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'Memorias 2. De mi barrio al camino', el nuevo libro de Adalberto Zanardi

30/01/2024
'Memorias 2. De mi barrio al camino', el nuevo libro de Adalberto Zanardi

El viernes 2 de febrero, a las 21 hs, Adalberto Zanardi presentará su segundo libro con relatos de su vida como camionero. Después de un primero (Memorias de un viejo camionero) que fue muy bien recibido, se propuso un segundo trabajo, con más historias y evocaciones de su niñez en un barrio chacabuquense.
Lo acompañarán en el evento algunos músicos invitados: Andrés Garello, Las guitarras del monte, Iván Antonijevich (Junín) y La Complicada; sus compañeros de ADECH, la editora María Elena Sofía, y leerán Carina Rosetti y Elvira Milione homenajeando a su hermano camionero Ricardo. 
El autor nos cuenta:
'Ubicado en el tiempo, sé que vine al mundo para ser camionero,  hijo, nieto y sobrino, de  hombres de caminos y rutas.
A mi padre lo animó su hermano mayor, el tío Pocholo;  lo llevó a la empresa de sus primos hermanos; don Bautista e Inocencio Nicolini, donde mi abuelo Antonio Luis, años antes se accidentó a sus cuarenta y seis años,  cuando Bautista, en un accidentado día, lo apretó en el tórax, y nunca más pudo hacer trabajos pesados.
Fue enganchando un acoplado, con un diez ruedas, o balancín  como se les decía antiguamente. Realmente no conocí otro oficio que me llamara más que subir a un camión, aunque papá agotó los medios para que fuera por otra vida, 'Menos, sacrificada' decía él.
Para colmo crecí en un barrio, y una calle, la Sarmiento, con un promedio de dos camioneros por cuadra, desde la avenida Garay hasta que se cortaba, en cercanías donde hoy está el Sanatorio.

Recuerdo desde mi corta edad, cinco o seis años, cuando en la manzana donde vivíamos, había pocas casas; desde el fondo del terreno, de mi casa, se veía la avenida Alsina y el sonido del camión que conducía mi viejo era totalmente reconocido por mis oídos, el ruido de las cadenas de las puertas de la jaula, eran como campanas anunciando la llegada de ese luchador, ¡mi superhéroe! El hombre que sin querer,  me enseñó todo sobre el oficio. Salía corriendo por las veredas de tierra tratando de alcanzarlo antes de que llegara, para que frenara, me subiera en sus rodillas y me dejara llevar el volante de ese camión, hasta la puerta de casa. Tengo esas imágenes, aún a mis años de esos y tantos momentos, en que mi sueño de niño volaba como un barrilete.

Cuando crecí, alternaba con algunos trabajos que me mandaban a buscar.  A los once años, etiquetaba salamines en el frigorífico La Casera, en las vacaciones de la primaria. Trabajé en varios negocios también como cadete, la relojería de Cacho Amalberti, la zapatería Mazzuchelli, eran changas, y a los once años entré en la tienda La bandera blanca, un trabajo maravilloso, con gente muy buena, donde aprendí muchas cosas lindas y conocí a muchas personas también extraordinarias.
De verdad, era lindo el trabajo, me gustaba y aprendí muy rápido. Andrés Dimattía uno de los dueños, me decía que era el único cadete que hacía las vidrieras, las armaba cada semana con adornos y la ropa más de moda que llegaba, los fines de semana, hacía las exhibiciones en las puertas principales, de entradas, se colocaban monturas, cosas de trabajo rural, junto con ropas en el piso. En aquellos años, la gente paseaba en familia y salía a mirar vidrieras, una sana costumbre que por ahí en estos tiempos ya no se practica.
Terminé séptimo grado de la primaria de noche, en la asociación Bancaria con Homero Nani y otra señora maestra, que nunca recuerdo su apellido. A los quince años, la tienda hizo algo así como una reducción de personal, indemnizaron a los más nuevos y otros se jubilaron. Fui un desocupado por casi ocho meses y mi papá cada vez que se iba de viaje me decía: ¡Pibe, salí a buscar laburo! Creo que todos esos meses,  muy seguido, encendía la luz de mi habitación de madrugada para la misma monserga. Un día encendió esa luz, para decirme que me levantara para ir de viaje con él, y ese fue el puntapié inicial a mi verdadero oficio, las palabras aún creo escucharlas: ¡No quisiste estudiar ni trabajar en casi un año de vago! ¡Ahora te venís conmigo al camión! ¡Vas a aprender lo que es ganarse la vida acá arriba! Y aquí estoy, cincuenta años después contándoles la historia de mi vida laboral, a once años de jubilado, y después de cuarenta de camino.'

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