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'Hay muchas historias épicas para contar sobre la fundación de nuestras ciudades'

14/02/2025
'Hay muchas historias épicas para contar sobre la fundación de nuestras ciudades'

Mujeres potentes, rotas, descartadas, violentadas en una pampa argentina que expande sus vías férreas y reprime a pueblos originarios a punta de rifles y rebencazos. Así son las protagonistas de Cuatro caballos negros, la nueva novela de Juan Carrá, publicada de forma reciente por Editorial Negro Absoluto. Es un western gauchesco, una novela de aventuras rabiosa, con cuatro mujeres que se agrupan y pelean con dignidad y por su dignidad.

Nacido en Mar del Plata, Carrá es periodista, escritor y docente en TEA y en la Universidad Nacional de las Artes (UNA). Distinguido con el premio Alfonsina en el rubro Creación literaria, es el autor de las novelas 'Agazapado', 'No permitas que mi sangre se derrame'; 'Lloran mientras mueren', 'Lima, un sábado más' y 'Criminis Causa' (Letra Sudaca, 2013). También publicó los libros de cuentos 'Lógica de la perturbación' y 'Ojos al ras' y la novela gráfica 'ESMA' junto al dibujante Iñaki Echeverría.

En diálogo con Cuatro Palabras, habla sobre su última novela, destaca la necesidad de contar nuestros diferentes periodos históricos y analiza la obra chacabuquense de Haroldo Conti.

 

Por Manuel Barrientos 

 

¿Cómo surgieron los personajes de esas cuatro mujeres?

Quería construir en términos ficcionales la historia de Butch Cassidy, Sundance Kid y su banda cuando se van de Estados Unidos y se afincan en la Patagonia. Comencé con el proceso de investigación, pero después descarté esa punta y me quedé con un personaje, Ethel, la mujer de Sundance. Es una pistolera que escapa de la justicia norteamericana y llega a la pampa en busca de un nuevo comienzo. Pero aquí encuentra las mismas formas de violencia de las que se proponía huir. Con ella, nace la idea de una banda de pistoleras y no de pistoleros. Así, sumé una mujer de los pueblos originarios. La expansión del ferrocarril en esa Pampa de principios del siglo XX trajo la presencia de un obrador y un prostíbulo, que desembocó en el personaje de la Polaca como representante de otra forma de la esclavitud: la trata de personas. El cuarteto se completó con Nancy, que baja del barco con Ethel, y simboliza la historia de la esclavitud de los negros y, otra vez, el cuerpo de la mujer como un elemento en disputa para los hombres del poder. 

¿Por qué decidiste ese cruce entre el western norteamericano y la gauchesca?

Partí de la idea de la llegada de Ethel a la Argentina. Eso me servía para trabajar el periodo de fines del siglo XIX y principios del siglo XX, sobre todo por la expansión del ferrocarril, que era un elemento que me interesaba para mi búsqueda de crear un 'western gauchesco'. También buscaba generar vínculos entre personajes marginados de lo rural, como los pueblos originarios y los gauchos; y de lo urbano, como las prostitutas y compadritos. Es un Estado que todavía no tiene una presencia firme, pero que tiene la intención de avanzar sobre el territorio indígena. Son personajes que buscan su redención por fuera de la ley.

Más allá de clásicos de la literatura argentina como Martín Fierro o Facundo, ¿por qué se ha trabajado poco tanto en el cine como en la literatura argentina la fundación de nuestras ciudades?

Los géneros cinematográficos y literarios tienen su punto de referencia en Estados Unidos o en Inglaterra. Y el western, en particular, se ha consumido mucho en Argentina, con películas y series que proponen una lectura de la expansión del Estado hacia el Oeste, como por ejemplo La familia Ingalls, Bonanza y hasta El Zorro. Nos hemos criado con esa lectura, haciendo paralelismos con nuestra propia historia. Tenemos mucho por narrar de aquellos años, desde la épica, la novela de aventuras, la gauchesca. Pienso en las crónicas policiales de Eduardo Gutiérrez sobre Juan Moreira, en la historia de Hormiga Negra, de Santos Vega. Había una intención de narrar a los sujetos sociales marginados de la época. Pero esa tradición se abandonó de forma muy rápida, aunque directores como Leonardo Favio la retomaron en su Juan Moreira. En líneas generales, prevaleció la construcción historiográfica de los triunfadores, que establecieron determinadas formas de pensar nuestro pasado más mirando hacia afuera que hacia adentro. En los últimos años hubo intentos de una reescritura en clave popular de la literatura del siglo XIX. En Cuatro caballos negros me propuse repensar esa etapa, no con la justeza de un texto sociológico o historiográfico, sino con el clima y la tensión narrativa propia de la novela de aventuras o del western. Es una pena que no nos contemos más esos procesos, porque hay escenas de aventuras que podrían ser claramente narradas en cualquier serie de las que hoy estamos consumiendo en las distintas plataformas.

En mayo se cumplen cien años del nacimiento de Haroldo Conti. ¿Qué lectura hacés de sus cuentos "chacabuquenses"? ¿Qué libro recomendarías para adentrarse en su obra?

Recomiendo una edición muy linda de los Cuentos completos que tiene el prólogo de Juan José Becerra. En su prosa, en la forma de pintar su aldea, Conti parece intentar atrapar el tiempo con las palabras. El retorno permanente a estos escenarios chacabuquenses permite pensar a esos cuentos como una constelación que conjugan una novela fragmentada. Hay un dejo de nostalgia de ese mundo de almacenes y calles de tierra, de familia, de árboles que son monte, pero también respiración del silencio que todo lo cubre y lo seguirá cubriendo al menos por un tiempo largo.

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