Viernes . 30 Mayo . 2025

Escucha en Vivo:

Benedicta Sarlo y un recuerdo que aún vive

20/07/2024
Benedicta Sarlo y un recuerdo que aún vive

Entre finales del siglo 19 y la primera mitad del 20 vivió en Chacabuco un personaje que aún hoy vive en la memoria popular. Su nombre era Benedicta Sarlo de Vaninetti, y su historia y la de su familia merecen recordarse.

En distintos relatos realizados a través de las redes sociales, su bisnieta, la profesora Adriana Vaninetti, contó que Benedicta era hija de María Blanco y Emilio Sarlo y nació en Chacabuco el 7 de mayo de 1878. Por línea paterna era nieta de Indalecio Sarlo y María Benita Sierra, la cual, a su vez, era hija de don Diego Sierra, un hacendado perteneciente al partido unitario que tenía una estancia en Arrecifes, llamada El Carmen de Sierra, que era visitada con frecuencia por personalidades como Sarmiento, Vélez Sarsfield y Juan Lavalle.

A causa de sus vinculaciones políticas, relata Adriana, Sierra 'fue degollado en presencia de su familia por una partida de la Mazorca en 1844, y sus bienes fueron confiscados'. En tanto, sus descendientes se dispersaron y buscaron refugio en diferentes lugares hasta que, en años posteriores, pudieron regresar y recuperar algunas pertenencias que sus vecinos de los campos de Arrecifes habían podido ocultar. Entre ellas se encontraba una imagen de Santa María, traída de Potosí en 1820, a la cual Benedicta se refiere en una nota escrita de su puño y letra que su bisnieta aún conserva. A esta imagen se le atribuían curaciones milagrosas, de lo que dan cuenta numerosas ofrendas entregadas en señal de gracia, las cuales aún se encuentran en el casco de la estancia, donde Sierra hizo construir un oratorio.

Adriana señaló que muchos objetos de valor, como la imagen de Santa María, que se encontraban en la casa de Sierra habían llegado desde el otro lado del océano, cuando el primer miembro de la familia llegó a estas tierras. Su nombre era Francisco de Sierra, Maese de la Conquista,  natural del País Vasco, que acompañó a Juan de Garay en la fundación de Santa Fe La Vieja. Garay bajó desde Asunción del Paraguay por el río Paraná en embarcaciones, mientras que Francisco lo hacía por tierra, transportando en carruajes los pertrechos y provisiones necesarios para la nueva población.

La presencia de Francisco de Sierra figura en el acta de fundación de Santa Fe, de la que fue gobernador a cargo en un período en el que Garay debió ausentarse de la población. En pago por esos servicios recibió 25.000 hectáreas en Córdoba del Tucumán, que era una de las divisiones territoriales del Virreinato del Río de la Plata, las cuales luego cambió por otras situadas en Arrecifes, sobre el río del mismo nombre, por donde pasaba el camino de carros hacia Potosí. La estancia se formó en 1769 y su casco, que fue declarado Monumento Histórico Provincial, al menos hasta hace un tiempo funcionaba como un hotel de turismo rural.

'Benedicta conservó esta tradición de fe familiar -escribió su bisnieta-. Según su propio relato a personas de la familia, cuando tenía 8 años, viviendo ya cerca de su lugar definitivo, aquí en Chacabuco, se sintió maltratada por su madre, y pasó una noche escondida en el monte contiguo. Allí estuvo llorando y meditando, cuando sintió como una visión que debía construir una capilla y cuna maternal para niños desamparados'.

El 6 de enero de 1901, cuando tenía 22 años, Benedicta contrajo matrimonio con Carlo Vaninetti, oriundo de Sacco, provincia de Sondrio, Italia. Su esposo tenía horno de ladrillos en la calle Ituzaingó continuación y ella trabajaba con él. Ahorrando, logró comprar la quinta en la que se hallaba el monte donde se escondió siendo niña.

Luego de hacer talar los árboles, comenzó con la construcción de la capilla, luego denominada de San Cayetano, en un predio al que llamó Villa La Providencia. Por ese entonces, ya había comenzado su misión como sanadora. Además, ayudaba a personas necesitadas, por lo cual hubo muchas que colaboraron con ella en la obra de levantar el edificio religioso, cuyos planos fueron diseñados por un arquitecto uruguayo. Fue así como, en primer término, se levantó el salón principal y luego la parte delantera, que no se alcanzó a completar.

Adriana Vaninetti enfatiza que su bisabuela tenía también 'un profundo sentimiento criollo y patriótico, admirando en especial a don José de San Martín'. Además, 'solía usar trajes representando a la libertad, y también cabalgaba como Juana de Arco, con quien se identificaba en su lucha por la fe católica'. Por ello, decidió hacer construir el monumento a San Martín que aún se encuentra en el predio de la capilla, que fue esculpido ad honorem por el artista local Blas Forte, fallecido en 1941, que era familiar del pintor argentino Vicente Forte.

