El intendente y poeta cuya vida terminó abruptamente

Uno de los pasillos que rodea al Palacio Municipal lleva el nombre de Cirilo Sangiani, en reconocimiento a alguien que fue durante varios períodos intendente de Chacabuco, así como también uno de los protagonistas de la administración municipal durante los primeros años del siglo pasado, además de poeta y periodista.
Hijo de un constructor italiano, Sangiani fue en su niñez alumno de Pedro Bonifacio Palacios, Almafuerte, quien seguramente despertó su vocación literaria. Ya en su juventud, se desempeñó como empleado de la administración comunal, donde cumplió funciones como auxiliar de rentas y cobrador del mercado municipal. Eso le permitió años después acceder al cargo de secretario municipal.
Cuenta el profesor Oscar Melli que en los últimos años del siglo 19 Sangiani era afiliado y dirigente radical, enrolado en las filas de un sector partidario conocido como coalicionista, cuyo principal dirigente a nivel provincial era Bernardo de Irigoyen, que fue gobernador entre 1898 y 1902. En esas mismas filas se encontraba en Chacabuco el comisionado y luego intendente Edmundo Perkins.
Por esos años también comenzó a incursionar en el periodismo, como colaborador del periódico El Mentor, que era dirigido por el combativo dirigente radical Francisco Justiniano Oliden. A fines de 1898, junto a otro joven talentoso, llamado José María Olivares, Sangiani comenzó a publicar un semanario de contenido social y literario al que se denominó La Espada, cuyas páginas eran impresas en los talleres gráficos de El Mentor.
Durante los primeros años del siglo pasado los nombres de Perkins, Sangiani y Dante Secondo ocuparon el primer plano en la política y en la administración municipal, alternándose en el cargo de intendente. En el caso de Sangiani, accedió por primera vez a esas funciones el 1 de enero de 1907, siendo reelegido para el período 1911/12. Sus administraciones coincidieron con una época de sostenido desarrollo demográfico, económico y edilicio en todo el partido de Chacabuco. Muestra de eso es que una de las obras iniciadas en su primer período fue la construcción de la primera etapa del Palacio Municipal. Melli escribió que se trató de una obra 'posiblemente demasiado suntuosa para las finanzas de aquella época, que se llevó a cabo en el lustro 1907/1911 y que por largo tiempo comprometió la economía de la Comuna'.
En esa época, Sangiani dejó el radicalismo para incorporarse al Partido Conservador, que tenía como líder principal a Marcelino Ugarte. Luego de sus períodos como intendente, en 1913 fue elegido concejal y en 1915 reelegido en esas funciones, las cuales desempeñó hasta el 1º de enero de 1917, cuando fue designado para asumir nuevamente como intendente.
La asunción no le resultó sencilla, pues su antecesor en el cargo, Acacio Rodríguez, se resistió a entregarle el mando del Municipio, lo cual lo obligó a hacer una presentación judicial. De todos modos, esta vez tuvo un mandato corto, pues el 24 de abril del mismo año el interventor de la provincia de Buenos Aires, José Luis Cantilo, dispuso su cese en el cargo.
En los años posteriores Sangiani continuó ligado a la política, enfrentándose desde posiciones conservadoras a los gobiernos municipales radicales de ese entonces. A la vez, desarrolló actividades privadas, en las que se había iniciado hacia 1910, cuando, con Mateo Barón y Julio L'Hopital, puso en marcha una de las primeras casas de remates-feria de hacienda que tuvo Chacabuco.
Escribió Melli que 'la elocuencia de su palabra' lo señalaba a Sangiani -que también hablaba con facilidad el idioma italiano- 'como el orador oficial en los grandes acontecimientos que se conmemoraban en el pueblo'. Uno de los más recordados fue el que celebró la victoria de las potencias aliadas al final de la Primera Guerra Mundial.
El 12 de marzo de 1929 Cirilo Sangiani se encontraba compartiendo una tertulia con amigos y vecinos en una quinta situada en las afueras de la ciudad. Testimonios orales contaban que, en un momento, se paró y comenzó a caminar en dirección a un pequeño monte que había en las cercanías. En un momento, los contertulios escucharon un disparo de revólver: el exintendente y poeta se había quitado la vida.
El hecho consternó a toda la población. La Municipalidad le rindió honores en el día del sepelio y recordó sus muchos servicios prestados durante los años en los que ejerció funciones públicas. También el periódico Chacabuco lo homenajeó a través de un artículo en el que se exaltaba su personalidad y se lo definía como 'un ciudadano honorable que honró como ninguno al pueblo de sus predilecciones y de sus emotivos afectos'. Además, se lo destacaba como un 'versificador de rima fácil' cuyos versos lo consagraron 'como un delicado poeta de Chacabuco'.
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