Mamá

Por Martina Dentella
Mi hija se iba a quedar un par de horas con su papá mientras yo hacía una entrevista. Como en ese horario suelo estar en casa, aproveché su distracción para salir y que no me viera. Mandé varios mensajes para ver cómo estaba y finalmente me desconecté.
No conocía a la persona con la que me iba a encontrar. Aunque le había preguntado si le parecía bien reunirnos en un café, insistió en que fuera en su casa: tenía problemas auditivos y le resultaba mejor. Tomé el subte, crucé la ciudad, llegaba temprano, caminé un poco por el barrio y finalmente encontré su dirección. Me tranquilizó ver a una mujer adulta, con un gesto amable. No era su historia la que iba a buscar, sino la historia de alguien más.
Me ofreció asiento, se sacó los zapatos y se acomodó en el sillón de dos cuerpos frente a mí. Me pidió explicaciones y garantías. Investigó cuánto sabía y cuánto quería saber. Es cierto, no escuchaba bien, entonces tuve que forzar mi voz.
Busqué mi teléfono para poder grabar. Pedí permiso. Accedió. En la pantalla tenía un mensaje de audio. Sentía la distancia entre mi hija y yo.
Pensé en el libro Distancia de rescate, de la escritora argentina Samanta Schweblin. Su tesis es que la distancia de rescate tiene que ver con el hilo umbilical que une dos cuerpos. Y dice, 'me gusta pensarlos como las tanzas de pesca, que son transparentes, no se ven, pero que mal enroscados podrían matar, un hilo peligroso'. Y cuando algo pasa a un hijo, la madre siente la tensión, donde sea que esté su hijo, el hilo se tensa. Cuenta en una entrevista que Distancia de Rescate tiene que ver con su propia vulnerabilidad, ¿podré ser madre? ¿podré soportar la maternidad, sería capaz de sobrevivir al dolor?. Y lo que hizo de punta a punta es narrar cómo podría llevar adelante ese dolor. 'La literatura es un lugar donde uno puede probarse', dice.
Vuelvo al departamento ubicado en el centro porteño. Entonces la mujer que tengo enfrente expuso lo que yo no había ido a buscar:
-Pasé el primer año de mi hija adentro. La pude tener. Por ley, podía estar hasta los dos años, después del golpe me la sacaron porque se podía hasta los seis meses.
La organización es lo que me permitía darle la comida, atenderla, bañarla, compartíamos las cosas que se podían compartir. Desde el Hipoglós hasta la leche en polvo. Lo comprábamos. Peor era no poder tenerla.
Le pregunté cómo había vivido la separación.
-Bien. Duro, porque me dieron veinte días para que me comunique con la familia para que la venga a buscar y toda esa sanata. Después continuó un régimen más estricto. Más ajustado, más limitado el espacio. Pero sabíamos que venía otro tipo de encierro. Lo que más me flasheó fue el día que la vino a buscar mi mamá, una mina muy alegre, diáfana. Cuando salgo a entregarle a mi hija era un horror de llanto y puteadas. Hijos de puta les gritaba. Yo le pedía que se calmara, le decía que se la tenía que llevar. Parecía una loca total. Le pedía que se quede tranquila. Estaba desquiciada. Yo a upa no se la quería dar, estaba desbordada. Mi hija tenía un año y medio, la conocía. Le pedí que la lleve caminando porque me daba miedo. Fue fuerte.
Los cinco años siguientes la vio tras los vidrios.
-Empezó a caminar el 25 de marzo del 76 y se fue en julio, caminando. Yo sabía que lo que iba a ver adentro era patético. Las embarazadas sabían que iban a tener los bebés seis meses al pecho y se los iban a sacar.
No podés consolar. No sabés lo que le pasa a cada una. Yo sabía que mi mamá era piola, que mi suegra era piola, que iba a estar atendida. Que me gustaba cómo me habían criado a mí, que mi viejo había sido piola.
Yo estoy muy conforme con lo que hice. Son flor de minas mis hijas. Pero toma mucho trabajo. El que dice que no da trabajo no tiene idea. No lo probó. No tiene idea. No tiene idea. No tiene idea. Que te salga fácil depende de qué cosas te sostienen. A mí me sostuvieron muchas cosas.
Seguimos hablando durante más de una hora. Luego nos despedimos con la promesa de volver a vernos. O hablarnos.
Salí del edificio. No volví rápido a casa. Me puse a buscar un café.
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