El ahijado del presidente

Por Sonia Rubino
Desde tiempos lejanos llegan a nosotros a través de libros y películas lo que podríamos llamar mitos o leyendas.
Una de ellas que a muchos cautiva es creer que el séptimo hijo varón se convertiría en lobizón en una determinada etapa de su vida.
Se puede creer o no, pero lo cierto es que nos atrapa esa fábula o tradición mitológica que proviene como dije de tiempos lejanos, pero como dice otro dicho popular: 'No creo en las brujas, pero que las hay, las hay.'
¿Por qué hago esta introducción cargada de aristas ante la figura de una creencia?
Porque nuestro protagonista de hoy es el séptimo hijo varón de la familia Ventre, gente de Chacabuco y lejos de ser un lobizón es una de las personas más sociables, con una gran bandeja de amigos, tal vez por haber pasado por diferentes empleos, tal vez por ser un músico muy conocido entre las pistas bailables de nuestra ciudad, y porque es amante de contar historias cuentos y chistes que se renuevan en cada reunión familiar, de amigos y de todo aquel que compartió con él una copa o una charla de café..
También era costumbre en tiempos no tan lejanos, que el séptimo hijo varón sería ahijado de quien se sentaba en ese momento en el sillón de Rivadavia.
Nuestra historia de hoy nos remite a la primer presidencia de Juan Domingo Perón.
Citando al periódico Página 12 y buscando bucear entre la leyenda y la creencia urbana encontramos que, 'La práctica de Juan Domingo Perón de apadrinar al séptimo hijo varón se originó como una medida para contrarrestar la creencia popular sobre el "hombre lobo" o "lobizón" asociado a esa figura. Esta tradición, con raíces en supersticiones europeas, consideraba al séptimo hijo varón como portador de una maldición, transformándose en una criatura mitológica. El gobierno peronista, buscando fortalecer el vínculo entre el Estado y la familia, y apelando a la tradición, implementó este padrinazgo como una forma de protección simbólica.
Y vamos a la leyenda del Lobizón para darle a la nota un poco más de condimentos a la historia de nuestro entrevistado.
Viene de la mitología guaraní. Luisón es el séptimo hijo de Tau y Keraná. Se convierte en lobo en las noches y se alimenta de los muertos en los cementerios. Al despuntar el día recupera su forma humana. De allí que en Paraguay también rija el padrinazgo presidencial a los séptimos hijos varones.
En Argentina, el primer caso se dio en 1907 con José Figueroa Alcorta. El entonces presidente aceptó ser padrino y concurrió al bautismo de José Brost. Los padres del niño, Enrique Brost y Apolonia Holmann, eran alemanes del Volga y estaban radicados en Coronel Pringles. Mandaron una carta a Figueroa Alcorta, que aceptó. En el caso de esta pareja, la influencia no fue la leyenda guaraní, sino la mitología de la Rusia zarista, que además contemplaba a las niñas. Un séptimo hijo podría convertirse en lobo; y una niña, en bruja.
La ley 20.843 reglamentó el padrinazgo presidencial en 1974 y contra esa norma es que propone avanzar Paulón. El padrinazgo, según estipula esta ley, es meramente simbólico y no confiere ningún beneficio (aunque el artículo 1º habla de becas gratuitas para todos los niveles educativos). Lo mismo vale para una norma de 1984 en la provincia de Entre Ríos, que dispone que la esposa del gobernador puede ser madrina por pedido de un interesado.'
Y entonces nos encontramos con Juan para desandar el camino de su historia de vida y sus ribetes de fantasía,
¿Cómo es tu nombre?
'Me llamo Juan Domingo Ventre'
¿Sos ahijado de un presidente?
'Si. Soy ahijado de Juan Domingo Perón.'
¿Vino a tu bautismo?
' No, en su representación lo hizo José María Ladaga Rosito, un alto dirigente de esa época que vivía en la calle Primera Junta acá en Chacabuco. La madrina no fue Eva Duarte sino Adelina Bouso que era la esposa de Ladaga Rosito.'
¿Qué te obsequiaron en ese momento?
'Me trajeron una medalla de oro.
Era una época de gran desarrollo de la ciudad. Se estaba haciendo el frigorífico regional donde ahora está el corralón y creo que la empresa Cirigliano de Junín que fabrican ventiladores. Yo vivía ahí cerca y vi a Carlos Vicente Aloé, militar y político peronista que ocupó el cargo de gobernador de la provincia de Buenos Aires entre 1952 y 1955, cuando venía en helicóptero a ver las obras que quedaron inconclusas cuando los militares asumieron el poder.'
