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'Lo que me gusta es el contacto con la gente, con los chicos. El lugar no importa'

27/07/2024
'Lo que me gusta es el contacto con la gente, con los chicos. El lugar no importa'

Es durante el receso de invierno cuando la oferta de actividades artísticas para los más chicos se multiplica. En ese marco, un mago chacabuquense se presenta en diferentes ciudades de la Provincia para el deleite de un público que -según el mismo comenta- 'es cada vez más exigente'.

 

Ezequías hoy es un mago de renombre que incluso ha viajado por varios países de Sudamérica llevando su arte. Su conexión con la magia viene desde niño. 'Todo empezó viendo al mago Blackaman, en el circo Papelito. En realidad Blackaman era un faquir, la gente lo recuerda por haberse enterrado en la Plaza San Martín, por haber rodado dentro de un tambor con vidrios. Papelito a veces lo contrataba yo lo veía ahí cómo tragaba espadas, o hacía un escape de sogas. Por entonces tendría yo siete, u ocho años; después iba a mi casa y trataba de imitar todo lo que había visto', recuerda Ezequías, quien mucho tiempo después, pudo trabajar junto a Papelito. 'Una vez me contactó, me invitó e hice una función en Rojas con él. Eso fue como cerrar un círculo: de chiquito ir a ese circo para ver a un mago y después estar compartiendo el escenario con Papelito'.

Sigamos con su acercamiento a la magia: 'Mi familia empezó a ver que me gustaba esto, entonces comenzaron a regalarme la habitual Cajita de Magia, con las que fui aprendiendo distintos juegos básicos. Pero a medida que fui creciendo, se fueron terminando las cajitas y creí que ese era un techo. En Chacabuco nunca hubo un mago, menos alguien que me pudiera enseñar. Solamente veía a un mago por televisión y trataba de descubrir cómo hacía los trucos y copiarlos', comenta. 

Sin embargo, el destino le tenía una sorpresa preparada: 'un día, por casualidad, en Junín, en un kiosco de revistas, vi unos fascículos de magia del mago Juan Tamariz, al que yo había visto en un canal de la televisión española. Compré este primer fascículo de un curso de 50 entregas semanales que salían en España y no sé por qué se imprimió en la Argentina. Venía con un VHS cada cuatro meses, y la verdad es que eso fue una escuela, no sólo para mí, sino para muchos magos de América Latina, porque Juan Tamariz era un maestro de magos a nivel mundial. Esa fue una base muy grande, porque en ese momento no había Internet, no había nada, era todo muy cerrado', relata.

Ezequías continuó con su formación autodidacta cuando, al leer el último fascículo de Tamariz supo de una tienda de magia ubicada en Buenos Aires. 'A los 19 o 20 años tuve la oportunidad de viajar por primera vez a la Capital Federal; fui a esa dirección y ahí pude acceder a los primeros libros de magia, un libro, dos, tres, hasta tener hoy una biblioteca inmensa', dice, y afirma: 'nunca tuve un maestro, ni un profesor, fue todo a través de libros y posteriormente, asistiendo a conferencias y demás encuentros que cada tanto se organizan en distintos lugares del país, donde magos argentinos, o del exterior, enseñan su especialidad'.

Las primeras actuaciones

Consultado sobre sus primeros eventos con público, nuestro entrevistado asegura que empezó 'haciendo algo para la familia, en algún cumpleaños de un sobrino, de algún primo. En mis primeras actuaciones era tan vergonzoso que me ponía una peluca y una nariz de payaso; me tapaba la cara y me sentía protegido, la gente no me veía'. Desde aquellos inicios han pasado treinta años y de a poco, pero de manera sostenida, Ezequías fue creciendo hasta convertirse en un mago profesional que además enseña el arte. 

En cuanto a su público, nos explica: 'Desde el punto de vista de lo que me gusta hacer y estudiar, hago tanto magia infantil como de adultos, además cuando doy conferencias para otros magos, habitualmente la mitad del contenido es de magia infantil y la mitad para adultos, donde explico cuáles son los juegos que yo creé, porque esa es otra de las facetas: crear y vender juegos para magos. Pero desde lo comercial, el 90% de mis shows son para el público infantil'. El mago destaca que 'en nuestra zona la gente no está muy acostumbrada a contratar un show de un mago para una fiesta de adultos. A su vez, el mago no tiene buena prensa; la verdad es que los referentes mágicos que tenemos a nivel país no son la mejor muestra'.

Épocas de velocidad

Le preguntamos a Ezequías cómo ha evolucionado este arte milenario. 'el ABC de la magia es la misma desde siempre', dice y detalla: 'se le ponen condimentos a esos métodos, a esas técnicas, a esos juegos para aggiornarlos. Lo que sí pasa es que hoy el público es mucho más exigente. Un juego que hace veinte años se hacía para un chico de 10 años, hoy se hace para un chico de 6 o de 5 años. A su vez, cambió la duración de una rutina; antes hacías un juego con un elemento y estabas 10 minutos; hoy lo tenés que hacer en 3 minutos y tenés que cambiar y pasar a otro juego, a otro elemento, a otra propuesta artística. Antes se hacía un show de una hora, hoy se vende de 45 minutos, pero lo ideal serían 30 minutos, porque los chicos están acostumbrados a cambiar permanentemente todo: en el celular, en 30 segundos pasan 20 pantallas. Eso hizo que el mago maneje tiempos muy rápidos para poder captar la atención de un chico.

Este artista que empezó su relación con la magia en la carpa de Papelito ha estado tres veces en Ciudad de México; en Bogotá, Colombia; en Valparaíso, Chile; en Brasil, en Uruguay. 'En múltiples lugares en los que no hubiese pensado jamás en mi vida poder actuar', reconoce, al tiempo que asegura: 'pero si me dicen ´en estos días vas a estar en el Anfiteatro de Chacabuco, o en la esquina de la placita de tu casa haciendo magia´, ya mismo firmo, porque lo que me gusta es el contacto con la gente, con los chicos. Después, sea donde fuera: en un gran escenario, en un cumpleaños, o en la esquina de mi casa, es lo mismo'.

 

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