Las hermanas de Junín que fueron en sulky hasta General Madariaga
Dos hermanas de Junín viajaron recientemente en sulky desde su ciudad hasta General Madariaga para participar en la Fiesta del Talar, uno de los eventos gauchescos más importantes de la Argentina. El viaje, de 16 días, quedó retratado en una nota publicada en el sitio Pampa Húmeda Hoy, el cual relata lo que significaron esos más de 600 kilómetros recorridos y todos los aprendizajes que dejó el trayecto.
Expresa el artículo que las hermanas se llaman María y Argentina Gatti, quienes no sólo comparten lazos de sangre, sino también una conexión profunda con las raíces rurales que las vieron crecer. Aunque actualmente residen en el barrio Villa del Parque de Junín, sus recuerdos y vivencias del campo las acompañan siempre. Esta cercanía con la vida rural fue la que las impulsó a realizar una aventura única: un recorrido de 16 días desde Junín hasta Talar, en Madariaga.
La Fiesta del Talar se desarrolló entre el lunes 28 de octubre y el domingo 3 de noviembre pasados. Fueron siete días de jineteadas y pruebas de riendas en los que participaron más de 1800 potros. También hubo desfile de emprendados y tropillas entabladas, así como peñas y bailes.
Cuando se acercaba la fecha, una charla casual llevó a las hermanas a pensar en la posibilidad de ir hasta Madariaga en sulky. Las ayudó a decidirse el hecho de que comparten el gusto por los viajes atípicos y un profundo amor por los caballos. Así, lo que inicialmente parecía un sueño difícil de alcanzar se transformó en un plan concreto cuando decidieron que no había razón para no intentarlo, y con el sulky como único medio de transporte comenzaron la planificación de este viaje.
'El sulky no solo es un vehículo, es una manera de conectarse con lo simple, con lo auténtico. Para que la gente sepa lo que estábamos haciendo colgamos un cartel que decía 'Junín al Talar'', comentó María, destacando la elección de este medio de transporte como una vuelta a las raíces y una forma de viajar a un ritmo completamente distinto al de la vida cotidiana.
Expresa la nota que el viaje de más de 600 kilómetros no fue fácil. Las condiciones del terreno, el clima y las necesidades de los caballos impusieron un ritmo exigente que requirió una planificación cuidadosa. Cada etapa del trayecto estuvo marcada por desafíos inesperados, desde lluvias torrenciales hasta encuentros con animales salvajes. Sin embargo, para estas mujeres, cada dificultad se convirtió en una oportunidad de aprendizaje y en una anécdota para recordar.
'La generosidad de las personas que encontramos en el camino fue increíble. Nos enseñaron que siempre hay alguien dispuesto a dar una mano', relataron emocionadas las hermanas Gatti.
Uno de los momentos más memorables del viaje ocurrió cuando, en una parada inesperada, fueron recibidos por una familia que no solo les ofreció hospitalidad en su casa, sino también apoyo emocional en un momento en que sus fuerzas flaqueaban. 'Había momentos en que el camino se ponía difícil, pero siempre alguien aparecía para darnos una mano, ofrecernos agua o simplemente alentarnos. Es increíble la solidaridad que descubrimos', contó María.
El sulky, un humilde vehículo de dos ruedas tirado por caballos, fue el protagonista silencioso de esta aventura. Diseñado para tareas típicas del campo, se adaptó sorprendentemente bien a los desafíos del camino. Con un mantenimiento constante y una atención meticulosa a los caballos, logró convertirse en un aliado imprescindible para alcanzar el destino final.
Tras más de dos semanas de viaje, las aventureras llegaron a General Madariaga. El momento de cruzar la última calle y pisar suelo de esa ciudad estuvo cargado de emociones. 'Fue indescriptible. Sentimos una mezcla de orgullo, agotamiento y gratitud', dijeron al recordar ese día. Más que un destino, afirma el artículo, la llegada a Madariaga representó para ellas la culminación de un sueño, un logro que no sólo era suyo, sino también de todas las personas que las habían apoyado a lo largo del camino.
El viaje en sulky no sólo fue un desafío físico, sino también una experiencia transformadora. 'Recorrer a esta velocidad te obliga a mirar todo con otros ojos: el cielo, los campos, los animales. Es como si todo te hablara', dijo Argentina.
'Esto es una prueba de que con perseverancia y amor por lo que hacés, podés llegar a donde quieras. Y no hace falta ir rápido, lo importante es disfrutar del camino', sintetizó María.