¿Qué tan cerca vivías?
'Yo nací y me crié en el barrio San Miguel.'
¿Te dedicaste a la música desde joven?
'Si. Empecé con un conjunto de folclore que se llamaba Los Huanchaqueños'
¿Quiénes lo integraban?
'Todos amigos de mi barrio. Ramirez; Vidal que cantaba; mi hermano Pichi y yo. Algunas veces nos acompañaba Martin Ross que era un gran guitarrista'.
¿Siempre folclore?
'No. Hicimos música comercial y formamos un conjunto que se llamaba Conexión Cero. Con Donato y Willy Carlisi, Chiquitín Mansilla; y la voz de Munafo. Ahí nos dirigía Obdulio Maiale. También estaban Carlitos Dimarco, Salvanía y Tito Márquez. Todos amigos.'
¿Vivías de la música?
'No. Siempre tuve que trabajar en otra cosa.'
¿Dónde?
'Desde los 15 años entré en la fábrica de Mori que estaba en la calle Carlos Pellegrini continuación. Haciendo de todo pero con la soldadura casi siempre.
Eran épocas donde se trabajaba sin mucha seguridad con delantales de plomo precarios y pesados, desde las 6 de la mañana, casi a oscuras. Coseché muchas anécdotas y grandes compañeros durante once años.'
¿Puedes contar alguna?
'Si. Muchas y algunas cómicas. Tuve un jefe que había que ir a sacarle el auto, un Ford Falcon nuevo del garaje porque decía que no sabía manejar marcha atrás. Alberto Ferrari y siempre desayunaba en la confitería San Martín, en la esquina de avenida Saavedra y calle Pueyrredón con sus amigos, entre ellos Haroldo Conti. También tuve la oportunidad de conocer a los hermanos Emiliozzi, corredores muy famosos de Olavarría en la década del 60 que fueron al taller de la fábrica a reparar el auto de carrera cuando se hizo la llamada Vuelta de Chacabuco.'
¿Trabajaban solo acá o también viajaban?
'A veces viajamos, porque Mori fabricaba casas modulares de cemento y vendían en todo el país. También una vez hicieron un contrato para restaurar el museo de Luján que está al lado de la Basílica además de una gran obra de lo que era Curtiembres Argentinas, una empresa muy importante que procesaba cueros. Lo que más hice son cabriadas y correas con la soldadura que se usaban para los tinglados y a veces iba a trabajar a la estancia Las Moras que también era de la familia Mori.'
¿En qué otro lugar trabajaste?
'Trabajé mucho tiempo en lo que era Industrias de Maíz como empleado y también como contratista. Tiempos donde se ampliaba la fábrica constantemente. En las décadas del 70 y 80 cuando arrancaba el sector Levudex siempre como mecánico y soldador a las órdenes de los ingenieros Ricardo Julia y Guillermo Loureiro entre otros.'
¿Siempre en grandes fábricas?
'Claro. Trabajé años también en Molinos Rio de la Plata en la avenida Elguea Román haciendo mantenimiento'
¿Ahora estás jubilado?
'Si. Me costó mucho hacer los trámites para lograrla porque en algún momento tuve aportes a las famosas AFJP que nunca aparecieron.'
Juan Domingo es amable y tiene una amplia variedad de conocidos y amigos.
Su memoria es impecable aunque está pasando por algunos problemas de salud.
Nunca me animé a preguntarle si en algún momento de su vida lo conectaron con la creencia urbana.
De familia humilde y un espíritu acaudalado abraza en su interior toda una vida de trabajo y amor a la música.
Ser el séptimo hijo varón le brindó la oportunidad de ser el ahijado de Juan Domingo Perón en su período presidencial pero nunca obtuvo becas o beneficios.
Eso lo coloca justo en una página de nuestra historia aunque jamás fue predilecto, elegido, apoderado ni tampoco lobizón.
Eso creo. No me lo dijo ni tampoco se lo pregunté.
No he visto brujas pero si escobas volando. No creo en las supersticiones pero conozco a quienes dan la vuelta si un gato negro se cruza en su camino.
No he visto lobizones pero sí lobos con piel de corderos.
Todo puede ser en esta bendita tierra que habitamos.
Y en todo caso, el dicho dice: 'Ver para creer'.
¡Gracias Juan Domingo!
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