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Apuestas online y adolescencia: un desafío para las familias

09/12/2024
Apuestas online y adolescencia: un desafío para las familias

Por Mariano Rato 

Las apuestas online se han convertido en una de las mayores preocupaciones en torno al impacto de la tecnología en los adolescentes. En un mundo donde la línea entre lo virtual y lo real se ha desdibujado, es fácil subestimar las consecuencias de lo que sucede en las pantallas. Sin embargo, lo que ocurre en el ámbito digital tiene efectos tangibles, especialmente en los más jóvenes. Las apuestas deportivas, que antes estaban reservadas a espacios físicos y grupos específicos, ahora están al alcance de un clic, transformándose en una práctica accesible para cualquier persona con un celular.

El juego siempre ha sido una actividad humana natural y positiva: una herramienta para aprender, socializar y disfrutar del tiempo libre. Pero cuando esta necesidad básica se convierte en un mercado, como en el caso de las apuestas online, surgen riesgos graves. Estas plataformas no solo ofrecen entretenimiento, sino que están diseñadas para generar un vínculo emocional y psicológico profundo, que muchas veces deriva en comportamientos adictivos. La ilusión de control es central: el adolescente que cree conocer todos los detalles sobre un partido, el rendimiento de los jugadores o las estadísticas, siente que puede predecir el resultado y "ganar". Sin embargo, las apuestas no dependen de ese conocimiento, sino de algoritmos que aseguran que la mayoría perderá.

Hoy, los adolescentes tienen acceso a herramientas y aplicaciones que promueven las apuestas como nunca antes. A esto se suma la influencia de referentes en redes sociales que, directa o indirectamente, normalizan estas prácticas. Influencers que promocionan casas de apuestas con un lenguaje cercano y atractivo, o incluso figuras deportivas que asocian su éxito a estas marcas, refuerzan la idea de que apostar es seguro, rentable y socialmente aceptado. Este fenómeno ha borrado muchas barreras generacionales: mientras que antes los temas de interés de un joven de 15 años eran muy distintos a los de un adulto de 40, hoy ambos consumen información similar, a menudo proveniente de las mismas fuentes, sin filtros ni advertencias.

La publicidad es otro factor que alimenta esta problemática. Las plataformas de apuestas invierten millones para que sus anuncios estén presentes en cada rincón digital: vídeos, banners, redes sociales e incluso en los juegos que los chicos descargan. Este bombardeo constante, combinado con estrategias psicológicas como el refuerzo intermitente -la esperanza de que "la próxima vez ganarán"-, crea un ciclo difícil de romper. Para muchos adolescentes, este ciclo no solo termina en la pérdida de dinero, sino también en deudas que las familias descubren demasiado tarde.

La tecnología también actúa como facilitadora de conductas problemáticas más amplias. Muchos juegos online incluyen sistemas de recompensas a las apuestas, como reglas o compras internas, que acostumbran a los jóvenes a comportamientos compulsivos similares desde edades tempranas. Las consecuencias pueden ser devastadoras, y no solo en términos económicos. Las apuestas generan aislamiento, ansiedad y una desconexión con la realidad que afecta tanto el rendimiento escolar como las relaciones familiares.

En este escenario, el rol de los padres es fundamental y no puede ser delegado. Ser padre hoy implica desafíos únicos, especialmente en un mundo digital que avanza más rápido de lo que podemos comprender. Sin embargo, lo peor que pueden hacer los adultos es desmarcarse y dejar que influencers, plataformas o redes sociales sean quienes eduquen a sus hijos sobre estos temas. Es imprescindible que los padres se involucren activamente, supervisen el contenido que consumen sus hijos y establezcan conversaciones abiertas y honestas sobre los riesgos. La solución no está en prohibir, sino en acompañar, enseñar a pensar de manera crítica y ayudarles a identificar los peligros detrás de promesas atractivas.

Asimismo, es necesario exigir una mayor regulación de estas plataformas. En países como España ya se han implementado legislaciones que limitan la publicidad de apuestas, especialmente para proteger a los menores. Sin embargo, hasta que estas medidas se generalicen, la primera línea de defensa sigue siendo la familia. Un adulto involucrado y atento puede marcar una diferencia significativa en cómo un adolescente enfrenta estas influencias.

En definitiva, el desafío para los padres no es fácil, pero es ineludible. Frente a un entorno diseñado para captar la atención de los jóvenes y fomentar conductas problemáticas, el rol de los adultos es más importante que nunca. Ninguna aplicación, algoritmo o influencer puede reemplazar la presencia y el compromiso de un padre o madre que se interesa genuinamente por la vida de sus hijos. Protegerlos pasa por entender el mundo digital en el que viven, estar presentes y brindarles las herramientas necesarias para enfrentar los riesgos con conciencia y responsabilidad.

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