'Hay factores ambientales, climáticos, políticos y sociales que nos afectan'

La baja de la temperatura por estas horas es un elemento que ayudará a que disminuya la cantidad de mosquitos que nos acosan, sin embargo, esto no significa que el flagelo del dengue se haya terminado. Sobre la cuestión dialogamos con la licenciada Valeria Román, oriunda de Chacabuco, y periodista especializada en temas científicos.
-Bajó bastante la temperatura, ¿se acabó el dengue?
-No, no se terminó. La primera epidemia de dengue en la Argentina fue en 2009, la segunda en 2016, la tercera en 2020, la cuarta el año pasado, y esta que estamos atravesando es la quinta. En las epidemias anteriores, cuando llegaba el mes de junio, y durante el invierno, los casos bajaban y se interrumpía la circulación del virus. El año pasado, por primera vez, en algunas provincias de la región del NEA, como en Chaco, siguieron registrando casos autóctonos en el invierno y la circulación del virus no se interrumpió. Eso, en países tropicales, como Brasil, pasa todo el tiempo, pero en la Argentina no pasaba, los brotes eran estacionales. Por eso, la situación actual es de incertidumbre, no se sabe qué va a pasar. Antes, siempre hubo un periodo que se llama interepidémico. Entre la primera epidemia y la segunda hubo varios años en el medio; la siguiente fue cuatro años después, pero entre la de 2020 y la de 2023 pasó menos tiempo y ahora tenemos que la del año pasado no se cortó, con lo cual estamos registrando cambios en la dinámica del dengue en la Argentina: se fue acortando el periodo interepidémico y ahora hay circulación viral en invierno. Entonces, ¿qué va a pasar? Suponemos que la baja de las temperaturas va a hacer que disminuyan los casos en la provincia de Buenos Aires, es probable, pero lo que no se sabe es qué va a suceder más al norte, hay mucha incertidumbre.
-No podemos tener como única herramienta contra el dengue la temperatura. ¿Qué otros factores hay que trabajar?
-Es verdad que las condiciones climáticas influyen, pero también depende mucho de nosotros. Si en las próximas semanas, en Chacabuco, o en cualquier otra ciudad del país, se organizan y empiezan a eliminar realmente los criaderos de larvas y mosquitos, la situación será muy favorable, pero, estamos lejos aún de que la gente perciba que contra el dengue tiene que actuar cada uno, de manera solidaria, y los municipios también tienen que trabajar duro para hacer buenas campañas de prevención, de comunicación, limpiar las calles y hacer saneamiento. Y acá hay otro tema: se aconseja no tener agua en los patios, pero hay gente que no tiene agua potable y no le queda otra que acumular agua para vivir, entonces, hay situaciones de pobreza que hacen imposible que la gente realice medidas de prevención, por eso es necesario que los Estados municipales, provinciales y nacional actúen para que esta enfermedad no siga avanzando.
-¿En qué medida influye en esto el cambio climático?
-Está comprobado que la Argentina está sufriendo epidemias de dengue porque han cambiado las temperaturas. Tenemos más calor durante más tiempo, y en esto ha influido el cambio climático generado también por actividades humanas. Entonces, cuando decimos '¡Huy, estoy sufriendo el dengue!' hay que tener en cuenta que hay responsabilidades individuales y compartidas. Hace décadas que los científicos nos vienen advirtiendo de las consecuencias del cambio climático, sin embargo, cada uno lo toma como que eso le va a pasar a 'la humanidad' en el futuro, cada uno considera que no le incumbe y dice 'yo no puedo hacer nada' y la verdad es que cada uno tiene su responsabilidad, así como la tienen los ciudades, las provincias y los países. Cuando nos quejemos del dengue tengamos en cuenta que hay un montón de factores ambientales, climáticos, políticos y sociales que nos están afectando.
-¿Cómo juegan en esto los productos químicos, como los repelentes o las vacunas, que escasean y son caros?
-Hay un investigador de la UBA y el Conicet, Nicolás Schweigmann, que desde los años noventa, mucho antes de que sucediera la primera epidemia en la Argentina, viene advirtiendo a los diferentes gobiernos, con sus trabajos, con evidencia, que el dengue se venía. Él dice que hay dos maneras de pensar al dengue: una es desde el paradigma farmacológico, es decir, pensar que el dengue se trata solo de vacunas, tratamientos con medicamentos, y repelentes. El otro abordaje es más amplio y acá interviene una gran área de la salud pública que se ha desarrollado en estos últimos años a nivel internacional que son los 'Determinantes Sociales de la Salud'. En el dengue, específicamente, hay que ver cuáles son los factores que han contribuido a su avance y que cada vez la epidemia sea peor en nuestro país. Estos determinantes sociales nos permiten pensar y actuar antes sobre el tema, lo que además es menos costoso para la sociedad. Hay otro investigador, Guillermo Folguera, investigador del Conicet en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, que en colaboración con un grupo de trabajo en la Universidad Nacional de San Martín han encontrado, por encuestas que han realizado, que hay una diferencia de percepción entre los involucrados: los equipos de salud están más abocados a que el vecino elimine el mosquito en su casa, en su patio, como un problema individual; luego, cuando le preguntan a las personas, éstas ven al mosquito como una molestia, no ven la implicancia que tiene en la salud pública, pero también le demandan al municipio que limpie más, que arregle las calles para que no haya charcos, que no haya basurales ni cementerios de autos donde se junta agua. Es como que cada uno le reclama al otro, no hay un acuerdo, y mientras tanto, el dengue gana terreno.
Relacionadas
