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Dormir

28/11/2024
Dormir

Por Martina Dentella 

 

Los argentinos estamos durmiendo poco. Una encuesta realizada por la Universidad de Buenos Aires, da cuenta de que el 75,95% de la población nacional tiene alguna alteración del sueño. El 38,61% padece insomnio o sueño interrumpido, y el 21,39% duerme menos de las ocho horas recomendadas. Y explica, que los problemas de sueño pueden tener múltiples causas como la crisis económica, el estrés, la preocupación, la ansiedad, las perspectivas negativas, la desesperanza. Que también el uso excesivo de tecnología es una de las principales causas de la falta de sueño; y que los efectos negativos incluyen dificultades en la concentración, alteraciones del estado de ánimo y menor rendimiento académico y laboral. 

Esta última semana, otro equipo de investigadores argentinos, liderados por el biólogo Diego Golombek, dio a conocer un estudio que vincula el sueño con la economía del país. Según un modelo desarrollado por el equipo, si todos los argentinos adultos durmieran al menos 7 horas por noche, el Producto Bruto Interno (PBI) podría experimentar un crecimiento de hasta 1,27%.

Fue publicado recientemente en la prestigiosa revista The European Journal of Health Economics y se utilizó un modelo similar a otros realizados en países que evalúan el impacto económico de un factor que suele subestimarse. 

"En Argentina, como en muchas partes del mundo, las personas duermen menos de lo recomendado. Esto tiene consecuencias directas en nuestra vida diaria, y en última instancia, un impacto negativo en la economía del país", señaló Golombek.

Entre las conclusiones de los investigadores, consideran que si la población argentina lograra cumplir con las recomendaciones de sueño, se observarían mejoras en varias cuestiones como mayor productividad, eficiencia y creatividad; menos ausentismo vinculado con enfermedades y reducción de costos en salud. 

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Muy al margen de los datos científicos, está la experiencia y la literatura. Llevo dos años sin dormir de corrido más de cuatro o cinco horas. Claro que sarna con gusto no pica, y la experiencia psicodélica de tener descendencia bien vale la trasnochada. Pero lo cierto es que la mente y el cuerpo funcionan distinto. Y eso está chequeado. 

Hace pocos días leía un cómic de una dibujante nacida en Portugal y residente en Buenos Aires: Familia, de Júlia Barata. Naturalmente, habla de cuestiones domésticas. Una mujer que decide poner en crisis los deseos que la ubicaron en donde está. Sus dibujos son tan potentes que atraviesan la barrera de la segunda dimensión. Se hunde el personaje principal, y absorbe. Se desarma, y desarma. Dibuja el agobio, y acota el oxígeno. 

Es un libro sencillo, de una crisis sin grandilocuencias ni conclusiones fantásticas. Es una crisis que se parece a la de decenas de miles de mujeres que atraviesan la maternidad mientras sobreviven al vértigo y el desborde que implica, mientras se sostiene un trabajo, un cuerpo, una vida social. 

Pero, lo que lo vuelve fantástico, es el mecanismo de defensa de una mujer. Júlia no puede dormir y no quiere averiguar la razón. Mientras tanto, se empastilla, sale, baila hasta agotarse, y pasa días de larga ingravidez y café. 

Lo personal es político. Y este insomnio colectivo-argentino se parece al de una madre.  Dormimos poco, nos reímos poco, andamos poco, gastamos poco, contemplamos poco y tramitamos nuestros pesares con pantalla, twitter y mucho hate.

 

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