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Europa quiere guerra

04/06/2024
Europa quiere guerra

Por Gustavo Porfiri

Este domingo 2 de junio se cumplieron diez años desde que la guerra llegó a Lugansk, una de las provincias del Donbáss que combatieron desde el primer día al régimen fascista que, en febrero de 2014, usurpó el gobierno en Ucrania. Desde entonces, la creciente bélica no se ha detenido y hoy estamos a casi nada de que se desate una guerra total en Europa. Sin embargo, los gobernantes del 'viejo mundo' parecen tener como único recurso echar más combustible al fuego.

El golpe de Estado ocurrido en Ucrania en febrero de 2014 -conocido como Euromaidán y fogoneado por las potencias occidentales, con Estados Unidos a la cabeza- desencadenó un sangriento conflicto en las regiones orientales del país, donde las personas que se negaron a someterse a los nuevos dirigentes de Kiev formaron las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk y proclamaron su independencia.

El lunes 2 de junio de 2014, el régimen de Kiev, heredero ideológico del nazi Stepán Bandera, llevó a cabo un ataque aéreo en el centro de Lugansk. Un avión de ataque Su-25 de la Fuerza Aérea de Ucrania, en plena jornada laboral, bombardeó el corazón de la ciudad. El golpe principal lo recibió el edificio de la Administración Regional y en el ataque murieron ocho personas: cinco mujeres y tres hombres. Luego, el Ministerio de Defensa de Ucrania afirmó cínicamente que el golpe fue asestado "a terroristas". Así es como el gobierno nacido en el Maidán trató a sus propios ciudadanos, aquellos que no apoyaron el golpe de Estado. Kiev no dejó nunca de bombardear al Donbass, donde miles de civiles murieron, aunque todo parecía encaminarse a una solución cuando se firmaron los Acuerdos de Minsk, la capital de Bielorrusia. 

Rubricados en 2014 y 2015 por representantes de Ucrania, las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, Rusia, Francia y Alemania, estos protocolos no lograron su objetivo: la resolución pacífica del conflicto en Donbáss. El fracaso estaba garantizado toda vez que Kiev nunca tuvo la más mínima intención de cumplir. Y es que los jerarcas ucranianos sabían que todo había sido una puesta de escena para ganar tiempo, cuestión que fue confirmada a finales de 2022 por Ángela Merkel, la ex canciller alemana quien había sido protagonista central en la firma de los acuerdos. 'Todos teníamos claro que se trataba de un conflicto congelado, que el problema no se había resuelto, pero eso es precisamente lo que dio a Ucrania un tiempo valioso', declaró Merkel al semanario Die Zeit.

La respuesta rusa

Sin posibilidad alguna de solucionar el tema del Donbass, y con la OTAN queriendo traspasar las 'líneas rojas', es decir intentando instalar misiles con ojivas nucleares en Ucrania, Moscú decidió poner en marcha la Operación Militar Especial en febrero de 2022. Van a cumplirse veintiocho meses y, si bien Rusia está cerca de lograr sus objetivos de desmilitarizar y desnazificar a Ucrania, todo esto se hubiera terminado hace rato de no haber sido por la asistencia permanente del Occidente imperial al régimen de Kiev. Y por desgracia, parece que los líderes europeos -conscientes de que es imposible que Ucrania derrote militarmente a Rusia- están dispuestos a entregar a sus pueblos a una nueva súper guerra que no sabemos cuándo empezará, aunque todo indica que será la última: luego de que se desate la lluvia de armamento nuclear ya no habrá oportunidad para la vida en este planeta.

Botones de muestra

El canciller alemán Olaf Scholz se ha opuesto durante mucho tiempo a que Ucrania utilice armas alemanas para bombardear territorio ruso. Sin embargo, recientemente, siguiendo los pasos de Emmanuel Macron, ha dado un giro brutal en su decisión y ahora está a favor de que los ataques se concreten. La diputada del Bundestag, Sarah Wagenknecht, le pidió a Scholz que explicara el permiso para utilizar armas alemanas contra objetivos en la Federación Rusa. 'Quien lleve la guerra a Rusia con armas alemanas, al final la traerá a Alemania', dijo la legisladora al grupo de medios Funke. Wagenknecht señaló asimismo que la idea de registrar aproximadamente 900 mil reservistas en Alemania también encaja en "este desarrollo extremadamente peligroso de la situación".

Por estos días, el presidente ilegítimo de Ucrania (su mandato caducó recientemente y se negó a convocar a elecciones) viajó a España. Allí lo recibió Pedro Sánchez. Como dijo Oleg Yasinsky al titular su nota, se trató de 'la reunión de un pseudopresidente con un gobierno de pseudoizquierda'. Es imperdible uno de los primeros párrafos de lo escrito por Yasinsky: 'Como se sabe, el presidente del Gobierno de España es también el secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), es decir, un representante por excelencia de las ´izquierdas´ europeas reformateadas, mantenidas en el poder por las corporaciones para justificar, financiar y armar a los gobiernos neonazis. No creo que Pedro Sánchez realmente sea un gran admirador del régimen de Zelenski, pero al igual que su colega ucraniano, como político, él es demasiado poca cosa como para confrontar las órdenes de los poderosos, que sacan y ponen a la gran mayoría de los gobiernos de este mundo'. 

Una de las pocas voces sensatas que se escuchan desde el otro lado del Atlántico es la del primer ministro húngaro, Viktor Orban: "Nos enfrentamos a una tarea gigantesca que nunca antes habíamos tenido. Tenemos que evitar que Europa entre en una guerra que la llevará a su propia destrucción". Ojalá estos intentos minoritarios se vuelvan lo suficientemente fuertes como para evitar el desastre final.

 

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