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El chacabuquense que fue mano derecha de El Pibe Cabeza

28/10/2023
El chacabuquense que fue mano derecha de El Pibe Cabeza

Su nombre era Antonio Caprioli, pero en sus años de fama se lo conoció más como El Vivo, o El Fantasma, por la facilidad que tenía para escabullirse de situaciones difíciles.

Había nacido en Chacabuco el 24 de septiembre de 1910. Si bien venía de una familia de laburantes, su camino en la vida no fue por ese lado, sino por el del robo. Así fue cómo, a poco de haber cumplido los 15 años, ya formaba parte de una patota que se dedicaba a cometer hechos de violencia.

No mucho tiempo después, Chacabuco comenzó a quedarle chico y partió hacia Buenos Aires con quien sería su compañera inseparable: una Colt 45. En la Capital afinó su accionar delictivo y se especializó en el asalto a cobradores industriales. Su refugio era un viejo aguantadero de la Avenida Avellaneda.

Poco a poco, el chacabuquense fue ganando fama en el ambiente del hampa y comenzó a recibir encargos de 'trabajos' más complejos y redituables. Así conoció a Rogelio Gordillo, un gángster oriundo de Colón -donde había nacido el 9 de junio de 1910-, quien pasaría a la historia como El Pibe Cabeza.

En esos años, Gordillo lideró uno de los grupos delictivos más temidos del país, cuya especialidad eran los asaltos del tipo comando con ametralladoras Thompson y autos modernos. La banda desplegaba su acción en buena parte de la provincia de Buenos Aires y el sur de Santa Fe.

El Vivo era no sólo el lugarteniente de El Pibe, sino también el cerebro de la organización, porque estaba a cargo del planeamiento de los atracos y de la logística que se utilizaba para concretarlos.

La banda tuvo una exitosa e intensa actividad durante algunos años de la década del '30. Pero todo tiene un final, y el de El Pibe Cabeza llegó el martes de Carnaval del 9 de febrero de 1937. Ese día, Gordillo y Caprioli fueron a una casa de la calle Artigas, en el barrio porteño de Mataderos, donde vivía María Romano, una joven de 19 años que esperaba una hija de El Pibe.

Por la noche, los dos hombres salieron a pasear por las calles repletas de murgas y mascaritas. No tuvieron en cuenta que el domicilio de María estaba 'marcado'. Así pasó que fueron abordados por policías y, luego de abordar un colectivo, se produjo un tiroteo.

El Pibe trató de protegerse detrás de un árbol y provisto de dos revólveres disparó varios tiros, pero no pudo evitar un balazo que le ingresó por la zona del pecho y le provocó la muerte.

El Vivo, en tanto, hizo honor a su otro apodo, el de Fantasma, y pese a estar herido logró escapar del lugar en otro colectivo y así salvar el pellejo. Pero no por mucho tiempo.

Quizás el instinto, o los contactos, o sus orígenes, lo trajeron en su huida a la zona de Chacabuco. Eso se produjo pocos meses después de la muerte de El Pibe, cuando Caprioli llegó a Junín junto a otros dos integrantes de la banda: Froilán 'Nene' Martínez y Juan de la Fuente.

En un artículo publicado por Néstor Costa en la página Junín en el Recuerdo se señala que, haciéndose pasar por viajantes, alquilaron a una familia de apellido Grau una quinta situada en cercanías de donde hoy se encuentra el complejo deportivo del Colegio Marianista. Los tres sabían que la policía estaba buscándolos. De hecho, cuando aún estaban en Buenos Aires, El Vivo logró escabullirse de un allanamiento que se hizo en la casa en la que vivía. Por ello, creían que en el interior iban a estar más seguros.

Durante su estadía en Junín, El Vivo, de pelo castaño claro y peinado hacia atrás, era el que más se relacionaba con los vecinos. Su aspecto no despertaba sospechas ya que era un hombre de buena apariencia que se vestía muy elegante y conducía un Ford último modelo que los encargados de la quinta le permitieron ocultar bajo unas lonas en la parte trasera de la propiedad.

Su nivel de vida llamaba la atención, aunque nadie se animaba a preguntarle de dónde sacaba tanto dinero. Es que desde el momento en que murió El Pibe Cabeza y él quedó como jefe de la banda, junto a sus cómplices realizó varios robos más, que le aportaron dinero como para seguir escapando.

Sin embargo, la estadía en Junín no duró mucho y llegó a su fin por una historia de amor. Lo que pasó fue que el Nene Martínez había dejado en Buenos Aires a una novia, llamada Ana Magadán, a quien en una amorosa carta le pidió que fuera a visitarlo, ya que la extrañaba mucho.

Ese fue el principio del final de la banda, pues la pensión en la que vivía la joven era vigilada por la policía, que tenía datos del vínculo sentimental. Los investigadores tomaron contacto con la carta escrita por Martínez y descubrieron el lugar donde se ocultaba la banda. Pero no actuaron de inmediato, sino que aguardaron a que la mujer viaje a Junín.

Cuando eso pasó, una enorme comitiva policial llegó a la ciudad, reforzada con personal de Mercedes y efectivos locales. Una vez que rodearon la zona, instaron a Caprioli, Martínez y De la Fuente a rendirse. Lejos de acatar la orden, los ladrones intentaron una última fuga, pero no lo consiguieron.

El primero en caer fue Martínez, que recibió dos tiros en la frente. Luego salió Caprioli, envuelto en el colchón de lana de su cama, pero cayó a pocos metros de su Ford. Luego se comprobó que el colchón tenía al menos 20 perforaciones.

De la Fuente no quiso morir a manos de la policía y encerrado en la pieza que compartía con Martínez destapó un frasco con veneno y se lo tomó, pero antes de que le hiciera efecto recibió varios balazos que acabaron con su vida. Todo esto sucedió el 2 de julio de 1937.

Los cadáveres de los tres famosos delincuentes quedaron en Junín, porque ningún familiar los reclamó. Actualmente, sus sepulturas continúan en el Cementerio del Oeste de la vecina ciudad, donde hasta hace unos años alguien acudía periódicamente a renovar las flores.

BISEMANARIO CHACABUCO.

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