Viernes . 30 Mayo . 2025

Escucha en Vivo:

Nunca sobran las estatuas

02/01/2025
 Nunca sobran las estatuas

Por Marcelo García

 

Una estatua en honor a Luciana Aimar imita la costumbre de homenajear a grandes deportistas que han hecho común los clubes de fútbol con sus ídolos.  Se impone en la representación la tradición de las esculturas de prócer, que remedan una imagen más o menos parecida del ilustre, ilustrado con algún gesto o actitud que remite a su carácter, temple o al hecho histórico donde fue protagonista.

Ese realismo de la figura y esa centralidad del gesto se observan en la estatua de 'Lucha' que levanta su palo de Hockey triunfal, mostrando liderazgo y logros -ponele-. Cerca, una de Messi lo encuentra con los índices apuntando al cielo, agradeciendo sus goles conquistados.  Riquelme tiene una a varios kilómetros de allí, por supuesto, pisando la pelota.  Más al sur, en 1, Bilardo observa los partidos dando indicaciones.  Y claro, causó sorna la de Gallardo resaltando un prominente bulto en alusión a lo que pide la hinchada.

Pasa lo mismo con las figuras del espectáculo.  Nos cruzamos con representaciones de Fontanarrosa u Olmedo.  Sin embargo, quien mostró ofendido su criterio estético fue Mirtha que se opuso a la exhibición de la que le hicieran en Villa Cañás.  Con razón.  El tema es ¿Por qué la escultura debe parecerse a la persona homenajeada?  Parece sonsa la pregunta, pero no lo es desde la historia del arte.  Esas representaciones 'cuasiguales' se prestan bien –quizá- en próceres de épocas donde no existían fotografías, o, a lo sumo, algunos daguerrotipos, pinturas o fotos de baja resolución.  Pero no dejan de ser algo ridículas en tiempos donde el sujeto representado sigue vivo o su imagen circula todo el tiempo en alta resolución.

¿Y cómo representar a una persona sin hacer a la persona? Bien, esa es una excelente pregunta para un artista.  Para eso la humanidad creó las figuras retóricas y las vanguardias corrieron los límites de lo representable.  Pero pareciera un mal de época que atraviesa imágenes, canciones y narraciones –incluso la política-.  Encerrados en un realismo plano que no se atreve a la metáfora, a la abstracción o a la asociación libre por miedo a la ineficiencia de la interpretación.  Un realismo que ya ni intenta divagar, explorar, imaginar por fuera de sus límites.  Un realismo capitalista.  Esculpirán al ciudadano con nuestros rostros en una mueca inocente de muñeco de cera.

 

feature-top