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Cuando el Círculo Católico de Obreros tuvo su propia escuela primaria

11/12/2024
Cuando el Círculo Católico de Obreros tuvo su propia escuela primaria

El Círculo Católico de Obreros de Chacabuco se constituyó el 14 de marzo de 1897 y entre sus objetivos figuraba la creación de una escuela primaria diurna para hijos de los asociados y otra para adultos que funcionara en horario nocturno. Ello se concretó a mediados de 1901, cuando comenzó a funcionar la del turno noche.

El 1 de abril de 1902 ya estaban en marcha los dos turnos. El de la tarde funcionaba de 15:00 a 17:00 y era gratuito para los hijos de los socios, mientras que los alumnos ajenos a la institución debían abonar 2 pesos moneda nacional mensuales. Según consigna el profesor Oscar Melli, en ese año la escuela diurna contó con 16 alumnos y la nocturna con 12, y el primer maestro se llamó Enrique Brusés.

En 1903 ya se contaba con tres turnos: uno matutino, con 20 alumnos; el diurno, con 22, y el nocturno, con 12. El 30 de noviembre de ese año se realizaron los exámenes finales, que fueron controlados por un tribunal integrado por el presbítero Darío Broggi, el doctor en farmacia Vicente García Medina y los señores Antonio Panigo y Pedro Francesch.  

En los años siguientes la escuela siguió creciendo y se extendió el pago de aranceles a los hijos de socios, aunque con un descuento. Además, en lo que se definía como 'un acto de caridad', se aceptaban hasta seis alumnos por clase en forma gratuita. En 1906 se designó como director del establecimiento a Juan San Cristóbal, -que además era secretario del Círculo-, con un sueldo de 100 pesos, mientras que Brusés quedó como ayudante, por lo cual recibía una retribución de 80 pesos, aunque a los pocos meses renunció para hacerse cargo de la Biblioteca de la institución. Su reemplazante como docente fue Ovidio Sosa.

Los docentes del establecimiento tenían libertad para la elección de los textos. Asimismo, las autoridades de la institución otorgaron al director plena autonomía administrativa. Sin embargo, no todo era color de rosa. Por el contrario, la escuela funcionaba con un déficit económico notorio. Esto quedó plasmado en una inspección realizada en ese mismo 1906 por un presbítero, llamado José María Suárez García, el cual también detectó que, por estar encargado de la secretaría del Círculo y de la dirección del periódico de la entidad, llamado 'El semanario', el director San Cristóbal no podía atender correctamente sus clases, lo cual se manifestaba, entre otras cosas, en la indisciplina de los alumnos.

'Se nota la falta de subordinación, y el silencio se desconoce en las horas de clase', escribió el sacerdote inspector, que también llamó la atención sobre la existencia de 'castigos inconvenientes' hacia los alumnos y el incumplimiento de los horarios de entrada y salida. Acerca de esto, el cura planteaba que la visión que daban los alumnos esperando en la calle el inicio de la clase desprestigiaba al colegio. Por último, el informe de la inspección objetaba severamente el estado de la higiene de la escuela, con aulas, baños y patios en 'pésimas condiciones' y el agua que bebían los alumnos 'en malas condiciones'.

Las recomendaciones realizadas por Suárez García para corregir esos problemas fueron cumplidas al pie de la letra por la comisión directiva del Círculo, que se encargó de mejorar la higiene y la puntualidad y le otorgó a San Cristóbal dedicación exclusiva como docente.

A finales de ese 1906 se sondeó la posibilidad de cederle la dirección del colegio a los Hermanos Maristas, pero no se llegó a un acuerdo por los déficits que tenía el establecimiento. Ante esta situación apareció en escena el padre Francisco Doglia, que se ofreció a asumir la dirección y administración de la escuela, mientras que la parroquia San Isidro Labrador se haría cargo de las cuestiones financieras. La propuesta fue recibida de buena gana por la comisión del Círculo. El ciclo lectivo 1907 fue iniciado con un nuevo director, pues San Cristóbal renunció al cargo por haber sido designado en la docencia oficial de la Provincia. Ingresó en su reemplazo la señorita Cristina Navarro de Boedo Esquivel. La acompañó como ayudante el joven Gerónimo Healy, a quien no se le abonó el sueldo hasta comprobar su capacidad como docente.

Ese año, el establecimiento tuvo una matrícula de 43 alumnos varones. A la Escuela Católica del Círculo Católico de Obreros aún le aguardaba una década más de existencia.

 

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