Blas no tenía grandes dotes como escultor, pero era un muy fino pintor. Muestra de eso es que, entre otras obras, había realizado la pintura de los cielorrasos de la antigua iglesia San Isidro. En tanto, la base del monumento fue colocada por el marmolero José Di Toro y su hijo Ermedoro Severo. En la fachada delantera del monumento figura el nombre de Benedicta Sarlo y la leyenda 'Para  la posteridad rinde a su Patria en humilde devoción al inmortal Libertador de América Latina, General José de San Martín 1810-1930'. En tanto, en el sector trasero del basamento se escribió acerca de La Benedicta: 'Luchó incesantemente para ver instalada en la Villa La Providencia la Cuna Maternal. Los estiletes se estrellan y se quiebran y brilla incólume el acero damasquino de mi espada, que es antorcha de luz y de esperanza'. Estas expresiones, señala su bisnieta, obedecían a que su actividad 'concitaba la oposición de políticos y algunos médicos, que no veían con buenos ojos sus conocimientos de medicina natural'.

El relato continúa diciendo que los domingos y en fechas patrias Benedicta 'se dirigía a la concurrencia con reflexiones espirituales e higiénicas', y también habla de personas que aseguraban haberse sanado de difteria a partir de sus indicaciones de bajarles la fiebre 'con baños fríos y haciendo tópicos con vinagre y limón en la garganta'.

'Para ayudar a expulsar cálculos renales, hacía colocar bolsas de salvado tibio sobre el vientre y los riñones, así como beber hierbas medicinales diuréticas. Recomendaba al levantarse efectuar masajes circulares con toalla áspera y jabón sobre el vientre, luego darse una ducha fría y beber un vaso de agua en ayunas, dando gracias a Dios y a la Virgen. También tomar baños de sol, en lo posible directamente sobre la piel, algo no común en esa época. También ayudaba en los partos, y muchas familias hacían que fuese madrina de bautismo de sus hijos', agrega su bisnieta.

'Siempre decía que hay que vestirse con esmero, limpieza y buen gusto para dar gloria a Dios. Mi tía Manuela Benedicta Vaninetti solía ayudarla a peinar su largo cabello rizado con un rodete y peinetas o peinetón. Semanalmente, encargaba 14 o 16 bolsas de pan en la panadería de Carlos Sanner o a veces en la de Rimulo, en este caso enormes galletas de tipo casero. Repartía víveres y ropa. También manifestaba que en el año 2000 la gente tendría los platos llenos de comida pero que no podría disfrutarla, porque estaría contaminada, según recuerdos de mi padre, Carlos Vaninetti', escribe Adriana.

El relato menciona que, durante el día, Benedicta 'escribía y leía mucho'. También rezaba y le gustaba mucho mirar el cielo con unos binoculares que su bisnieta aún conserva. En un momento, su esposo se negó a que continuara con lo que ella llamaba su misión, por lo cual se separaron y ella quedó al cuidado de los hijos que habían tenido, llamados José Antonio, Luis,  Rudecindo, Ellis, María, Paquita (fallecida a los tres años), Benedicta (fallecida a los 22 años), Pedro (fallecido trágicamente) y Carlos Alejandro, el abuelo paterno de Adriana.

Acompañada por José Galante, su administrador, Benedicta viajaba con frecuencia a Córdoba, Chaco, Santa Fe, Buenos Aires, Santiago del Estero y a Rosario Oriental, en Uruguay, donde había fundado una capilla que era atendida por Amelia Carabajal de Pérez. En la Capital se ocupaba de lo mismo Renato Madariaga.

Los cocineros que la sanadora tenía en su quinta de Chacabuco eran José Violante y Ruperta Moreira, y el sereno se llamaba Espíritu Milano. También se cuenta que el pintor de origen alemán Ernesto Vatter decoró la capilla y pintó enormes óleos que ocupaban paredes enteras, entre ellos los de San Francisco, el general San Martín en los Andes y Santa Juana de Arco.

Rosa y Donata Lupo eran las modistas de Benedicta, que se desplazaba en los taxis de  Alfredo Elena, Antonio Parafita y Juan Mayora, aunque en fiestas patrias solía alquilar un landó de la Cochería Grossi.

En sus últimos años, perdió completamente la vista. Su fallecimiento fue el 7 de enero de 1953, a los 75 años. Benedicta legó por testamento todas sus propiedades a la Iglesia Católica, con expresa voluntad de que en el lugar se concretara su proyecto  de hacer una Cuna Maternal.

Como posdata de esta historia se puede recordar que allá por el año 2000 se hablaba con insistencia de un 'legado de La Benedicta', el cual, se decía, se hallaba enterrado bajo el pasillo central de la capilla, próximo al altar. Esto motivó la realización de una excavación que fue seguida con atención por centenares de personas, entre quienes estaba hasta el obispo de Mercedes. Luego de varias horas de cavar, no se halló nada, lo cual llevó a que se hicieran múltiples interpretaciones de lo ocurrido y a que la figura de Benedicta Sarlo renovara su presencia en la memoria histórica de Chacabuco.

 

feature-top