uno ama y con quienes compartió vivencias y ahora recostarse en los recuerdos.
-¿Naciste un día patrio?
Ese día estaba Porteño ganándole en la canchita que tenía frente a la plaza Belgrano a un equipo de fútbol campeón mendocino. Mi papá era de Porteño y estaba en la comisión y de repente hubo que salir a buscarlo porque yo estaba naciendo.
¿Dónde vivían?
-Calle San Lorenzo 229 y a una cuadra mi padre tenía un negocio familiar
-¿A qué escuela fuiste?
-Fui a la escuela primaria número 3, era un alumno bastante bueno.
Hice la secundaria en Chacabuco hasta tercer año y después me fui a Junín para luego seguir en la Ciudad de Buenos Aires la carrera de farmacéutico
Tenía a mi tío Pedro con su gran familia, allá en Buenos Aires y ellos me cobijaron bajo sus alas como un hijo más, que eran muchos.
-¿Alumno aplicado?
-Más o menos. Era algo haragán porque tenía facilidad ,no era muy estudioso.
-¿De qué cuadro sos?
-A los 7 años me operaron de la garganta sin prepararme en el Sanatorio Medrano y casi me muero. Había quedado flojo, amarillo, alto. Uno de los doctores era secretario de alguien que era de la comisión de Boca y me llevó un miércoles al entrenamiento a conocer a Cherro y Varallo que en aquellos tiempos eran dos jugadores espectaculares.
Los conocí y me dieron un beso cada uno, así que me hice boquense a muerte. ¡Un error!
-¿Por qué farmacia?
-Era amigo de Lito Marino y su padre, Don José tenía la farmacia. Creo que por ahí viene esa elección que me fue abrazando por dentro. Y ahora murió el amigo Osvaldo Marino, con quien tomamos el café cada domingo. Partió hace muy poco a los 95 años.
-¿Después que te recibís regresas a Chacabuco?
-Me recibí en diciembre del 49. Me dieron el título en enero y me empleé en la Franco Inglesa, estuve un año y pico cuando un amigo que había estudiado conmigo me manda una oferta desde Comodoro Rivadavia,.¡En aquel tiempo por 800 pesos por mes era mucha plata!
Entonces como yo me quería ir, la familia se juntó y entre tíos y papá pusieron plata y me instalaron la farmacia. Me tuvieron confianza-
-¿Es genética, cuidarse mucho o alguna receta mágica para llegar así?
-Es muy difícil explicar. Desde 1983 hago mi propio tratamiento antioxidante.
Cada día preparo las pasas de uva para que estén en remojo 24 horas.
A las 7 de la mañana, cuando tomo una pastilla para la presión me tomo el líquido de pasas de uva buenas, con semillas, me tomo el líquido, me como las uvas y tiro las semillas.
-¿Por qué?
-Porque tengo miedo de picar el inodoro.
-¿Y quién te dió la fórmula?
-Un día pasaba por Chacabuco Remigio Saavedra, famoso ciclista mundial argentino.
Habíamos comido dos asados con él y Lito Marino, dos ciclistas de ley.
Paró para saludar frente a la farmacia en la ex confitería, La Centra. Empezamos a hablar de enfermedades y esas cosas y con él viajaba este señor casualmente de apellido Cane. Me cuenta que llevaba a su señora al mejor médico de Buenos Aires. Y yo pensé:¡ Qué pescado grande debe ser este, porque en aquel tiempo un buen médico de Buenos Aires valía cien y pico!
Y ahí mismo me dio la fórmula de las pasas de uvas como un antioxidante natural del que estaban estudiando dos universidades de Buenos Aires para sacarle la fórmula y vendérsela a los laboratorios. Y después descubrieron la fórmula.
Eso lo hago hace cuarenta y pico de años. y así tengo el cabello, el cutis y la salud.
Y vos elegiste al peor que hay para una entrevista porque no me gustan para nada.
Fue idea de Rosana que yo te atendiera porque si no yo no atiendo a nadie y menos a los que quieran saber sobre lo mío. Y demasiado larga fue la entrevista.
-¿Qué sentís frente a la muerte?
-Yo le digo a mi hija que no se tiene que poner mal cuando hablo de la muerte, es parte de la vida también.
Durante la corta entrevista confesó que no se hace muchos controles médicos y que pasó la pandemia haciendo todo bien pero nunca se vacunó.
Conoce su cuerpo como nadie.
Le di un fuerte abrazo al despedirlo porque sentí que en él estaba toda esa generación que amé con el alma y ya no está.
Su emoción, sus ojos brillosos me contaron en secreto que había mucho más para decir.
Los dos lo sabemos pero ya era hora de ir terminando.
Me habló sobre su amor por el deporte, sobre todo el golf, deporte que practican también su hija, su nieta y su bisnieta.
Hay un legado, justo ahí, donde se acunan los tesoros y se guardan los recuerdos.
Es un ser brillante que vive un día a la vez y tiene sus propios prospectos.
Encontré en él un alma joven que tiene ganas de seguir jugando y por así decirlo, un tercer tiempo.
Lo vuelvo a abrazar y se vuelve a emocionar.
No fue una entrevista más, fue una charla amable y conmovedora con un gran hombre que creció a la par de Chacabuco y es para todos un orgullo adquirido.
¡Qué la vida nos regale siempre media hora con la sapiencia y la experiencia para entender qué de esto se trata lo que llamamos vida!
¡Gracias Oscar!
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